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Beatriz Alcaná: "La historia nos da un papel pautado sobre el que escribir novelas"
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Beatriz Alcaná: "La historia nos da un papel pautado sobre el que escribir novelas"

Actualizado 13/05/2025 10:37

La escritora bejarana, Premio Ciudad de Salamanca de Novela 2023 presenta en la Feria del Libro su última obra, El evangelio del lobo

Afirma Isabel Sánchez que se busca para la Feria del Libro de Salamanca a quien ofrece con sus obras una visión nueva, enriquecedora para el público. Y es obvio que nuestra escritora bejarana, lo hace, con esa naturalidad y sencillez que es marca de la casa Alcaná. Licenciada en Filosofía y Literatura Comparada, encadena premios y publicaciones desde que su primera novela corta en 2022, Spolia, se asomó a los lectores. “Hay que contar lo justo, por eso me gusta la novela corta” afirma Alcaná a quien el público en general conocimos por ese magistral y perturbador Teseo en llamas que ganó el Premio de Novela Ciudad de Salamanca en el 2023 al que le siguieron otros dos importantes galardones más en el 2024, uno por un relato y otro con la novela breve, Un círculo perfecto, en la que muestra su gusto por la ciencia ficción que practica con sus amigos de la sociedad CYLCON, que agrupa a los autores de fantasía, terror y ciencia ficción, aunque Beatriz Alcaná afirma que le gusta que aparezca en su obra, como lo fantástico, con “Dosis medidas, unas cuantas pinceladas”. Verdaderamente, quien parece salida de ese subgénero, es ella, que viene a la Feria del Libro con una nueva obra, mezcla de historia, política, novela gótica y erudición que atrapa al lector.

Francamente recomendable, incluso, necesaria, en los tiempos que vivimos de facilidad y desmemoria, El evangelio del lobo parte de un episodio de nuestra historia que la autora desarrolla magistralmente: el trabajo de las Misiones Pedagógicas con las que los estudiantes recorrían las zonas más míseras de la España de los años treinta. Y son esos idealistas, jóvenes y deseosos de justicia social, quienes acuden la llamada de la maestra de Castroblanco –un evidente homenaje al juego de cartas de los hombres lobo- para desplegar sus dones, coincidiendo en el viaje con otra docente, una francesita contratada para dar clase en un tétrico convento en la montaña con historia propia de Jane Eyre incluida y rodeada de lobos. Esos lobos, animal sagrado en Roma, que la autora convoca desde la alta cultura hasta los romances populares. Lupus est tibi visus, “te ha mirado un lobo”, se afirma de quien encuentra a este animal y su mirada le hace diferente, y pareciera que a Beatriz, nacida entre la naturaleza feraz de Béjar y visitante de la fuente del lobo, se le aparecen para empujarle a contar nuestra historia, relatar un amor que aúlla y jugar a buscar respuestas para enfrentar una actualidad de Españas vaciadas y olvidadas montañas.

Viene Beatriz Alcaná a la Feria del libro en una mañana de lunes marcada por fin por el sol y por el recuerdo de su autor favorito, Sweig, filósofo narrador de novelas cortas y lector de su tiempo. Un tiempo que nos da la pauta en la ficción histórica de Beatriz, “La historia nos da un papel pautado”, que también afirma escribir “en los berretes de la Guerra Civil, lo que nos queda alrededor después de comer. Teseo sucede inmediatamente después de la guerra y este Evangelio, en el 35, cuando el gobierno de derechas deja caer el proyecto de las Misiones Pedagógicas”. Esta historia de lobos y romances de valentía esconden, bajo el paisaje de la recreada Montaña de la Luna leonesa, una carga social de la que no reniega la autora. Beatriz Alcaná se hace con una ingente documentación que, en la alquimia de su escritura, destila la acción de sus novelas nada densas para un lector embebido en la trama, trama que homenajea a los maestros dignificados en los tiempos de la República y a los jóvenes universitarios que se echaron al campo a mostrar a los pueblos libros, películas e incluso reproducciones de obras artísticas. Un empeño cultural que dirigía Cossío y que contaba también con maestros vocacionales como una de las protagonistas, Guillermina. Beatriz cuenta la historia reciente, basándose incluso en experiencias de primera mano, pero lo aliña con el terror gótico de un espacio tétrico, con una historia romántica al uso y con una lectura del lobo que no puede estar más en candelero. Luperca, la loba que amamanta a Rómulo y a Remo, es una protagonista más, y la autora, quien mezcla sabiamente su cuidada erudición con un conocimiento amplio de la cultura popular, incide en los romances de lobos, las tradiciones, el miedo y el simbolismo cruel que adquirieron estos animales a partir de la Edad Media, aunque lo que habría que temer en los años treinta era al feroz analfabetismo y a la penuria a la que se enfrentan los misioneros y los maestros. Unos misioneros a los que se criticaba llamándoles “apóstoles, dueños del evangelio del diablo”, expresión que dio lugar al título de esta obra primorosamente editada.

Una novela que nos devuelve a la mejor tradición de la ficción histórica que nos enseña el pasado reciente, nos entretiene, trepidante y veloz, nos entrega el gusto por leer algo bien contado y, al mismo tiempo, supone todo un homenaje a quienes hicieron de la cultura un derecho, yéndose por el camino como misioneros de aquello que mueve también esta Feria del Libro: el derecho a la cultura para todos, la necesidad de transmitirla y compartirla. La literatura salmantina, que homenajea a Carmen Martín Gaite, está de enhorabuena con otra narradora de fuste: Beatriz Alcaná, miembro de ese grupo privilegiado de autores: poetas, historiadores, cronistas, narradores, de un Béjar que da sombra a la ciudad letrada.

Charo Alonso.

Fotógrafías: Luis F. Lorenzo.