Sábado, 06 de diciembre de 2025
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Plaza de Las Ventas
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POR FERMÍN GONZÁLEZ

Plaza de Las Ventas

Actualizado 07/05/2025 13:33

Es evidente que la plaza de las Ventas pesa lo suyo. Y también es cierto que impone lo suyo, más aún si está a rebosar; sobre todo para los novilleros, y también para no pocos de los matadores, que tienen la confianza de que Madrid sea la catapulta que necesitan para entrar en las ferias y sea el reconocimiento de su carrera. Son, evidentemente, toreros que no figuran en los puestos de privilegio del escalafón. Para estos, en los puestos de cabeza, también tiene su aquel triunfar ante el público venteño, pero si no lo logran, será tan solo un resbalón, que podrán recuperar puesto que están anunciados en todas las ferias de postín. El caso es que los unos y los otros, nada más verse anunciados en los carteles, se preparan y se concentran a conciencia, para ver si "pasa algo".

Por ello, en la primera plaza del mundo, donde la tauromaquia tiene su "Santo y Seña", es por antonomasia la feria más esperada en el concierto taurino. En el mes de mayo y parte de junio todo el toreo se concentra en Las Ventas, a ella llegan gentes de todas las partes del mundo, expectantes de cuando aparecen sus carteles. Se viene sucediendo cada año que no son pocos los que suspiran aún por la reaparición de José Tomás, pero este parece ser que no quiere duelos ni competencias en esta plaza.

Sí tendremos a Morante -o eso parece-. El envite fuerte lo van a poner un Roca Rey orgulloso y enrazado, Manzanares en el momento gris de su carrera, más el aval de Talavante y Borja Jiménez junto a los fundamentos de Perera y Emilio de Justo y, con la sabrosa incógnita de Juan Ortega. Añadiremos un poco de lustre con Castellá y Curro Díaz, a falta de descubrir cuál es el torero con el que nadie contaba y, sin embargo, sale disparado de la feria, tal como no pocas veces ocurrió.

Otro rosario de toreros se asoma a este Isidro, buscando ese aldabonazo que les ponga en situación de pedir sitio en muchas otras ferias. En cuanto al ganado, para Madrid siempre se espera lo mejor. Creo que todos los ganaderos desean sin género de dudas triunfar en esta plaza, es un plus que también da caché y repercusión en todo el orbe taurino. Por lo tanto, se espera casta, bravura, codicia, trapío e integridad, y no como lo fue algún año -todo un lamento- donde salieron toros de imponente fachada y aguada casta, que nos hicieron pasar tardes espesas, vomitivas, de ensayo general para los "abrebocas", tardes de puro fiasco, donde todos esperábamos ver qué toro iba a embestir, poniéndolo en suerte como mandaban los cánones, y digo mandaban porque en estos momentos estos apenas existen.

¡"Dios mío"! Hasta en esta plaza ya vale casi todo, se aplauden y se valoran cosas más propias de las "charlotadas". Cuánto despropósito. ¿Dónde está el público, el aficionado, el abonado de rigor y exigencia de esta plaza? ¿Aquel que no dejaba pasar a los toreadores de público, ni al toro inválido e impresentable? ¿Aquel que exigía la reválida a las figuras, su justificación y su puesto en el escalafón? ¿Aquel que se ponía en pie ante una suerte brava y torera?

Uno suspira por estas cosas, por ver la corrida en todos sus detalles, en todas sus suertes, porque al menos esta plaza nos descubra de nuevo la variedad de formas, de estilos, personalidad y competencias en los de coleta, aunque sea con el fin de hacer ver a los públicos de hoy que existieron. ¡Fíjense ustedes, si esto se reclama en Madrid, qué será en provincias!

Pues a pesar de todo ello, el gentío acudirá animado a la plaza, aunque aquellos llenos lo serán en puntuales carteles, tal como ocurre en casi todas las plazas. ¡Pero esas son las cosas de Madrid! Aparecerán cornudos que pondrán en jaque el futuro de la fiesta, pero a más de una coleta le saldrá el astado de su vida, el animal que sueñan los toreros cada noche, y se le irá sin torear. No es que se abstengan de pegarle pases. Por el contrario, muchos los molerán a trapazos por uno y otro pitón -la intemerata... Ahora bien, torear, eso nunca. Cualquier cosa menos torear a aquellos animales que se ofrecen con bravura y con excepcional nobleza, y claro, gran parte del público, que en otros momentos se lo hubiera tomado como ofensa personal y llegar a enervarse -pues nada- hoy le mete las orejas en el esportón, y se queda tan oreado. Es lamentable. Pero así son ahora las cosas en la "catedral" del toreo... no digamos del resto tú... Ay mi Madrid.

Fermín González

Salamancartvaldia.es

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