, 07 de diciembre de 2025
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El mar. La vida
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El mar. La vida

Actualizado 24/04/2025 07:59

El mar.

Sin filtros.

Una alegoría de la vida.

Estás obsesionada con el mar, mamá.

Esa es la frase que mi hija pronunció hace unos días después de que mi objetivo máximo para estas vacaciones de Semana Santa fuera ver la extensa masa de agua que rodea la Tierra desde cualquier punto de Portugal, donde nos encontrábamos.

Puede que ella tuviera un poco de razón en ese momento. Algo de fijación u obsesión sí siento hacia él. Pero es que sentarse frente al océano es igual de hipnótico que hacerlo delante del fuego. Te acuna, te mece y te hace compañía simplemente con sus susurros en forma de espuma blanca. La brisa nueve tu pelo y te acaricia la cara mientras piensas en todo o en nada. Mientras recuerdas, anhelas o te ilusionas. Mientras decides cambiar o aguantar. Mientras lees o escuchas a las gaviotas graznar.

Nos sentamos frente a él y lo admiramos como infinito, viéndolo perderse con el borde del horizonte. Sus olas van y vienen, nunca se detienen. Admiramos la grandeza de lo que tenemos delante y la inmensidad de lo que contiene. Sin embargo, no visualizamos el final, a pesar de que lo tiene, allá donde se mezcla con otros mares y otras aguas. Allá donde nadie sabe lo que pasa.

Y yo, sentada frente al Atlántico y disfrutando de todo lo que sensitivamente me proporciona, paso por unos segundos a un plano más introspectivo y pienso en el mar como si de la vida se tratara.

Parece eterno, pero no lo es. Se muestra precioso, pero es traicionero. En ocasiones, está en calma y te permite dejarte llevar. Hay días que está picado y es mejor pensártelo dos veces antes de mojarte siquiera los pies. Surfear se hace divertido cuando la ola es alcanzable. Llegar a la cresta y no caerse, toda una pericia moral. Las banderas de colores nos alertan. El instinto también.

Los niños lo disfrutan, se mojan, se ensucian, sin pensar en lo que viene después. Los mayores lo miramos y sopesamos: ¿nos decidimos o nos retiramos? ¿Nos atrevemos o nos acobardamos?

Porque todos sabemos que, depende de cómo y cuánto nos adentremos en él, seguiremos encontrando arena y sal en nuestra maleta particular. Podremos barrerla y tirarla o, por el contrario, meterla en un bote de cristal y acariciarla de vez en cuando.

Estoy obsesionada con el mar, hija.

Estoy obsesionada con la vida.

Gloria Rocas

www.gloriarocas.com

@lillibet_queen

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