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El encuadre exacto de una ciudad de arte y geometría: la fotografía de Vicente Sierra Puparelli
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ENTREVISTA

El encuadre exacto de una ciudad de arte y geometría: la fotografía de Vicente Sierra Puparelli

Actualizado 11/04/2025 12:29

El fotógrafo salmantino publica dos hermosos libros de fotografía que retratan su pasión por el paisaje de la ciudad de Salamanca a lo largo de la historia

Tienen las fotografías de Vicente Sierra Puparelli y el aspecto de su exquisita persona, una elegancia que casa a la perfección con el Palacio de Figueroa donde, hasta hace muy poco tiempo, su lectura visual de Carmen Martín Gaite ha habitado la casa. Profesor de matemáticas y fotografía, historia viva de la misma, perfeccionista en el laboratorio de los milagros del papel de plata y documentalista de una ciudad que retrata a paso firme, Puparelli continúa ejerciendo su magisterio y su entrega a la cultura, ya sea desde el Casino, devenido espacio de todos, o en el Centro de Estudios Salmantinos, donde oficia los misterios del encuadre cuidadoso y la memoria hecha imagen, ahora convertida en dos publicaciones espléndidas.

Vicente Sierra Puparelli: Me presto siempre a hablar de todo lo que tenga que ver con cultura, educación y arte, que son las cosas a las que me he dedicado siempre. Y colaboro con todo el mundo que me lo pide, de todos los colores, después de todo, tengo un archivo de más de 100.000 imágenes ¡solo de Salamanca capital!

Charo Alonso: ¿Y no se agota esta ciudad? Como dice Amador Martín, la luz y el detalle hacen que retratarla sea inacabable.

V.S.P.: Es que es verdad, siempre hay una luz nueva, cualquier día podemos salir y encontrar un aspecto diferente. De todas formas, este libro, ‘Cien variaciones salmantinas’, tiene muchas fotografías de los barrios. Del centro histórico hay muchos libros y muy bellos, pero es preciso ocuparse de los barrios que no son tan atractivos y hay que patearlos más.

Carmen Borrego: Me gusta que en las calles de tus fotografías siempre haya gente.

V.S.P.: Cuando fotografías por los barrios, la gente se aparta. Hablando con Ángel Almeida, fotoperiodista de la Gaceta, periódico para el que colaboro, me dice que a él, por su trabajo, le piden fotos con gente. Yo sin embargo, saco a alguien para completar la composición. El fotoperiodista y el fotógrafo no lo ven de la misma manera. Las fotografías de este libro siguen las reglas de composición clásica, que nunca fallan, y el personaje, como esta monja a la que seguí durante un rato, completa la composición.

Ch.A.: Me recuerda una fotografía de Cartier Bresson.

V.S.P.: Claro, porque tienes en la cabeza esas imágenes, esa mirada de los grandes fotógrafos, y salen. Yo estoy aquí, esperando, con el encuadre preparado… y surge la magia.

Ch.A.: Un recorrido muy exhaustivo de la ciudad que para el lector es un paseo.

V.S.P.: Me operaron hace veinte años y me dijeron “Tienes que andar”. Desde entonces me puse a andar por los barrios. Llevo una cámara pequeña y lo hago de forma sistemática: he fotografiado casi todas las calles de Salamanca, una a una, y las tengo clasificadas. Es cierto que ahora está google maps, pero si desaparece google maps al menos está mi archivo. Y cada calle tiene su interés, aunque parezca que no. Voy al barrio Garrido, por ejemplo, y hay una sombra, unos cables, unos tubos, unos balcones tan bajos que te golpeas la cabeza… siempre hay un detalle interesante.

Ch.A.: ¿Salamanca es una ciudad de fotógrafos o eso es propio de una ciudad pequeña, monumental…?

V.S.P.: En Salamanca hay grandes fotógrafos, un grupo de clásicos, clásicos en el sentido de que tienen más de 70 años, y unas nuevas generaciones que están tirando fuerte. No conozco el ambiente de otras ciudades, pero aquí siempre hemos tenido, tenemos, excelentes fotógrafos.

Ch.A.: Este paseo va acompañado de los textos del profesor y escritor Ricardo López Serrano. ¿Fueron los textos posteriores a las imágenes?

V.S.P.: Ricardo ya había trabajado conmigo y me sugirió que hiciéramos algo juntos otra vez. Le contesté: “Yo material tengo, te lo voy pasando”. Eso sí, le exigí que trabajáramos los barrios, hay que defenderlos, tienen su punto, su cosa. Yo le di a Ricardo un montón de fotos y le dije lo que sentí al hacer algunas de ellas, o lo que me sugerían y él, como es un filósofo, a veces me siguió y otras fue por libre. Pero sí, yo le daba una idea, él la seguía o se la inventaba.

El encuadre exacto de una ciudad de arte y geometría: la fotografía de Vicente Sierra Puparelli  | Imagen 1

Ch.A.: Es difícil esa unión entre texto y fotografía, el fotógrafo tiene una mirada muy personal, solitaria.

V.S.P.: Es verdad que la fotografía es una labor muy interior, sí, estás solo con la cámara. Y luego descubres o te descubren cosas, por ejemplo, en este libro salen muchas fotos de bicis. En una ciudad parece que son todo líneas rectas, verticales. Y yo pongo la bici que es una cosa circular, ese círculo que es la figura perfecta y para mí, el símbolo de la libertad. Yo ya no montó en bici, pero cuando lo hacía iba de un pueblo a otro, ahora, cuando veo a alguno con su bici digo, mira, un espíritu libre.

Ch.A.: Esa geometría tan “Puparelli”. ¿El rigor viene de tu formación de ciencias?

V.S.P.: Creo que hay muchos fotógrafos del campo de las ciencias, físicos, químicos… matemáticos me parece que solo yo. Me dicen que encuadro muy bien, que veo las perspectivas, y claro, eso se lo debo a mi formación. Hoy es fácil por la posibilidad de recortar, pero antes no era tan sencillo y yo siempre intentaba que esa verticalidad me quedase perfecta.

C.B.: Encuadrar bien es cosa de segundos, se trata de esperar un poco y funciona. La fotografía de Puparelli contiene geometría y algo que la rompe.

V.S.P.: A la hora de fotografiar puedes actuar racionalmente o hacerlo con la intuición. A veces no sabes de dónde llega ese flash, ese punto de luz que te viene. Es el instante decisivo de Cartier Bresson. Otras veces son fotos que busco, que medito. Cuando me encargan fotografía para libros de arquitectura, eso es otro tipo de trabajo.

C.B.: Echo de menos el color y pienso que hay un diálogo en cada una de las fotografías de este libro.

V.S.P.: El color en ciertas cosas es fundamental, en los libros de arte, por ejemplo. Pero pienso que el color despista de la acción principal. Hay que concentrarse en la acción. Yo intento seguir una geometría en la composición para llegar a completarla de alguna manera. Así llegaría hasta un cinco y si encuentro algo, ese no sé qué que cuenta una historia, eso, eso ya es un diez.

Ch.A.: Hay muchos sobresalientes en este libro, es una belleza.

V.S.P.: Es un libro editado con un mimo impresionante, con un acabado fantástico. Estoy muy agradecido a la Fundación de Cultura del Ayuntamiento de Salamanca y a Lope, el impresor, por el trabajo final. El blanco y negro es complejo, y más para mí, que he sido profesor de revelado y sé que para conseguir ciertos matices hay que trabajar mucho. A mí me enseñaron que una fotografía debe tener blancos puros con textura, negros o sombras profundas, pero con detalle, y toda la gama de grises intermedios y el que reproduce esa fotografía ha de ser fiel a eso. El libro tiene que reflejar el trabajo del fotógrafo y el impresor hacer un trabajo fino para llegar a un blanco y negro perfectos. Y eso que hoy en día la edición digital ayuda mucho.

C.B.: En este libro las fotografías están enmarcadas...

V.S.P.: Me gusta enmarcar las fotos, antes, en el laboratorio las revelaba así, con un marco de madera, con unos trucos. Lo aprendí de Pepe Núñez. Esto me sirve para separarme de la fotografía, tomar distancia. De él también aprendí las abstracciones aquellas que hacía. A veces le pagábamos a alguien de un garaje o de un desguace mil pesetas para que nos dejara deambular por ahí, hacer fotografías de metales, herrumbres. Y me preguntaban ¿cómo encuentras la belleza ahí? Porque está ahí. Siempre fui de ciencias, pero siempre coleccioné postales, sellos de correos de piezas de arte, de historia o láminas de pintura, de arquitectura. Siempre tuve esa inclinación. Ese es mi mundo, el de las ciencias, las matemáticas y el arte, la geometría y la composición.

C.B.: Una de las cosas que me gustan de tu fotografía es que es muy directa, muy fácil de entender.

V.S.P.: Yo hago fotos para que las entienda la gente dentro de mis gustos personales, por supuesto. Cuando tuve mi época de abstracciones le enseñé una foto a mi madre y me dijo “Está bonito, pero no lo entiendo”, entonces le hablé del color, de Kandinsky… pero si tu madre no entiende esa foto, malo. Yo no hago nada para que mis compañeros fotógrafos me admiren, me digan… No, quiero que la gente de la calle vea las fotos y las entienda. He sido profesor toda la vida, estoy acostumbrado a convertir algo complejo en un lenguaje sencillo. Los conceptos difíciles necesitan palabras más sencillas. Yo disfruto con que la gente vea las fotografías y las puedan disfrutar.

Ch.A.: El último libro que has publicado con el Centro de Estudios Salmantinos es muy diferente. Basándote en fotos de 1878 de Jean Laurent, un pionero, recreas la misma escena salmantina.

V.S.P.: Este es un trabajo de mucho tiempo, Alberto Bescós, director del Museo de Salamanca, me encargó en el 2013 esta comparativa. Ya conocía el trabajo de Laurent por Núñez. Este es un libro para la historia, porque entre una fotografía y otra han pasado 150 años y muchos cambios. Laurent era un fotógrafo francés que retrató los edificios de Salamanca y se trataba de actualizar sus imágenes. Me había olvidado de este trabajo y la presidenta del CES, María Jesús Mancho Duque, me dijo: “Tienes algo que nos vendría muy bien”. Tiré del archivo y tuve que rehacer cosas porque he querido que las fotografías tuvieran el mismo encuadre, la misma luz, las mismas sombras… y ha sido una labor de mucha paciencia. Uno se planta delante del edificio y hasta que no encuentras la sombra correcta, no te mueves. Un trabajo muy minucioso.

Ch.A.: Y muy riguroso con los comentarios de María Nieves Rupérez.

V.S.P.: Yo le dije a Nieves: tengo un proyecto que si tienes un rato… se trata de comentar… Yo pensé que haría una breve reseña, pero como es catedrática de historia del arte, ante estas cosas no puede poner cuatro líneas. Ella ve más de lo que yo veo, descubre mucho más. Se trata de contar cómo era la ciudad en aquellos tiempos en los que la retrató Laurent, el pionero, y contar como es ahora. Se trata de un libro que también ha hecho Lope con mucho mimo, mostrando muy bien este trabajo. Porque es mucho trabajo, y arte para los demás, un libro para mostrar la ciudad, esta ciudad inacabable.

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