Viernes, 05 de diciembre de 2025
Volver Salamanca RTV al Día
Los días oasis
X

COLES DE BRUSELAS 104

Los días oasis

Actualizado 04/04/2025 11:58

En algún libro leí que cada ser humano tiene derecho, a su paso por la tierra, a un número muy limitado de días perfectos. Esos paréntesis de veinticuatro horas en los que todo sale bien: el sueño es reparador, amanece con sol, el café de la mañana puede prolongarse, la comida es deliciosa, la compañía agradable y el camino, compartido y sin cuestas. Seamos realistas: pocos días son así y, por eso, los guardamos preciosamente en esa caja tantas veces con agujeros que es la memoria, de donde los rescatamos cuando vienen mal dadas. Mi padre aplicaba el vocabulario contable a esta teoría de los días perfectos. Dentro del balance y de las cuentas que hacemos cada uno con nuestra propia vida, hay días que se incluyen en el “debe”, son aquellos que trascurren sin más y se suceden unos a otros restándonos años en el paquetito con el que vinimos al nacer. Pero hay otros que hay que apuntar en el “haber”, los que viene cargados de buenos momentos que son un regalo, porque las horas aprovechadas tienen más de sesenta minutos y los días del “haber” muchas más de veinticuatro horas.

Yo acabo de elaborar mi teoría propia, en la que ciertos días, unos pocos y escogidos, son “días oasis”, que no necesitan ni siquiera ser perfectos. En ellos, el tiempo se detiene y no hay que mirar ese teléfono que, además de dar la hora y recordarnos mil cosas inútiles, nos machaca la vista y otros sentidos y jamás suena para una llamada en la que nos digan cuanto nos quieren. Esos días ocurren sin planearlos y en los lugares donde menos esperaríamos encontrar un oasis aunque, como ellos, aparecen en medio de un desierto que a ratos nos resulta complicado de atravesar. Supongo que, como la teoría enunciada al principio, el número de días oasis que podemos gozar a lo largo de la vida, debe ser limitado o en caso contrario estaríamos instalados en el oasis eterno y, quien sabe, si entonces muertos; de la felicidad no hay que abusar, ya se sabe.

Y nunca pensé encontrar un oasis en Milán, que no es la ciudad más bonita de Italia aunque tenga su encanto; hasta hace unos años ese encanto consistía en no tener turistas, y ya ni eso. Las señoras elegantísimas vestidas de Prada hasta la ropa interior y los señores con gafas de sol y traje hecho a medida que tomaban el Campari en las galerías Vittorio Emanuele II han dado paso a un ejército de jóvenes uniformados con pantalón corto, gorra con la visera hacia atrás, cadenas de oro como para amarrar un buque y zapatos de plataforma imposible cuando no son zapatillas con diamantes incrustados. Ellos también toman Campari, aunque más que degustarlo le hacen fotos, a la vez que se autorretratan para sus miles de seguidores y añaden un plus de fealdad a un entorno que antes de que ellos llegaran, era un puro canto a la belleza y la elegancia. Diez años sin pisar Italia para acabar dándome de bruces con la misma realidad de cualquier otro lugar del mundo sin tanta carga artística.

Retomando la teoría del oasis, esta vez ha sido en Milán (pero hubiera podido ser en Badajoz, tanto da) donde me he encontrado con una amiga de hace muchos años a la que hacia otros muchos que no veía. El oasis ha consistido en caminar lentamente al sol de primavera, ver escaparates sin comprar nada, tomar cafés y Camparis en las terrazas y hablar y hablar y vuelta a hablar, como si el día de mañana nos aguardara con un castigo de silencio eterno. Y como el tiempo perdido no se recupera por mucho que lo intentemos, vale la pena este canto a la amistad nunca perdida y, simplemente, alejada en kilómetros; a ese lazo tan extraño que nos une a los humanos que no es exactamente amor aunque a veces lo parezca y nos calienta tanto el corazón.

En estos días se publica “Amistad; Un ensayo compartido” libro de Jacobo Bergareche (a quien sigo y admiro como escritor) y Mariano Sigman, que es su amigo y, además, neurocientífico. Es un texto sanador, yo ya he leído varios extractos y no puedo estar más de acuerdo con ambos y con las otras muchas personas que intervienen en ese libro que es, como no podía ser de otro modo, una larga conversación. Los filósofos griegos decían que es en la conversación con el amigo donde se alumbra el conocimiento; yo también lo creo, y los días oasis para eso sirven cuando se tiene la suerte, como yo tuve en Milán, de disfrutar de un par de ellos.

Concha Torres

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.