En estos días en los que las páginas de los periódicos y los noticiarios de radio y televisión recogen la encendida polémica -cultural, ideológica, jurídica y, sobre todo, moral- en torno a la posible publicación de un libro -El odio- en el que su autor, el escritor Luisgé Martín, da la palabra a José Bretón, el asesino convicto de sus dos hijos, para que, por fin, confiese su crimen y explique las motivaciones, los detalles y las vicisitudes de su execrable delito, les traigo un título que también se basa en unos muy trágicos hechos reales, aunque sin que en su lectura puedan surgir las muchas dudas que está suscitando el mero anuncio de la aparición de un libro como el de Martín que, anticipo mi posición sobre el asunto, ni he leído ni pienso leer.
En cualquier caso, La ciudad de los vivos, publicada en su país por el italiano Nicola Lagioia en 2020 y editada entre nosotros dos años después, también se construye sobre un crimen atroz, aunque su tratamiento literario es espléndido y, como digo, exento de cualquier connotación morbosa o moralmente discutible. El libro, de difusa adscripción genérica, participa de los rasgos del reportaje periodístico, del true crime, del texto de autoficción, de la investigación criminal, del documento sociológico, de la obra ensayística, del análisis filosófico y político y, en tanto se trata de una narración formidable, fruto de una más que solvente creación literaria y capaz de atrapar la atención de un embelesado lector durante horas, de lo más destacado del género novelístico.
En una de las primeras páginas de la obra se recoge un breve publicado en el diario La Repubblica del 6 de marzo de 2016 y que está en el origen del libro: “Horror en la periferia de Roma. Un chico de 23 años fue asesinado en un apartamento del Collatino después de haber sido torturado durante horas. Aparentemente, el crimen carece de móvil.” En efecto, dos días antes, el 4 de marzo, dos jóvenes amigos, casi treintañeros, de familias acomodadas de la burguesía romana, Manuel Foffo y Marco Prato, abismados a lo largo de varias jornadas en un delirio orgiástico de cocaína, fármacos, alcohol y sexo, asesinaron, con una impresionante dosis de salvajismo y de crueldad, a Luca Varani, un chico de los suburbios, hijo adoptado de un vendedor ambulante de dulces y frutos secos, al que apenas conocían de encuentros anteriores en los que el muchacho, que a veces se prostituía, les entregaba sexo a cambio de drogas y dinero.
La noticia convulsionó profundamente a la opinión pública y, en particular a Nicola Lagioia, que desde el principio se sintió interesado a causa de las muchas dimensiones a las que se abría: el modo en que los diferentes orígenes de los jóvenes mostraban ángulos distintos de la poliédrica Roma; las controvertidas reacciones de la prensa, los medios de comunicación y la opinión pública ante el asesinato; el absurdo que rodea a ciertos crímenes en los que, en apariencia, no hay un móvil fácilmente entendible; las posibles motivaciones psicológicas y sociales que arrastraron a estos dos chicos a llevar a cabo con tanta saña tal atrocidad; la violencia desenfrenada, síntoma extremo de algunos de nuestros males como sociedad; el asesinato como un ejemplo paradigmático de la decadencia moral y la descomposición de las sociedades desarrolladas, reflejadas de modo palmario en los muchos signos de la actual degradación de la capital italiana; el muy recurrente -y a veces trivializado- asunto de la banalidad del mal, ejemplificado en este caso en el comportamiento inexplicable de personas consideradas normales que llevan a cabo acciones que a ellas mismas les resultan indescifrables y, por supuesto, moralmente reprobables.
Estas circunstancias lo llevaron a involucrarse intensamente en el caso y a lanzarse a la investigación de sus pormenores, tarea a la que dedicará cuatro años de su vida. En su transcurso, entrevista a los protagonistas de la historia; conoce a los padres de la víctima, a los familiares y amigos de los culpables; conversa con periodistas, abogados, inspectores de policía y altas autoridades de los carabineiri; consulta informes y testimonios, atestados criminales, documentos judiciales, expedientes periciales; accede a escuchas telefónicas, artículos periodísticos, actas de los juicios, sentencias de los tribunales, declaraciones oficiales, entrevistas y testimonios de médicos, psicólogos, psiquiatras, documentos de audio y de vídeo (mensajes de Whatsapp, publicaciones de Facebook, apariciones televisivas en programas de telerrealidad de los padres de los asesinos).
Con todo ello “arma” un libro monumental -no solo por sus cerca de quinientas páginas- que traslada al lector de manera detallada y minuciosa la “realidad” de los hechos fielmente reconstruida y que se entrelaza con otros destacados frentes de la obra: la implicación del autor en la trama; la exploración psicológica en las honduras de su propia alma; las difuminadas fronteras entre la ficción y la realidad; la reflexión sobre la naturaleza y los límites entre la verdad y la construcción literaria; las connotaciones sociales y hasta políticas del crimen; el impacto en las familias; los pormenores del proceso judicial posterior; la repercusión del suceso en la prensa, los medios, las redes y las plataformas; la meticulosa descripción de las calles y barrios de una Roma, la ciudad de los vivos, con un protagonismo indiscutible, como realidad y como metáfora, que desborda su condición de mero escenario de los hechos.
Lagioia desarrolla su relato valiéndose de técnicas narrativas diversas e incorporando reflexiones sobre una amplia variedad de temas, aparte de los ya referidos: el sufrimiento y la tragedia, la necesidad de reconocimiento y de perdurabilidad, los mecanismos de la manipulación, la noción de normalidad y la figura del “monstruo”, los oscuros abismos del alma humana, la empatía con las víctimas y la proximidad a los verdugos, la triste normalidad y la desganada indiferencia como únicas actitudes posibles frente al horror, la culpa y la irresponsabilidad, el libre albedrío y los condicionantes sociales, la enfermedad mental, la ausencia de valores, la pulsión transgresora, la anomia o, cuando las hay, la inobservancia de las normas.
Una muy dura pero soberbia obra literaria.
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Nicola Lagioia. La ciudad de los vivos. Editorial Penguin Random House. Barcelona, 2022. Traducción de Francisco Javier González Rovira. 464 páginas. 21.90 euros
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