El odio

La distribución del libro de Luisgé Martín sobre José Bretón, 'El odio', seguirá paralizada durante un tiempo indefinido. Así lo ha confirmado la editorial Anagrama a través de un comunicado de prensa en el que precisó que la decisión tomada es voluntaria. «Nos mantenemos en la decisión de respetar la petición de las medidas cautelares solicitadas por la Fiscalía para paralizar la distribución de la obra. Tras la denegación judicial a posteriori de esa petición de medidas cautelares, la editorial, como comunicó la semana pasada, ha suspendido la distribución de la obra sine die», afirma el texto. (Extraído de ABC, 27 de marzo)

Publicar ODIO era una auténtica indignidad hacia la madre de los niños y su memoria. Es quitar la voz a la madre y dársela al asesino de sus propios hijos que sigue manteniendo intacto el sentimiento de odio hacia la madre de los pequeños.

Supongo que estará asistido por buenos psicólogos, que tendrá hechos algunos trabajos que le liberen de la carga que sigue portando sobre sus hombros. Un corazón endurecido es el que mantiene una actitud inflexible, intolerante, egoísta y orgullosa . Es una persona decide actuar conforme a su propia voluntad, guiada por resentimientos y venganza. Eso ocurre cuando trabajas con individuos que tienen tal dureza de corazón tal que no saben distinguir al igual que Saturno, si comen a uno de sus hijos o una piedra.

Estoy casi segura de que Bretón ha sido estudiado por psicólogos y psiquiatras, cada cual desde su profesión intentaría ayudarle a que dejara la carga y pidiera perdón. Como se ve ha sido imposible, solo necesitó que le tocaran una tecla para sacar la putrefacción que carga contra su esposa. Me alegra que Anagrama haya retirado el libro… Al menos momentáneamente

Carga inútil

Genjug quiso aprender el arte de la espada para calmar el odio que guardaba en el alma en contra del asesino de su padre. Fue a buscar al maestro Hugen para que lo enseñara.

—Maestro – dijo Genjug-. Necesito urgentemente saber cómo usar una espada para vengar la muerte de mi padre, este odio no me deja vivir.

—Claro -dijo Hugen sin inmutarse—, pero necesito que me hagas un favor, debo llegar hasta la cima de aquella colina, podrías ayudarme a cargar esos costales, y cuando lleguemos, te prometo que te enseñaré.

Genjug, pensó que era lo justo y sin decir palabra tomó los pesados sacos y ambos emprendieron el viaje. Pasado un largo rato sintió inquietud por saber que contenían, no preguntó nada, porque imaginaba que lo más probable era que contuvieran algo muy importante para el maestro. Pero al llegar a la cima no aguantó más la curiosidad y ansioso preguntó: ¿Y los costales maestro Hugen, que contienen?

El maestro sin inmutarse, tomó los costales, los abrió y sacó de su interior montones de piedras que arrojó cuesta abajo diciendo:

—¡Ah, sólo piedras sin valor!

Al ver aquella escena Genjug gritó como loco:

— He venido hasta aquí soportando este cansancio, cargando esos sacos inútiles que sólo contienen piedras sin valor, y que aparte no sirven para nada. ¡Acaso está usted loco!

El maestro sin inmutarse por tercera vez, contestó:

—¡Qué, has venido hasta mí, para aprender el arte de la espada cargando ese odio de venganza y ese rencor inútil que no sirve para nada! ¡Acaso estás loco!

Ojalá Bretón se de cuenta del saco que llevaba y sigue portando a sus espaldas con la única finalidad de hacer daño a su esposa.