Viernes, 05 de diciembre de 2025
Volver Salamanca RTV al Día
El barro del que estamos hechos
X

El barro del que estamos hechos

Actualizado 17/03/2025 12:31

Corren los regatos en este marzo de agua y recuerdo que a la vera del Otero de María Asensio, donde se crio mi madre, el agua acariciaba la tierra y con aquel barro, las niñas de su tiempo jugaban a ser alfareras. En aquel entonces todos sabían cuáles eran las mejores tierras para una cosa u otra: las de más allá, por el Horcajo Medianero, eran rojas para la teja y el ladrillo, hecho a mano con geometría de cuerdas y tendones; y al otro lado del pueblo de mi madre, la piedra arenisca, tan distinta, se teñía de óxido para darle a las casas esa cualidad de color de la piedra desbastada a golpes. Un color que, decía mi abuela, pertenecía a la sangre de los caídos en la Batalla de los Arapiles, o de Salamanca, aquel encontronazo que fue la primera piedra en el zapato de un Napoleón irreductible.

Era barro en las manos de una niña que siempre supo, ya madre, hacer con la plastilina de los párvulos, toritos y pájaros, y que ya con nietos, fue capaz de tallar en una pieza de jabón de lavar para disfrute de otra niña que tuvo la suerte de criarse entre alfareros. La vida tiene estos círculos del corazón: a mi madre le hubiera gustado seguir con las manos en otra masa que no fuera la de la comida, y a mi hija, le tocó en suerte, por fortuna, vivir en un pueblo alfarero y saber de arcillas llenas de mica y de artistas que redondean las tinajas de la memoria. Para la niña bonita, toda barro, Torrejoncillo es en su corazón torno de vida y de letras, porque aprendió a leer mientras Don Daniel, el alfarero, le hacía nidos y pájaros en el hueco de la mano.

Tiene en mi casa el barro también cualidad de pincel de la morería, y la geometría del artesano nazarí lo cubre todo de piezas azules que en Talavera de la Reina, allá dónde me llevó mi padre un día siendo niña, siguen pintando sobre el blanco de la cerámica con aires moriscos. El barro que en México se cubre de flores y en China de azules exquisitos. Aún se ríe mi hija de mi pasión por la porcelana inglesa, esa a la que le dedica la verdadera Charo, la poeta, Charo Ruano, un verso de té y de amistad profunda y olorosa. No sé qué fascinación tiene mi casa por el barro que llenaba este barrio donde vivimos que recuerdo en la infancia lleno de roderas altas como los niños de párvulos, con charcos profundos donde perder la bota de agua que usábamos con dos calcetines, tiempo de frío y de agua helada. Este hielo que ahora, se vuelve agua, agua, agua, agua y agua. Y es momento, dulce y nostálgico, de girar el torno de la memoria amada.

Charo Alonso. Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.