, 23 de marzo de 2025
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Nacho Gómez, el cura salmantino que ha dedicado más de 30 años a mantener viva la fe en la ciudad y en la provincia
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ENTREVISTA

Nacho Gómez, el cura salmantino que ha dedicado más de 30 años a mantener viva la fe en la ciudad y en la provincia

Actualizado 12/03/2025 13:00

El párroco de la Unidad Pastoral San Mateo-La Anunciación en Garrido compagina su labor con cinco pueblos de la provincia mientras afronta el reto del envejecimiento y la integración de migrantes

Hay personas que encuentran su camino vital desde muy jóvenes. Es el caso de Nacho Gómez Carreño, sacerdote salmantino que descubrió su vocación entre campamentos de verano y grupos juveniles en la parroquia de San Julián.

Tras casi 33 años de sacerdocio, su trayectoria le ha llevado desde el Seminario hasta el barrio de Garrido, pasando por diferentes municipios de la provincia de Salamanca. Un recorrido marcado por el compromiso con las comunidades que ha servido y una constante adaptación a los cambios sociales y demográficos que han transformado tanto los pueblos como los barrios urbanos.

"Mi vocación nació en la parroquia de San Julián donde había un gran movimiento de adolescentes y jóvenes para el sacramento de la confirmación", recuerda Nacho. Aquellos grupos juveniles, los campamentos de verano y la participación en la Coordinadora de Jóvenes de la delegación de pastoral juvenil de la diócesis fueron el caldo de cultivo donde germinó su llamada al sacerdocio, "siguiendo la estela de otro compañero que también es sacerdote".

Tras su formación en el seminario, fue ordenado sacerdote el 24 de octubre de 1993 en la capilla de Calatrava. Don Mauro, entonces obispo, lo destinó a la parroquia de Cabrerizos, compaginando esta labor con su función como formador en el Seminario menor diocesano. "Como se dice, fue mi primer amor y donde fui aprendiendo a ser pastor entre la gente", explica con nostalgia.

Aquellos primeros años estuvieron marcados por una intensa actividad: catequesis para niños, adolescentes y jóvenes, visitas a enfermos, promoción del deporte como entrenador de fútbol sala, campamentos de verano... "Emprendí el arreglo integral de la Iglesia parroquial de Cabrerizos y se construyó el centro parroquial y tres casas para sacerdotes. Fueron seis años de entrega total y felices", rememora.

El reto de la zona de Las Arribes

Con la llegada del obispo Don Braulio llegó también un cambio de rumbo. "El obispo pidió por carta cómo era nuestra disponibilidad para movernos y afrontar nuevos retos", explica Nacho. Así, el 20 de septiembre de 1999 fue enviado junto a su compañero Alfonso Maruri a Vitigudino y ocho pueblos más.

El desafío no era menor, especialmente por la reciente controversia relacionada con la Fiesta del Corpus Christi. "Los dos sacerdotes tuvimos bien claro que no podíamos dividir sino buscar el consenso y la unidad en la cofradía, en el pueblo y la comunidad cristiana", señala.

Durante su etapa en Vitigudino, Nacho encontró un apoyo incondicional en los colaboradores de las parroquias. "El deporte fue otro exponente donde acercarme, el colegio, el instituto, la cofradía del Corpus Christi, la cofradía de Semana Santa, la radio de Vitigudino...", enumera. También impulsó iniciativas solidarias como la campaña contra el hambre, tómbolas y rifas para arreglar la ermita del Socorro y la Iglesia de San Nicolás de Bari, o las marchas solidarias.

La labor pastoral en los pueblos pequeños, según su experiencia, debe basarse en "acompañar, hacerte presente, darte a todos sin diferencias, dar gracias a Dios por cada persona que sale a tu encuentro". Cuando se le pregunta por las diferencias con el trabajo en la ciudad, matiza: "La labor pastoral en las parroquias de ciudad es diferente dado que hay muchas más personas y hay mucha indiferencia y frialdad. El sacerdote pasa más desapercibido que en los pueblos".

El barrio de Garrido: nuevos tiempos, nuevos retos

Desde hace más de 15 años, Nacho Gómez es el párroco de la Unidad Pastoral San Mateo-La Anunciación en Salamanca. "A la comunidad cristiana le pasa como a nuestro Barrio Garrido: hay un altísimo porcentaje de personas mayores", explica. Esta realidad demográfica plantea importantes desafíos: "El gran reto de la unidad pastoral es cómo acompañar a los mayores y solos, y la acogida e integración de los migrantes".

La organización de la unidad pastoral es compleja y abarca numerosos grupos: consejo pastoral, equipo de catequistas, equipo de liturgia, pastoral de la salud, Cáritas, grupos de poscomunión, preconfirmación, confirmación, posconfirmación, jóvenes adultos, formación de adultos, matrimonios y misión compartida.

El perfil del barrio de Garrido, asegura, ha cambiado sustancialmente en los últimos años. "Alto porcentaje de personas mayores, pocos niños, adolescentes y jóvenes. Un gran número de migrantes dado el precio y el estado de las viviendas", describe Nacho. A pesar de contar con tres colegios públicos, uno concertado y tres institutos, la realidad social ha cambiado: "Los abuelos y abuelas ayudan en la educación de los nietos y para que los padres puedan trabajar dados sus horarios".

Ante esta situación, la Unidad Pastoral trabaja para implicar a los vecinos del barrio. "Estamos abiertos de par en par para afrontar las necesidades espirituales y humanas que se necesiten. Como unidad pastoral estamos en medio del barrio, escuchando y estando atentos y despiertos por las calles de Garrido", afirma.

Además de su labor en Garrido, Nacho es también párroco de Aldehuela de la Bóveda, Robliza de Cojos, Tabera de Abajo, Garcirrey y Quejigal. Su visión sobre estas zonas rurales es preocupante: "La despoblación es alarmante. Son pueblos y comunidades cristianas pequeñas o muy pequeñas con muchas personas mayores y poquísimos niños y niñas".

A pesar de ello, encuentra en estas pequeñas comunidades una "fe arraigada y llenos de vida y sabiduría". Su enfoque sigue siendo el mismo: "No abandonar, acompañar y estar caminando juntos en esperanza".

Jóvenes y fe

Uno de los mayores desafíos para la Iglesia actual es conectar con las nuevas generaciones. Nacho lo tiene claro: "La Iglesia tiene que ofrecer con valentía y coraje la buena noticia del Evangelio a los jóvenes. La Iglesia tiene que ir donde están los jóvenes y mostrar lo genuino de seguir a Jesús desde la vida, no desde la teoría".

En su opinión, "los jóvenes cristianos deberían ser fermento en medio de la universidad y de los ámbitos donde los jóvenes se mueven". También considera fundamental dar a conocer la labor social de la Iglesia "para atraer a los jóvenes a la transformación social desde el Evangelio".

Reconoce que "hay una gran indiferencia hacia la religión que viene motivada por la falta de fe. La sociedad actual es más pragmática y empírica, lo que conlleva la relativización de la fe". Sin embargo, mantiene la esperanza: "Hay muchos buscadores de sentido que necesitan modelos de creyentes que atraigan y seduzcan. Yo tengo confianza en que esta situación social volverá a buscar sentido en la fe de Jesucristo y vivir en la Iglesia".

Al hacer balance de sus casi 33 años de sacerdocio, Nacho se muestra agradecido: "Han sido tantas personas, tanto compartir la fe y la vida, y tantas relaciones que me siento muy agradecido al Señor que me llamó, destinó y envió para hacerle presente con mi persona". Y concluye con un mensaje dirigido especialmente a los jóvenes: "Merece mucho la pena responder a las llamadas que Jesús os hace de seguirle. Atrévete y ama".

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