Por fin ya tenemos sentencia del caso que nos ha tenido año y medio hablando de consentimiento y machismo en el fútbol. La Audiencia Nacional ha declarado a Luis Rubiales culpable de un delito de agresión sexual por aquel beso que le dio a Jeni Hermoso sin su permiso durante la entrega de medallas tras alzarse con el título de campeonas del Mundial-2023 en Inglaterra.
Acabo de echarle una hojeada y no salgo de mi asombro. El juez impone al tal Rubiales el castigo más bajo posible: una multa de 10.800 euros. Menos mal que al menos lo considera culpable de un delito de agresión sexual. Y le absuelve, junto al resto de acusados, del delito de coacciones.
Total, que la pena es inferior a la que pedía Fiscalía, más de dos años de cárcel, porque de ser menos, no habría tenido que ingresar en prisión. Pero lo más indignante no es que la pena haya sido tan baja, lo más indignante son las razones por las que no ha sido más alta: la sentencia descarta que la agresión estuviera agravada por un abuso de superioridad a pesar de que el agresor era el presidente de la Federación y la víctima una jugadora simplemente.
Según el juez, el tal Rubiales, no se valió de su condición de jefe, y el beso en cuestión no le causó un daño tan grave. Pero aquí no acaba la historia de aquel beso. Ni mucho menos. La agredida no está de acuerdo con el juez y anuncia ejercer su derecho a recurrir la sentencia; yo, para ser sincera, tampoco, y de estar en su lugar, haría lo mismo. Si había confianza para celebrar la victoria con aquel beso o no la había, es algo que solo lo saben ellos, pero fuera un beso esperado, o fuera un beso inesperado, los jueces deben empezar a tener en cuenta que las mujeres, al igual que los hombres, tienen derecho a decir ¡basta! aunque antes hayan dicho siempre sí o nunca hayan dicho no, que viene a ser lo mismo, que lo mismo viene a ser.
Tampoco el tal Rubiales se muestra contento y también piensa recurrir. Dos años de cárcel por un beso sin violencia habría sido excesivo, pero una multa de menos de 11.000 euros por un delito de tal naturaleza para alguien que no tiene que pedir prestado para pagarla, es tan ridículo como aquel beso que él llamaba pico, término, cabe señalar, que ya tiene más de grosería, de abuso y de machismo que de respeto, de empatía y de consideración. Esperemos que no acaben dándole una medalla por “valiente”.
De todos modos estoy segura de que si aquel día, aprovechando que estaban rodeados de gente entusiasmada con el triunfo, con la reina Leticia delante y las cámaras de televisión mostrando el acto al mundo entero, la jugadora le hubiera propinado un buen puñetazo en los “morros”, se hubiera ahorrado lo penoso de tener que denunciar, que no es plato de gusto, los disgustos de tantos imputados que tan pronto la apoyaban a ella como lo apoyaban a él, y hasta se habría ido sin tener que echarlo de vergüenza porque el bofetón del escarmiento, al menos en este caso, habría sido más rápido, más útil y más ejemplar, que el peregrinar por los tribunales por el beso de un machista.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.