Ambiente festivo en los 'Tablaos' a pesar de la tarde desapacible en el Festival picado del sábado
Los cielos amenazaban lluvia, pero a la hora en punto se hizo el despeje de plaza y comenzó el festejo, sin que el frío invernal de este sábado de Carnaval restase un solo aficionado. Ambiente de gala para un magnífico cartel encabezado por la leyenda de Enrique Ponce, quien apura sus últimas galas actuando en festivales, tras su reciente retiro en la México. Ponce, que era uno de los ganchos del cartel, llegó con ilusión para estoquear el que seguramente será su último toro en Salamanca y el hombre se llevó el mal sabor de boca de corresponderle uno que apenas se tenía en pie, donde le tocó hacer las veces de enfermero, mimando las embestidas (¡cuando quien debe protegerse es el torero!) con suavidad para que no se derrumbase y con el mal rato de no poder rubricar su último éxito en tierra charra, por culpa del nulo juego de la res de quien fue uno de sus grandes rivales, Julián López ‘El Juli’. Eso si, muy cariñoso el púbico con el maestro valenciano.
Mejor suerte tuvo Talavante, que se enfrentó a un novillo encastado y repetidor, que acudía a los engaños con prontitud y humillando para que el extremeño corriese la mano con elegancia. Más aún lo hizo en dos series de naturales, despaciosas y con un enorme empaque. El trasteo fue largo, siempre a la altura del excelente novillo donde la estocada defectuosa inicial le restó que el premio fue más importante, tanto numérico como en consideración popular. Pero de sus telas surgieron los momentos de más torería de la tarde.
Se quedaba cortó ya de capote el novillo de Juan Ortega y abrevió el estilista de Triana, quien ente la falta de clase y antes que le pegase una voltereta optó por matarlo enseguida, lo mejor que podía hacer. De una estocada con facilidad lo mandó a los matarifes y aunque hubo alguna voz discrepante en el torero cuando no pude ser la brevedad es el mejor premio.
El cierra plaza en la salida complicó un poco a Raquel Martín, que se vio comprometida en un par de ocasiones para levantarse con arrestos y volver frente a él, sabedora que esta tarde era muy importante para ella. Y lo demostró en la faena de muleta, tras brindar al público, mostrándose firme, con sentido del temple y de armonía en el embroque, a pesar de que al novillo le costaba humillar y derrotaba contra la pañosa, pero la novillera no se arredró y dejó muy buenas sensaciones, aunque con el mal sabor que el mal uso del descabello le privó de disfrutar un premio grande, quedándose con la miel en los labios.
Ciudad Rodrigo es un espectáculo. Lo es todos los días del año, pero llegando el Carnaval del Toro es el mejor lugar para perderse y disfrutar de la magia de sus gentes. Enseguida encontramos a un montón de amigos desbordados por una contagiosa alegría. Muchos han venido de fuera y entre ellos a un grupo de Colmenar Viejo que tienen al toro bravo como la bandera de su vida y a quienes saludamos en un bar tan típico como El Rebollar. De Madrid llegó un aficionado natural de la valenciana villa de Játiva, con plaza de notario en Madrid, que ha seguido a Ponce por todas las plazas en su última temporada –tanto por España como por América- y nada más finalizar el festejo emprendió a Jaén, donde está anunciado este domingo en otro festival. Me contaba que iba a plasmar esas vivencias en un libro, porque lo que ha vivido durante el último año es digno de compartir con todo el poncismo y quien lo quiera leer, “es uno de los cinco toreros más importante de la historia”, me comentaba eufórico. En los bajos del Ayuntamiento encontramos a don Julián López y señora, padres de una leyenda, de El Juli, en esta tarde ganaderos y con la felicidad viva de ser quien son, “Ciudad Rodrigo es único, ya llevamos viviendo varios años, antes cuando toreaba Julián y después cuando hemos lidiado. No hay un sitio en el mundo como este, tiene magia y cache de buenos aficionados”. Muy cerca Rubén Amón recibía felicitaciones por su pregón mayor y el prior de los Carmelitas, Miguel Ángel González, subía a la galería del Ayuntamiento para no perderse el festejo, mientras que un grupo de aficionados se inmortalizaban con el doctor Enrique Crespo.
Y seguimos, que mañana es el Domingo Gordo.
Se lidiaron novillos de El Freixo (propiedad de El Juli), justos de presencia y juego desigual. Sin fuerzas el primero, enrazado el segundo, complicado el tercero y aceptable el cuarto. El segundo fue aplaudido en el arrastre.
Enrique Ponce: Pinchazo y estocada (silencio).
Alejandro Talavante: Estocada defectuosa y estocada (una oreja).
Juan Ortega: Estocada casi entera (división de opiniones).
Raquel Martín: Pinchazo y estocada, cuatro descabellos (vuelta).
Ambiente: Plaza a rebosar a pesar del frío con un fenomenal ambiente.