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Un nuevo orden mundial que desprecia la dignidad humana y la inteligencia
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Desde la Code. Profesor de Derecho Penal de la Usal

Un nuevo orden mundial que desprecia la dignidad humana y la inteligencia

Actualizado 22/02/2025 11:42

El nuevo orden internacional que quiere implantarse después de la toma de posesión de Trump como presidente norteamericano, supone uno de los mayores ataques a la normativa internacional sobre Derechos Humanos históricamente promovida desde las aulas de la Universidad de Salamanca hace 5 siglos, por Francisco de Vitoria y su “Escuela de Salamanca” y construida definitivamente después de la Segunda Guerra Mundial con la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y el resto de convenios y tratados internacionales sobre la materia y que surgieron como reacción a los crímenes más horrendos jamás cometidos contra la dignidad y los derechos humanos en la Segunda Guerra Mundial., máxime cuando ya se había constituido la Sociedad de Naciones –precursora de la ONU- y concebida con posterioridad a la Primera Guerra Mundial por el Tratado de Versalles en 1919 para –según sus promotores- “promover la cooperación internacional y para lograr la paz y la seguridad”.

No obstante, la llegada de Trump no es más que la consolidación del ascenso de una ultra derecha mundial que está dispuesta a volver a los tiempos históricos de la barbarie, porque, entre sus objetivos está la destrucción de lo que hoy conocemos como el “Estado de Bienestar”: derogar las pensiones de jubilación, eliminar la sanidad y la educación públicas, suprimir las ayudas a la dependencia y al bienestar social, liquidar las condiciones laborales dignas y las prestaciones por desempleo y, en consecuencia, fomentar las desigualdades sociales y económicas. Si a esto se acompaña la progresiva desaparición del Estado y la eliminación de un “sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad” como establece nuestra CE, impulsando que los más ricos paguen cada vez menos impuestos –como pretenden Milei y sus acólitos mediáticos con la metáfora de la “motosierra”-, el futuro social será caótico y sólo podrán sobrevivir los más fuertes, las élites económicas y los esbirros asalariados –familiares y amigos- de los gobernantes de turno. Para ellos sí habrá dinero público, aunque no hayan trabajado nunca y hayan vivido de chiringuitos constituidos “ad hoc” como es el caso del líder de VOX, Santiago Abascal.

Y todo esto está ya ocurriendo en algunos lugares de España, como Madrid, donde los más poderosos del mundo campean a sus anchas, comprando los inmuebles más caros de la ciudad e implantando sus empresas para impulsar un liberalismo económico salvaje que demanda un endurecimiento de la legislación laboral, recortes de salarios y explotación de los trabajadores. Madrid, Donde se están recortando las ayudas económicas a la sanidad publica y a la educación. La prueba más evidente es la penuria económica en la que mantiene el gobierno madrileño de Ayuso a las universidades públicas, mientras que potencia escandalosamente la creación de universidades privadas, donde sólo pueden estudiar los hijos de los más ricos. También lo hemos visto con el trato más indigno y cruel que el gobierno de Ayuso dio a los ancianos de las residencias madrileñas, en las que murieron en la más absoluta indignidad más de 7.000 ancianos que no derivaron a los hospitales, cuando debieron hacerlo, porque, total, como dijo Ayuso se iban a morir igual. Aún así, aunque “muriesen igual”, muchos de ellos fallecieron con más sufrimiento y sin la posibilidad de que les aplicaran medidas paliativas para, al menos, morir con la dignidad y el respeto que merece todo ser humano.

Pero lo más curioso y a la vez peligroso, es que en Madrid teóricamente no está gobernando un partido de ultraderecha del estilo del “Trumpismo” de USA o del de MIlei en Argantina, no es VOX, es el PP de Feijóo quién está aplicando la gestión política más reaccionaria y económicamente más ultra liberal que está suprimiendo los derechos fundamentales y sociales de los ciudadanos pertenecientes a los sectores menos favorecidos y vulnerables (que son la mayoría).

Resulta paradójico, a su vez, que, en el caso español, estos gobernantes reaccionarios avalen esa gestión política y, por otra parte, se definan a sí mismos como los mayores defensores de la Constitución Española, cuando ésta garantiza un Estado Social y Democrático de Derecho. Y destaco lo de “Social”, porque en el aspecto económico hay una gran diferencia ente el “Estado Social” de Derecho y el “Estado Liberal” de Derecho. En el segundo se prevé que el Estado intervenga lo menos posible en la economía. “Laissez faire, laissez passer” es su lema; “estados liberales” que se construyeron en las primeras democracias modernas. Pero, en el primero –que es el que avala nuestra Constitución-, el Estado debe intervenir en los procesos económicos para corregir las desigualdades sociales y económicas y promover el “equilibrio económico”. Esto es lo que pregona a voces nuestra Constitución Española de 1978 en sus disposiciones, concretamente en su Título I, sobre todo en los Capítulos Segundo (derechos y libertades), Tercero (de los principios rectores de la política social y económica) y Cuarto (de las garantías de las libertades y derechos fundamentales). ¿Por qué son tan políticamente hipócritas los líderes de VOX y muchos del PP que se manifiestan públicamente tan fervientes seguidores de la CE si con su gestión política demuestran todo lo contrario, es decir, están atacando ferozmente los principios y valores previstos en nuestra Carta Magna?

El mundo, de manos del “Trumpismo” y de políticos reaccionarios como Ayuso, está caminando hacia la deriva más estrepitosa. Incluso se atisba hasta en los gestos, los símbolos e incluso los protocolos que están “vendiendo” Trump, Musk, Milei o Ayuso a la opinión pública. Es escandaloso que Musk lleve a su hijo pequeño a la Casa Blanca, lo suba a sus hombros y cuando lo baja, el niño se acerque a todo un presidente norteamericano y le diga “quiero que cierres la boca” o “te tienes que ir” y que e presidente norteamericano, entre gestos de desafío y rabia, primero, e incredulidad después, diga que el niño “tiene un gran coeficiente intelectual”. ¡Vaya nivel! Quizá Trump, como ciudadano éticamente poco edificante, sí merezca que le digan eso, pero ¿es la Casa Blanca lugar para celebrar estos “saraos”, más típicos de una barra de bar o de un patio de colegio –con el debido respeto a estos lugares-? No sé qué pensaran de todo esto los norteamericanos sensatos a los que representa Donald Trump.

Y, desde luego, los planes de Trump de deportar o trasladar por la fuerza a los ciudadanos de Cisjordania y Gaza a otros países, es un crimen de “lesa humanidad” no menos grave que los crímenes cometidos por los nazis contra los judíos y disidentes políticos en sus campos de exterminio y de concentración.

Malos tiempos nos esperan, tiempos en los que los gobernantes son ridículas marionetas, despreciables guiñoles movidos por los que realmente dominan el mundo: los más ricos y poderosos de la tierra, esos “hombres y mujeres de atrás” que se están comenzando a frotar las manos. Un mundo en el que el desprecio a la vida y al resto de derechos humanos de la inmensa mayoría de la sociedad, es palmaria y sobrecogedora, además de la humillación más estrepitosa de la ciencia y de la inteligencia. Parece que este tipo de gobernantes desea que vuelvan los fatídicos y necrófilos tiempos de “muera la inteligencia y viva la muerte” ¿Dónde queda el principio de humanidad, ese, que, por cierto, también defienden los ideales cristianos que, por otra parte, tanto dicen profesar políticos como Ayuso, Abascal o Feijóo?

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