"Me jubilé con la idea de que podía y quería hacer otras cosas, la experiencia en Guinea es muy emocionante y muy motivadora"
Desde las aulas de Salamanca a la selva amazónica y a Guinea Ecuatorial. La historia de Sagrario Rollán, una profesora salmantina jubilada, es un llamativo ejemplo de cómo la vocación de servicio puede trascender la vida profesional y llevar a una persona a vivir experiencias transformadoras en los rincones más remotos del planeta. Tras una vida dedicada a la enseñanza de filosofía, esta salmantina decidió que su jubilación no sería un retiro, sino el comienzo de una nueva aventura: la de misionera voluntaria.
Rebosa vitalidad y energía positiva, por eso charlar con ella es una 'inyección' de optimismo. "Me pude jubilar temprano como profesora, por eso llevo ya cinco años de rumbo por el mundo", comenta Sagrario al inicio de la entrevista, en la sala de reuniones de SALAMANCArtv AL DÍA, dejando entrever que su jubilación fue más bien un punto de partida que una meta. Y es que, aunque su trayectoria profesional estuvo ligada a institutos de Castilla y León, incluyendo el emblemático Fernando Rojas de Salamanca o el de Vitigudino, entre otros de los que guarda muy buenos recuerdos, su espíritu inquieto y su deseo de contribuir a un mundo mejor la impulsaron a buscar nuevos horizontes.
Nacida en Salamanca y formada en la Universidad Pontificia y la Universidad de Lovaina en Bélgica, Sagrario siempre sintió una conexión especial con la idea de la misión y el voluntariado. "Yo creo que siempre, desde que era pequeña tenía como la ilusión, también quizá porque conocí gente de ese ámbito, de ir a un lugar, digamos de misión, que hoy se dice voluntariado o voluntaria de misión", explica, recordando cómo desde niña soñaba con África.
Tras años de docencia, primero en secundaria y luego colaborando con la universidad, Sagrario, que tiene una hija, también es pintora y ha publicado varios libros de poesía, se jubiló y, lejos de quedarse inactiva, contactó con Misioneros Dominicos Selvas Amazónicas, una ONG con sede en Madrid. "No me jubilé para no hacer nada. Me jubilé justamente con la idea de que podía y quería hacer otras cosas", afirma con convicción.
Esta organización, perteneciente a los dominicos y abierta a voluntarios laicos, le brindó la oportunidad de cumplir su anhelo. "Son unas ONGs que pertenecen al ámbito religioso, pero que son muy abiertas. Lo único que te piden es que cuando te vas a incorporar, hagas unas sesiones de formación", detalla sobre el proceso de preparación que incluye temas como derechos humanos e interculturalidad.
Su primer destino fue Perú, un lugar que inicialmente le resultó desafiante. "Esa experiencia fue de soledad, de lejanía, de ¿yo a qué he venido aquí?", confiesa Sagrario, describiendo los duros comienzos en un internado, que estaba muy apartado en la selva. La sensación de aislamiento marcó esta primera experiencia. "Fue muy solitario y además tampoco se comía bien, porque allí se pasaba hambre", recuerda con franqueza.
A pesar de las dificultades, esta intrépida salmantina ejerció como apoyo en el internado, acompañando a adolescentes y facilitando su estudio. "A veces bajaba al colegio de profesora, pero sobre todo estaba de apoyo, porque era un internado muy grande con muchos adolescentes y también chicas, por otra parte colaboraba con la directora del internado", explica sobre su labor en Perú.
Aunque la 'aventura' peruana fue dura, no la desanimó. Al contrario, la impulsó a repetir, aunque el destino cambiaría inesperadamente. Problemas políticos en Perú la llevaron a contactar con un misionero dominico de Guinea Ecuatorial, abriendo un nuevo capítulo en su periplo solidario.
Guinea Ecuatorial supuso un giro radical en su trayectoria como voluntaria: "Guinea es una experiencia africana, y quien haya estado en África lo entiende porque es una sacudida de adrenalina, de fuerza, de resiliencia a pesar de las dificultades, de vitalidad en la gente... entonces es muy emocionante y muy motivador", describe con entusiasmo Sagrario.
En Malabo, la capital, encontró una realidad vibrante y apasionante, donde la docencia volvió a ser protagonista. "Allí sí que vuelvo a ser docente, que siempre me gustó. Doy clase en bachillerato, también en la universidad, y hago apoyo en el ámbito de formación pastoral con adolescentes, con mujeres, con lo que me pidan", detalla con un brillo especial en los ojos.
La conexión con la gente, la vitalidad del entorno africano y la utilidad de su trabajo la motivaron a volver. "He visto que hay trabajo que hacer y que es una tarea útil, semejante a la que yo puedo haber hecho aquí, pero que con la formación que llevo de aquí, allí es más enriquecedora. Y luego, creas vínculos con los niños, con los adolescentes, con las mujeres del vecindario, y eso eso te arrastra, ¿no?", reflexiona sobre el impacto de su labor.
Para Sagrario, la jubilación no significó detenerse, sino redirigir su energía hacia nuevas formas de contribución a la sociedad. Y es que reconoce que en su etapa profesional fue feliz, aunque esa docencia de sus inicios cambió y se jubió "un poco cansada", aunque precisamente eso la motivó para buscar nuevos horizontes tras su etapa como profesora.
Ahora, reparte su tiempo entre Guinea Ecuatorial y Salamanca, donde colabora con instituciones académicas y disfruta de su entorno. "Allí es hacia afuera y aquí vuelvo y es hacia adentro, pero trabajo bastante", resume sobre su vida actual, que combina la acción solidaria con la reflexión intelectual.
Y mientras tanto no deja de hacer planes: "el siguiente viaje es a la India, me ha surgido una oportunidad de conocer otras realidades, pero ya estoy haciendo mis planes para agosto y septiembre, iré primero a Camerún, porque me tienta mucho seguir conociendo África, luego pasaré otros meses en Guinea y no hago planes más allá", concluye, dejando claro que su espíritu aventurero y su compromiso social siguen intactos.
Antes de despedirnos, Sagrario resume con sencillez su estado actual: "Estoy contenta de la vida", afirma, transmitiendo una vitalidad y una satisfacción que inspiran a seguir sus pasos y a buscar, cada uno a su manera, cómo hacer del mundo un lugar mejor.