Feijóo llegó a Madrid con tantas prisas por llegar a Moncloa que se salió del camino recto, empezó a sortear atajos y se encontró con lo que no esperaba: piedras y más piedras en las que tropieza y cada vez le cuesta más trabajo levantarse.
Si Feijóo no se hubiera dejado llevar por las prisas jamás se hubiera atrevido a tildar a ningún partido de corrupto, de inmoral, de inepto y otras lindezas del mismo jaez, porque de todo esto sobra en su partido, y cuando se acusa a los vecinos de lo que se tiene en casa para que los crean mejores, se pierden todas las razones.
Si Feijóo no se hubiera dejado llevar por las prisas habría tenido tiempo para darse cuenta de que a los pueblos no se los gana a golpe de insultos, de gritos, de mentiras, cambiando de opinión en función de sus intereses, acusando al Gobierno hasta de los desaguisados que recibió del de su partido como recortes en las pensiones, contratos de trabajo basura, objetivos para que los cargos engordaran su nómina, agresivas políticas para arruinar a los autónomos y el destrozo de la sanidad por citar algunos, provocando enfrentamientos entre los ciudadanos y tomándoles el pelo como si fueran tontos, se los gana con responsabilidad, explicando cómo piensa resolver las cosas y dando muestras creíbles de que no seguirá los pasos de sus antecesores.
Si Feijóo no se hubiera dejado llevar por las prisas no habría tardado en entender que las buenas cabezas de su partido, que haberlas las hubo, han ido desfilando para no ser cómplices de tantas incoherencias, de tantos despropósitos, de tantos tejemanejes, y lo han dejado con las que no tendrán reparo en ayudarle a seguir los pasos de Pablo Casado. Parece tan atado de pies y manos que ni siquiera se atreve a cesar al presidente valenciano. ¿Cómo es posible que un señor que se pasó no sé cuántas horas comiendo y bebiendo tan ancho y tan pancho en un restaurante con una amiga para ofrecerle un cargo mientras que las alcaldesas de las zonas afectadas le pedían auxilio inútilmente porque sus vecinos se estaban ahogando siga en el cargo? Esperemos que sea porque no tiene quien pueda y quiera sustituirlo, porque si es para premiarlo por su gestión, estaríamos hablando de otro tropezón tan grave como el último, el que ha tenido en vilo a los pensionistas unos días que ya contaban con la subida de sus pensiones, a los beneficiarios de descuentos en autobuses urbanos y trenes de cercanías y a las víctimas de la DANA que esperaban las ayudas como agua de mayo por unirse PP, Vox y Junts, que ya tiene gracia la cosa, para tumbar un decreto del Gobierno que ya estaba en vigor por el simple hecho de desgastar al presidente que finalmente ha conseguido resolverlo afortunadamente, porque a los ciudadanos ni les importan sus ambiciones, ni les preocupan sus disgustos, les importa y les preocupa su pan de cada día y el de sus familias y ya están hartos de tantas estupideces. Lo que no está tan claro es que Feijóo abra los ojos y entienda lo que más le valdría entender: que las prisas no son buenas para nada.
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