Librada Fuentes, una enfermera salmantina que desafía al cáncer con valentía y fe: “Hay que vivir cada día”

El 20 de octubre de 2023, Librada Fuentes, una enfermera salmantina de 57 años, recibió un diagnóstico que cambiaría su rutina de forma radical: cáncer de páncreas. Este tipo de cáncer, conocido por su agresividad y su diagnóstico tardío, puede ser devastador, pero esta natural de Vitigudino decidió que no se dejaría vencer. Desde ese día, su vida se ha transformado en una lucha constante, no solo contra la enfermedad, sino también por mantener su espíritu y su alegría intactos.

El camino hacia su diagnóstico no fue sencillo. Librada comenzó a tener síntomas en abril de 2023, cuando una pancreatitis la llevó a ser ingresada. Durante meses, sufrió molestias y se sometió a diversas pruebas, pero los médicos no lograban identificar la causa de su malestar. Fue solo en septiembre, tras una nueva serie de exámenes, que se detectó una lesión en su páncreas y tras eso, en octubre, el diagnóstico cruel. "Al principio, no te lo crees. Tienes muchos miedos y dudas, especialmente por la familia", recuerda Librada, quien, como profesional de la salud, conocía bien la gravedad de su situación.

El diagnóstico fue un golpe duro, no solo para ella, sino para sus hijas y toda su familia, quienes se sintieron abrumados por la tristeza y la preocupación. Librada, sin embargo, decidió que no permitiría que el cáncer definiera su vida. "Tomé la decisión de vivir cada día feliz", afirma con una sonrisa que refleja su espíritu indomable. A lo largo de más de un año de tratamiento, ha enfrentado ciclos de quimioterapia y radioterapia, momentos de incertidumbre y recaídas, pero siempre con una mentalidad positiva. "Soy bastante positiva, intento llevarlo bien", dice, recordando cómo, a pesar de las dificultades, ha logrado encontrar momentos de luz en medio de la oscuridad.

El proceso de tratamiento ha sido un viaje lleno de altibajos. Librada comenzó con ciclos de quimioterapia que, aunque difíciles, los enfrentó con valentía. "Al principio, fueron ocho meses de tratamientos. Tenía muchas molestias, pero intenté llevarlo lo mejor posible", comparte. Sin embargo, en octubre de 2024, se produjo un nuevo revés: durante una revisión, los médicos detectaron metástasis en el hígado. "Ese fue un momento muy duro. Me volvieron a hacer pruebas y me dijeron que había que volver a la quimioterapia", recuerda Librada, con la voz entrecortada. A pesar de la adversidad, Librada se aferra a la esperanza y continúa con su tratamiento, recordando que cada día es una nueva oportunidad.

Actualmente, Librada sigue en pleno proceso de quimioterapia, con sesiones programadas hasta marzo de 2025, cuando le repetirán las pruebas para evaluar cómo ha evolucionado su enfermedad. "El tumor sigue ahí, no se ha podido reducir, pero parece que está un poco controlado", explica. A pesar de la incertidumbre, su determinación es inquebrantable. "Mientras yo pueda hacer una vida normal, seguiré adelante", dice con una sonrisa. Su mensaje es claro: nunca debemos rendirnos, y siempre hay razones para seguir luchando.

"La forma de ver las cosas ha cambiado. No hay más opciones. O lo tomas y disfrutas cada día, o te quedas en casa llorando", reflexiona. Esta perspectiva le ha permitido reconectar con viejas amistades y fortalecer los lazos con su familia, quienes han sido su mayor apoyo en este proceso. "Sentirte querido y los abrazos, son vitales", asegura.

La fe, la mejor compañera de viaje

La fe ha sido otro pilar fundamental en la vida de Librada. A medida que enfrentaba los desafíos de su enfermedad, se dio cuenta de que su relación con Dios se había fortalecido. "Me he acercado más a Dios. Para mí, es fundamental", confiesa. Su espiritualidad le ha proporcionado una fuente de fortaleza y valentía para enfrentar cada día. "No tengo miedo a morirme, tengo miedo al dolor", dice, enfatizando que su fe le ha permitido aceptar su situación con serenidad. "Creo que aquí estamos un poco de paso y hay algo más después de la muerte que da sentido a la vida", añade, reflejando su profunda conexión con lo espiritual.

A lo largo de este duro viaje, Librada ha aprendido que es normal tener momentos de debilidad y tristeza. "Es normal que todo el mundo tenga derecho a la pataleta", dice, reconociendo que la lucha contra el cáncer no es fácil. Sin embargo, su mensaje para aquellos que enfrentan un diagnóstico similar es claro: "Vivan cada día, busquen momentos bonitos, no se rindan. La actitud es fundamental. El cincuenta por ciento lo hace el paciente", afirma con convicción.

En su camino, Librada también ha encontrado consuelo en la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer). Ha participado en grupos de apoyo, terapias y comparte su historia con otros que atraviesan situaciones similares. "La ayuda psicológica es necesaria, no solo para el paciente, sino también para los familiares", dice, reconociendo que el proceso de enfrentar el cáncer afecta a todos los que rodean al enfermo.

Librada, con su testimonio, refleja la fuerza del espíritu humano. Su proceso sigue, y con cada sesión de quimioterapia, Librada se aferra a la vida, decidida a seguir luchando por su bienestar y por aquellos que la rodean. Quedan muchas risas y miles de abrazos por dar.