Como matanceros mayores fueron designados Luisa Simal Manzano y Víctor Martín Martín y como matanceros de Honor Hipólito Martín González y Carmen Sánchez Holgado
Los vecinos de Guadramiro celebraban este sábado, primer día de febrero, su segunda Fiesta de la Matanza Tradicional, evento incluido en el calendario de matanzas promocionadas por la Diputación de Salamanca y cuyo objetivo es mantener viva una tradición muy arraigada al mundo rural y que poco a poco está desapareciendo por distintos motivos.
La principal protagonista de la fiesta sería una cochina ibérica de 20 arrobas, jornada que arrancaría pasadas las once y media de la mañana con la llegada de la gorrina ya inerte. Este momento coincidía con el desayuno típico matancero a base de aguardiente, perrunillas y dulces para todos los asistentes, amenizado por los tamborileros de la localidad Diego Rengel y Pepe Calles.
A continuación el alcalde de Guadramiro, Albert Calderón, procedía al nombramiento de matanceros y matanceras Mayor y de Honor de esta segunda edición de la Fiesta de la Matanza Tradicional en la localidad. Como matanceros mayores fueron designados Luisa Simal Manzano y Víctor Martín Martín, y como matanceros de Honor recibían sus correspondientes diplomas Hipólito Martín González y Carmen Sánchez Holgado. Igualmente, con motivo de la celebración de Santa Águeda el próximo 5 de febrero, fiesta que en Guadramiro se adelantaba a esta jornada, Albert Calderón hacía entrega del bastón de mando municipal a Mª Natividad Santos Vicente como aguedesa mayor.
Seguidamente, el grupo de colaboradores comenzaba el chamuscado de la cochina con paja de centeno. Tras la limpieza del cuero, mediante raspado con piedras, cuchillos y agua, llegaría el momento de despiece. Pieza por pieza iban llenando un grueso varal dispuesto entre dos viejos carros para el enfriado de las carnes, así hasta que las hojas de tocino quedaron limpias.
Entre tanto, las mujeres procedían a la preparación de las patatas meneás para la comida, plato acompañado de panceta y chichas. Pero antes de ese momento, el público pudo degustar un aperitivo de carne del cerdo hecha a la brasa. Al mismo tiempo, los más pequeños pudieron participar en un taller de elaboración de embutido, para finalizar las labores matanceras con la subasta de las distintas piezas de carne extraídas de la cochina ibérica, todo narrado por el maestro de ceremonias, que a lo largo de la jornada explicó cada momento del proceso de la matanza.
Una vez concluida la comida con la asistencia de 200 comensales, a última hora de la tarde las águedas tendrían su tradicional convite en el bajo del ayuntamiento.