No estaría mal que en la próxima sesión de control al gobierno en el Congreso de los Diputados, una vez iniciado el vigente periodo de sesiones de la Cámara, el presidente, algún miembro del gobierno o algún diputado de otras formaciones políticas espetara a Feijóo que su caricatura política provoca más carcajadas que todas las películas del Gordo y el Flaco, de Buster Keaton y de Charlot juntas. A mí, personalmente, Feijóo, como actor político, me recuerda mucho a la delirante interpretación del gran Peter Sellers en la desternillante película de Blake Edwards “The Party” (La fiesta), aunque en España fue conocida como “El Guateque”. Un personaje, que se cuela por un error de invitación en una fiesta, en la que terminará siendo el protagonista, pero por su torpeza, provocando la burla de todos los presentes.
Fuera de parangones cinematográficos, Feijóo se ha colado en la política nacional con la única obsesión de ser presidente del gobierno y va a terminar lastrado por su propio partido, como lo fue Casado; porque, probablemente y en un momento de lucidez, Feijóo cuestione también la peculiar y tiránica metodología política que practica Ayuso en Madrid y hacer eso es firmar su propia sentencia de muerte. Aunque, por otra parte, quizá le interese seguir “tragando” con tal de conseguir su objetivo final.
El motivo por el que Feijóo aparece en la política nacional como un gato en un garaje es debido, únicamente, a su fantasmagórica, torpe y mendaz forma de plantear su actuación política, por su incoherente, insensata y manipuladora forma de gestionar los intereses de los ciudadanos. Cambia de criterio constantemente y, lo que es más grave, quiere engañar a los ciudadanos como si fuéramos niños, utilizando tácticas de trilero de feria que sólo se cree él, solemnizando las mentiras y apoyándose en sus aduladores mediáticos, quienes intentan transmitir a la sociedad que es rigurosamente cierto lo que dicen Feijóo. Ayuso y su séquito. Sólo acude a medios de comunicación afines (como también hace Ayuso) porque sabe que no le plantearán preguntas incómodas que lo acorralen, que lo pongan frente al espejo y no pueda salir indemne, como hizo en su día la periodista Silvia Intxaurrondo.
Resulta esperpéntico que hace poco más de una semana, Feijóo y su cuadrilla votaran en el Congreso en contra de la convalidación de un Real Decreto Ley que, entre otras cosas, incrementaba las pensiones, establecía ayudas para el transporte público e indemnizaciones para los afectados por la DANA de Valencia. Lo argumentaban entonces en que también el Real Decreto Ley llevaba una medida, según ellos “tramposa”, que era la devolución al PNV de un palacio en París, que había sido de su propiedad, pero que fue confiscado por los nazis durante la ocupación de Francia a principios de los años 40 del pasado siglo, devuelto después al gobierno franquista, pero que legítimamente pertenecía al PNV. Tanto Feijóo como el resto de los miembros del PP dijeron hace una semana que esta devolución era inadmisible, miserable, calificando al PNV de querer “hacer caja”, de partido “aprovechategui”, de “pelotazo inmobiliario de los nacionalistas”. Pues bien, tan sólo una semana después, han apoyado un Real Decreto Ley parecido, en el que van las medidas expuestas y también la devolución del palacio parisino al PNV. ¡esto es coherencia, lo demás es un cuento! ¡VERGONZOSO!
La torpeza, insensatez y estupidez política de Feijóo llega aún más lejos, dado que en el Real Decreto ómnibus que no apoyó el PP iban también medidas de entregas a cuenta a las Comunidades Autónomas, un montante de algo más de 10 mil millones de euros, que decayeron por el voto en contra, entre otros del PP, algo que las Comunidades gobernadas por el PP han afeado al propio Feijóo. Por otro lado, en la rueda de prensa dada por Feijóo el pasado jueves en la que dijo que iban a apoyar el Real Decreto Ley nuevo, culpando al gobierno de todos los males, dijo que iban a presentar una proposición de ley de vivienda prácticamente idéntica al proyecto que presentó el gobierno hace unos meses y que el PP votó en contra. Incomprensible. Medidas que el PP no ha apoyado en su día con un solo objetivo: ir contra el gobernó, lo haga mal o bien, sin importarles los intereses generales de los ciudadanos ni el progreso y bienestar de los mismos. El PP se ha abonado a la histórica frase del ministro de Hacienda de Rajoy, Montoro, que estando en la oposición al gobierno de Zapatero, en 2010, decía aquello de “que caiga España que ya la levantaremos nosotros cuando gobernemos”.
Carlo M. Cipolla, uno de los mayores historiadores del siglo XX, decía en su monografía “las leyes fundamentales de la estupidez humana”, que “la humanidad se encuentra en un estado deplorable”, lo cual atribuía, en buena medida, “a la abundancia de los estúpidos, la más peligrosa categoría de los seres humanos, que nos rodean por todas partes, dispuestos a hacernos daño”. Si esta categoría de seres humanos es la que más abunda en la política nacional e internacional, acabaremos, por desgracia, como acabó el mundo inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. En un Estado Social y Democrático de Derecho, los ciudadanos tenemos el derecho y el deber de cambiar esta situación. ¡Hagámoslo!
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