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Ciudad Jardín, el barrio que surgió de una utopía (FOTOS)
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Ciudad Jardín, el barrio que surgió de una utopía (FOTOS)

Actualizado 26/01/2025 11:24

Un ambicioso proyecto urbanístico con una nueva concepción de las ciudades que "se quedó en el papel" fue el origen de un barrio, que 'ni era ciudad ni era jardín', aunque ahora "ha cambiado mucho"

Ciudad Jardín es ese pequeño barrio del norte de Salamanca ubicado entre las avenidas de San Agustín y de la Merced, o entre las carreteras de Valladolid y Fuentesaúco. Forma parte de una zona sobre la que se ideó un proyecto, que comenzó a desarrollarse, pero que nunca se terminó, quedando unas casas que dieron origen a lo que hoy es Ciudad Jardín, que, como se decía hace años, era el barrio de las dos mentiras: ni ciudad ni jardín.

“El origen del barrio es una utopía”, afirma Fernando García, presidente de Ciujar, acompañado de Mari Paz y Agustina, miembros también de la asociación de vecinos. “Copian de Europa todo eso de las ciudades jardín y aquí querían hacer una ciudad jardín que cogería también Garrido; lo que hoy es Ciudad Jardín sería una de las partes del proyecto que se quiso realizar primero, porque aquí vieron un posible negocio muy interesante, por la plusvalía que se generaría con las tierras que circundaban lo que sí iba a ser Ciudad Jardín”. Era “un pelotazo de estos de los buenos, pero no podía ser. De hecho, esto estaba en el proyecto con piedra de Villamayor y se convirtió en unas líneas que pintaron en la paredes, que todavía existe en algunos edificios, que simulaba la piedra de Villamayor, porque eso era imposible. Además el tipo de viviendas que hay no guarda mucha relación con la gente que luego vinimos a vivir. Son casas muy grandes, de 100 metros cuadrados”.

Una zona muy lejana, en la que “no había nada, solo campos sembrados”. Eran los años 50 del siglo pasado. Fernando, Mari Paz y Agustina se fueron a vivir al barrio en el año 1953; las casas llevaban unos años construidas, pero estaban cerradas y comenzaron a tener inquilinos de distinta procedencia. “Muchos eran militares a los que destinaban de repente o gente de Matacán; había sobre todo personal civil, pero también militares”. Otros, vinieron directamente del pueblo.

Recuerdan que cuando llegaron vivían varias familias en una casa. “Era lo más normal, hubo hasta tres familias, pero lo normal eran dos, porque no se podían pagar las rentas”.

"Esto era un barrizal"

Cuando llegaron “esto era un barrizal. Las casas estaban bien, pero las infraestructuras… Por ejemplo, entraba un camión y se rompían las tuberías, aunque eso es algo que ha ocurrido hasta hace cuatro días”. Cada dos días tenían que ir a buscar agua al depósito ubicado en la trasera del bloque 1 de los edificios. “Daban agua cada cierta horas, se llenaba el depósito y cuando se agotaba, íbamos a buscar agua a la fuente del Cántaro o a la de los Burros, que era la del cuartel”, explican.

Y luego, añade Fernando, “la distancia a la que estaba, la carretera. Ahora cuando muchas veces bajo por la carretera digo ‘madre mía, si mi padre levantara la cabeza’, porque, claro, no había ni luz, había una bombilla abajo y otra arriba”. La gente “tenía miedo de pasar por allí”, añade Mari Paz. “Estaba muy retirado, no había autobuses, tan solo el que iba a Villares, que pasaba dos veces al día”.

A raíz de que se constituyó la asociación de vecinos, “se empezaron a mejorar las cosas, las infraestructuras. Ese primer Ayuntamiento socialista de Jesús Málaga se empeñó en que había que arreglar el barrio”, explica García. El problema es que “decían que era privado, eran viviendas de un banco hipotecario, luego las compró una empresa…”. A raíz de la Alcaldía de Málaga “se arregló, porque fue cuando empezó a moverse todo esto y los ayuntamientos eran ya democráticos, ya necesitaban el voto de la gente”, dice sonriendo.

Movimiento vecinal e implicación de los religiosos

Ciujar, la asociación de vecinos, empezó oficialmente en el año 80. “Era complicado legalizarse y estuvo por lo menos seis años antes funcionando hasta que en el 80 se registraron los estatutos”.

Había movimiento, añaden, “venían monjas, los scouts, los Salesianos se implicaron mucho, sobre todo los Claretianos, todos los bajos del colegio estaban casi para el barrio, luego ya vinieron los Dominicos, Juan de Dios... Estuvimos muy ayudados por curas”. De hecho esas primeras viviendas del barrio estaban rodeadas de colegios religiosos.

Su parroquia, San Juan Rivera, es “una casa hecha capilla”. Han conseguido arreglar un armonio “que teníamos y que no funcionaba desde hace 50 años y la primera vez que ha sonado ha sido en la Misa del Gallo”, que también han recuperado. Fernando cuenta la historia del mencionado armonio: “Aquí vivía un pastor protestante, don Luis, y tenía un armonio que nos lo regaló a los vecinos; estaba en la Iglesia, pero llevaba 50 años sin funcionar”. Convivían en el barrio, añade, "las dos religiones, que entonces eso era imposible, pero aquí se produjo eso, nos llevábamos muy bien y la condición era que él pudiera tocar el armonio”.

Ciudad Jardín tuvo en su día todo tipo de servicios: farmacia, médico, practicante, tiendas de todo tipo, carnicería, pescadería, frutería, bazar... “Teníamos de todo y ahora no nos queda de nada, queda un bar, pero parece que da más servicio a la Facultad que a los vecinos del barrio”, porque si no, no se entiende que “cierre los domingos”. Antes había dos bares, pero uno lo cerraron y se han construido apartamentos. “Los bares dan vida al barrio. Antes a ningún bar se le ocurría cerrar un domingo, porque era el día que más gente se iba, aquí no cerraba ninguno de los dos”.

"Gracias a que todo se quedó en el papel, vivimos aquí"

Ciudad Jardín cuenta con alrededor de 800 habitantes y tiene una seña de identidad propia, “por la manera en que ha surgido. Requiere como una cierta atención, porque no es normal, en el sentido de que se pretendía hacer una obra muy interesante de cara al urbanismo y la nueva concepción de las de las ciudades, con un núcleo central rodeado de ciudades jardín a cierta distancia con campo entre medias y tal. Todo eso se quedó en el papel y, gracias a que todo se quedó en el papel, nosotros vivimos aquí, porque si no, esto habría sido una ciudad para ricos”, afirma Fernando García. Aunque, añade, que “hay gente que dice que estas serían las casas del servicio de los de los chalés y de las de las ciudades ajardinadas que había en el proyecto. Fernando Cid construyó bien avispado y pensó que con esto iba a conseguir esa plusvalía de las de los terrenos que están alrededor, pero todo eso se vino abajo”.

La idea utópica de esa de Ciudad Jardín es “muy interesante y de hecho aquí hay gente que vino por esa oferta, esa calidad de vida que te podía ofrecer ese tipo de ciudad jardín hace 70 o 80 años. Era promoción privada, no pública como La Vega, que es una ciudad jardín más adecuada, aquí nos quedamos a las puertas por querer hacer una cosa demasiado grande”.

“Tendría que ser una Ciudad Jardín y estar mejor cuidada”, señala Mari Paz. “Ahora se dice menos, pero antiguamente se decía que era el barrio de las dos mentiras : ni ciudad ni jardín”. Y es que, como señala Fernando, “era todo barro, carbonilla, era una laguna, unos barros vergonzosos; era horroroso”. Pero eso es ya es historia, porque el barrio “ha cambiado muchísimo”, aunque sigue con problemas y reivindicaciones para solucionarlos.

FOTOS: DAVID SAÑUDO