Y en el nuestro. Explicaré la metáfora de la piedra: nací nueve años después del fin de nuestra Guerra Incivil. Todavía el régimen franquista no había puesto en marcha el desarrollismo y la economía, la nacional y la doméstica, estaban bajo mínimos. Consecuencias para un niño de la posguerra: nunca pude tener una bici y menos mal que mis amigos y mis primos me prestaban las suyas para que pudiera aprender a montar.
Pues, señor, un día que mi amigo Celso me prestó su bici, demasiado alta para mi corta estatura, que yo intentaba dominar con no poca inseguridad. Sucedió que por la calle Filipinas en el barrio del Rollo venía una familia que iba camino de celebrar un bautizo; ocupaban más de la mitad de la calle y me vi obligado a irme a la derecha, que estaba más libre; había hueco de sobra para pasar con seguridad y sin atropellarles, pero mi vista se concentró en la única piedra de la escasamente urbanizada calle…¡Me la tragué! …al suelo, la muñeca torcida, aunque por suerte la bici no sufrió daños; estaba aprendiendo a tocar la guitarra con un instrumento también prestado y tuve que dejar las clases… ahí se perdió un músico.
Me pasó a mí, niño de la posguerra, lo que les pasa a algunos profesionales adultos: por fijarme en lo mala y peligrosa que era la piedra, no pude ver con claridad y no sólo no disfruté, sino que me lesioné y mi orgullo, además de mi muñeca, acabaron en el suelo. Por centrarme en el mal, desbaraté el bien de una tarde de disfrute y alegría.
A la metáfora: si priorizamos la lucha contra el mal, que es necesaria, corremos el riesgo de no priorizar ni desarrollar ni salvaguardar el bien. Tengo para mí que nuestro presidente del Gobierno, D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón corre un grave riesgo y nos pone en riesgo a todos sus conciudadanos: de tanto rechazar a Franco y al franquismo, podría suceder, y creo que está sucediendo, que se contagie de las enfermedades políticas de la dictadura y la dictablanda franquistas. Eso suponiendo que no esté buscando directamente remedar el autoritarismo franquista. Tanto rechazar al enemigo, muerto y bien muerto, podría producir un fenómeno de transferencia: imitar lo que se pretende rechazar.
Por ejemplo, en el franquismo había censura y ahora se pretende censurar a toda la prensa no sincronizada con las ideas de Moncloa, rechazando todo lo que sea no contrario, sino simplemente diverso del relato gubernamental. En el franquismo no había separación real de poderes porque la democracia “orgánica” que pregonaba, en realidad consistía en que había que hacer “lo que le salía del órgano” al jefe. No cabe duda de que también ahora padecemos un gran deterioro de casi todas nuestras instituciones, colonizadas de modo insultante por el poder ejecutivo; de momento, el Poder Judicial resiste a esa invasión, pero cada día se deja más pelos en la gatera. Nuestra Constitución nos la están demoliendo por la puerta de atrás.
No fue la muerte de Franco la que hizo renacer la democracia en España, por más que todos los demócratas estuviéramos esperándola –Pedro Sánchez no podía esperarla porque tenía tres años y nueve meses- ; pudimos refundar la democracia por la sinergia surgida de los consensos y acuerdos de la Transición, liderada por el Rey Juan Carlos I, que en pocos meses se despojó del poder omnímodo heredado de Franco y, para devolver el poder al pueblo, o sea, a los ciudadanos, puso en marcha el proceso democratizador liderado sobre todo por la derecha democrática -democristianos, liberales, monárquicos- y por los franquistas inteligentes, con el apoyo decisivo del Partido Comunista y el Socialismo democrático surgido de las reuniones de Suresnes en 1974. Como demostraron las Elecciones de 1982, el PSOE fue mayoritariamente votado por los españoles; a pesar de su prolongada ausencia de la vida política nacional durante el franquismo, la mayoría de los demócratas españoles confiaron en ese nuevo socialismo que estaba resurgiendo apoyado en la socialdemocracia alemana de Willy Brandt y en la financiación que le proporcionó la Fundación Friedrich Ebert, pues el escuálido presupuesto del PSOE -125.000 pesetas mensuales-, todavía clandestino en 1976, con una media de 150 militantes por provincia, no daba para financiar al Instituto de Técnicas Electorales, una sociedad anónima dirigida por Alfonso Guerra.
A D. Pedro Sánchez, con tanto criticar al franquismo y tanto tomar conciencia de que Franco está muerto, lo que le está ocurriendo es que no se está implicando de lleno en cosas tan concretas como la reconstrucción de las zonas destruidas por la DANA del 29 octubre del año pasado, No se está ocupando de hecho en la solución de los problemas de los jóvenes, especialmente el de la vivienda, que está desmoralizando a muchos jóvenes ante la imposibilidad económica de emanciparse, formar una familia y engendrar niños, amén de la emigración de nuestros mejores cerebros jóvenes. No está combatiendo la corrupción, sino que también está cayendo en ella –la corrupción no es exclusiva del PP ni del 3%- como se verá en poco tiempo si el poder ejecutivo no logra colonizar y desnaturalizar del todo al poder judicial. Está haciendo caer en una grave contradicción a nuestra economía, que “va como un cohete”, pero que está produciendo un gran crecimiento de la pobreza extrema, como sigue denunciando año tras año la Fundación FOESSA.
Y hablando de economía, me viene a la memoria otra posible transferencia del franquismo al socialismo sanchista: Franco dinamizó la economía española por medio de los polos de desarrollo y Pedro Sánchez se está apoderando del control de empresas estratégicas del IBEX 35.
En suma, tiene nuestro Presidente del Gobierno que combatir tanto a la derecha y a la ultraderecha que está dejando de lado las verdaderas preocupaciones de la mayoría de los ciudadanos. No todo puede arreglarse recordando que Franco murió en una cama rodeado de cables y tubos. El porvenir de España no está en volver a la polarización guerracivilista porque no todo es “relato”, sea este woke o ultraliberal, porque las DANAS no tienen ideología; la escasez de nacimientos sí tiene ideología, pero por otra parte es un grito contra la ridiculez del apoyo gubernamental a las familias; los flujos migratorios de Sur a Norte no tienen ideología y en una proporción desaforadamente inhumana se ahogan en el Atlántico; las viviendas a precio asequible para los jóvenes no se construyen con propaganda de mitin; las guerras asimétricas ya no se ganan con claveles en la bocacha de los fusiles y ya estamos hartos de polarización y de querer resucitar el cainismo en las relaciones entre españoles.
Antonio Matilla, ciudadano.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.