Cuando se gana, la histeria prevalece en las personas y en los grupos. Cuando se pierde, nada es capaz de rebajar esa sensación de rabia y agresividad contra tus propios jugadores y todo lo que se mueve. Es curioso el estado de ánimo que predomina en los ganadores: “¡Hemos ganado, hemos ganado… ¡” Mientras que cuando se pierde, nos distraemos de la frustración de la derrota y manifestamos cínicamente: “Han perdido…”
El domingo día 12 se jugó la SuperCopa entre Barcelona y Real Madrid. El resultado del partido, 5-2, fue contundente a favor de los barcelonistas. Mucha facilidad en la consecución de los goles y una actitud incomprensible de los madridistas ante los acontecimientos negativos. Toda la crítica volcada contra los jugadores y el entrenador. Todo el mundo aportando soluciones prácticas después de la derrota. Como se perdió, la búsqueda de culpables es la tónica general y pocos tratan de entender lo que sucedió en el partido. Con educación deportiva, se podría razonar que un mal partido lo tiene cualquiera y que el Real Msdrid va por delante en el Campeonato con 5 puntos de diferencia.
El entrenador perdedor tendrá que procurar la cohesión del grupo de jugadores que sustentará el equipo para lo que resta de temporada. Decía David Vice, de Norhem Telecom: “Solamente habrá dos clases de directores: Los rápidos y los muertos”. ¿ Y qué es lo que procede ahora? Roger Meade aconseja: “Jamás utilice la excusa de que cumple órdenes como justificación para seguir una línea de actuación deficiente”. Porque “Se podría escribir un libro con las injusticias de los justos”, según Anthony Hope. En las próximas alineaciones muchos esperan a Ancelotti a ver qué decisión toma “contra” Lucas Vázquez, Mendy, Tchouameni, Camavinga, etc.
Gary Hamel en “Liderando la revolución” nos refresca el “coco”: “El futuro se inventará, con o sin usted. Pero si usted quiere crear lo nuevo, primero deberá desmantelar su sistema de creencias y lanzar a la hoguera todo lo que no sea eterna y universalmente cierto”. Porque no debemos olvidar, tampoco, que “El sufrimiento no es un castigo, sino un resultado” como dijera Robert G. Ingersol.
Puedo asegurarles que “Yo no creo en la sabiduría colectiva de la ignorancia individual”, según Z.T. Carlyle, y un equipo debe actuar con esa idea de colaboración y compromiso. A mi me sorprendió, por encima de todo, la falta de rendimiento de Valverde, de Camavinga y de Bellingham, ellos no aportaron un mínimo de prestaciones a las que nos tenían acostumbrados. Eso sí, sin olvidar que; “Nadie sólo es mejor que todos nosotros juntos”, como dijera Julio Ribas.
Quizás debemos centrar las valencias que presuponemos al actual equipo Real Madrid en los términos que expresaba un buen día el gran Menotti: “Un muy buen director de orquesta con muy buenos músicos puede hacer una gran orquesta; un mal director con muy buenos músicos no puede hacer nunca una gran orquesta; un buen director con muy malos músicos tampoco hará la gran orquesta”.
Enero.2025.
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