En la llanura del Alentejo sobresalen las siluetas de un palacio, un castillo y numerosos campanarios
Esta villa de la planicie alentejana destaca por su monumentalidad. Con apenas 5.500 habitantes, su trazado urbano nos habla de la influencia que tuvo como villa cortesana, en los tiempos en que el Ducado de Bragança estableció en ella su residencia, antes de que esta casa nobiliaria accediese al trono de Portugal a mediados del siglo XVII.
Cuatro elementos llaman la atención de un recién llegado a Vila Viçosa: el enorme Palacio Ducal, el Castillo, la cantidad de iglesias y conventos y la arquitectura civil, donde se mezclan las casas solariegas y la vivienda típica alentejana. Todas estas construcciones, en medio de mucho mármol, mucho azulejo y bonitos jardines.
La Avenida Bento de Jesús Caraça constituye el verdadero eje neurálgico de la localidad. Aparece flanqueada por naranjos. Al norte, encuadrada por el castillo; al sur, por la iglesia de S. Juan Evangelista.
Es esta una ciudad-fortaleza con papel relevante en la historia lusa, pues defendió el reino de Portugal frente a la, en otro tiempo, siempre amenazante Castilla.
Vila Viçosa es conocida por ser residencia de recreo de la familia real portuguesa desde el siglo XVII hasta la llegada de la República en 1910, con el consecuente trasiego de intelectuales y nobles de nivel nacional e internacional.
Su valor natural, apoyado en el bosque alentejano, donde sobresalen el alcornoque y la encina, tornó a la localidad célebre como destino de caza, principalmente cuando la Casa de Bragança construyó la Tapada Real, una finca de recreo de unas 1.500 hectáreas, con abundantes especies cinegéticas, como gamos, ciervos o jabalíes.
Una fachada en mármol de más de 100 metros de largo, tres alturas y abundantes chimeneas, corona una amplia explanada presidida por la estatua ecuestre del rey João IV.
Mandado construir por D. Jaime, cuarto duque de Bragança, a principios del siglo XVI, la grandiosidad de su actual aspecto se debe a las obras a las que lo sometieron los sucesivos monarcas de la Casa de Bragança durante los siglos posteriores.
Residencia de recreo preferida de los últimos reyes de Portugal, se dice que de este palacio salió el carruaje que fue objeto del regicidio acontecido en 1908 en Lisboa, en el que murieron el rey Carlos I y el heredero al trono.
Valiosas colecciones de armas, joyas y porcelana china son visitables en su interior, así como los destacables frescos, azulejos y mármoles, o la monumental biblioteca. Un paseo por sus jardines también complacerá.
De raíz medieval, su construcción se justifica por la posición estratégica de la comarca.
La robustez que lo caracteriza se debió a las ampliaciones acontecidas a partir del siglo XVI, de influencia italiana, que además de dotarlo de las últimas novedades defensivas, lo transformaron en uno de los castillos artilleros emblemáticos de la arquitectura militar portuguesa.
Pasear por su interior es hacerlo por una pequeña villa en sí misma, donde destacan la iglesia de Nª Sª da Conceição, nombrada en esta basílica patrona de Portugal, o el cementerio donde está enterrada la poetisa Florbela Espanca, natural de Vila Viçosa.
Entre naranjos, conventos y palacios, hay lugar también para apreciar la humilde casa alentejana, con sus características fachadas encaladas, bordeadas de azul o amarillo, que antiguamente protegían de las epidemias.
Vila Viçosa es un mar de olivos rodeado de canteras de mármol, en medio de la llanura alentejana, en el distrito de Évora, a un paso de la frontera con Badajoz.