No consumir es de irresponsables, antisociales y anarquistas

Bueno pues ya está aquí el invierno, pero ni siquiera sus fríos parecen poder rebajar el “calor sofocante” y pegajoso de la política nacional e internacional. Sería interesante reflexionar sobre los porqués de que Israel continúe bombardeando Gaza, Cisjordania, Líbano o Siria; y la Comunidad Internacional guarde un vergonzoso silencio. O sobre si Rusia sólo se limita pacientemente a esperar que asuma la Presidencia de los Estados Unidos Donal Trump para tomar posesión de las cuatro regiones ucranianas que Putin quiere anexionar a su añorado pasado imperial.

También sería interesante tratar de adivinar si Pedro Sánchez será capaz de asumir las “imposiciones” de Sumar, Podemos, Junts, Ezquerra Republicana, Bildu o el PNV; para poder finalizar su legislatura. Y no me digan que no sería curioso descubrir los “tejemanejes” de la presidenta de la Comunidad de Madrid para moverle silla al Sr. Feijóo en caso de no contar con su apoyo incondicional en su particular “cruzada” nacional” contra el Gobierno porque se le queda ya pequeña la comunidad y desde hace tiempo juega en la gran “liga nacional” ya que ha dejado claro que su enemigo no es el presidente de su partido, como no lo fue Casado. Cualquiera de estas cuestiones daría para escribir varias colaboraciones, pero habrá tiempo el próximo año en el que todo seguirá igual sino empeora. Veremos.

El caso es que se aproximas días de vacaciones, alegría, fiesta y sobre todo de consumir, consumir como si no hubiera un mañana porque, de hecho, si no consumimos no habrá mañana.

Tras las múltiples ofertas de esto meses, Halloween, el Black Friday, el Cyber Monday, los Días de Oro en El Corte Inglés, los Días sin IVA MediaMarkt; y otro sin número de ofertas, descuentos y promociones de toda clase y condición; llega el Sorteo de Navidad y es casi obligatorio compartir un décimo porque si no lo haces eres una persona rarita. Y si ganas algo o, aunque no tengamos suerte, tras las fiestas comenzaremos el año con la Rebajas de Enero y muchas más rebajas en febrero y seguiremos así mes tras mes hasta el próximo Halloween.

El filósofo y ensayista polaco-británico Zygmunt Bauman afirmaba que: Hoy la cultura no consiste en prohibiciones sino en ofertas, no consiste en normas sino en propuestas. Y esa cultura, nos guste o no, es en la que habitamos, y el consumo es la gasolina del capitalismo neoliberal. Un sistema económico y social que como predecía el bueno de Karl Marx (que, aunque para algunos sea el diablo con cuernos, era un gran economista) El capitalismo lleva en sí mismo el germen de su propia destrucción por su insaciable sed de plusvalía y de ganancia".

Así que consumir es el único medio que el sistema capitalista tiene para sobrevivir y nosotros con él. Hay que consumir lo que sea, consumir a todas horas, en cualquier época del año, en cualquier lugar[1]. Que podamos consumir sin medida y de forma fácil y sencilla es la finalidad de toda la actividad socioeconómica. Y ha partir de aquí permítanme utilizar la ironía.

Nada de educar en el consumo responsable, el mensaje capitalista es: Hay que consumir, porque no hacerlo es de personas irresponsables. Los que no consumen son seres antisociales, insolidarios, son terroristas económicos que atenta contra la supervivencia del sistema y de la especie.

¿Cómo se puede concienciar a los jóvenes de la necesidad de un consumo responsable cuando todo lo que ven, escuchas, huelen, tocan o saborean son propuestas de consumo – miles diariamente – a través de su medio natural que no es otro que el universo digital? Es una utopía tratar de convencerles de lo contrario, intentar evitarles el bombardeo publicitario que les llega desde todos los frentes, porque sería convertirles en unos inadaptados, situarles en los márgenes del sistema, empujarles al borde de su futura extinción.

Si el sistema capitalista cae por falta de consumo, el económico colapsaría y se lo llevaría todo por delante. Y lo haría antes que la crisis climática vuelva nuestro planeta inhabitable o los residuos que generamos destruyan todos los ecosistemas que nos alimentan. Lo trágico del caso es que, si bien el consumo alimenta el sistema capitalista, al mismo tiempo alimenta la crisis climática y la destrucción de los ecosistemas, que a su vez podrían poner en alto riesgo el consumo y con él el sistema capitalista, y a nosotros. Es la pescadilla que se muerde la cosa

Si el consumismo no es sostenible a largo plazo y el capitalismo tampoco. La pregunta es ¿existe alguna alternativa? Pues a primera vista NO. A medio y largo plazo dicen que sí.

Se propone la economía verde, la economía azul, la economía circular, la economía regenerativa, el capitalismo natural o la economía del bien común; pero todas ellas precisan de acuerdos, compromisos y pactos internacionales y claro, en este caso la pregunta es ¿quién le pone el cascabel al gato?

El escritor, divulgador científico y economista Eduardo Punset decía que “A la sociedad le interesa que usted consuma y que piense que el consumir le hace feliz.” Tal vez esta conducta se haya convertido en algo patológico y la razón la apunta el psiquiatra Enrique Rojas “El consumismo tiene una fuerte raíz en la publicidad masiva y en la oferta bombardeante que nos crea falsas necesidades”

Así que estas fiestas consumamos mucho para satisfacer nuestras falsas necesidades y alimentar el sistema, después, que cada barco aguante su vela. Sé que nos es una conclusión feliz e ilusionante para estos días, ni para conmemorar mi colaboración número 500, pero ustedes y yo sabemos que es real, aunque hagamos oídos sordos.

[1] No tienes mas que abrir la pantalla de tu móvil, tu Tablet, tu ordenador; y las propuesta publicitarias se apoderará de ella en segundos.