"No necesitamos abolir el capitalismo o nacionalizar selectivamente los medios de produción.Sino que debemos volver a poner el poder de la competencia al servicio de las clases media y trbajadora" (Angus Deaton, Premio Nobel de Economía)
Satisfacer nuestras necesidades ha producido algunos aparatos increíbles, y con frecuencia las personas más ricas, son las únicas que se benefician de ellas, casi siempre son los primeros en utilizar las nuevas tecnologías. El capitalismo codicioso, se unió una despiadada corrupción, un entramado burocrático, una ingeniería político-bancaria, y una falta de escrúpulos de todos aquellos que se sentían impunes ante la justicia. Cuestión, que aún no tenemos solventada- y ya va siendo hora-.
Esta cadena bien engrasada, eslabón por eslabón, ha producido una riqueza insospechada, pero es acumulada por parásitos que no la producen y que someten a los esclavos y los trabajadores asalariados que la crearon. Por debajo de la mitología que ha creado el capitalismo brutal, no es en realidad un sistema competitivo. Los trabajadores son divididos y enfrentados unos contra otros, mientras que la élite coopera para mantener su sometimiento. Los ricos pueden competir por los mayores trozos del pastel, pero regularmente toman las armas todos juntos para asegurarse de que cada día el pastel sea horneado y llevado a su mesa.
Cuando el capitalismo se adueñaba de cada metro de tierra para construir barato y vender caro, cuando bancos y cajas engañaban al pueblo liso, llano, ignorante y confiado, era todavía un fenómeno nuevo, se podía describir con mayor honestidad, sin la confusión que han creado años de propaganda acerca de sus supuestas virtudes: Abraham Lincoln que difícilmente puede ser considerado un anarquista, pudo ver con suficiente claridad que «los capitalistas, normalmente, actúan en armonía y coordinados para desplumar a las personas». El capitalismo, ha fracasado terriblemente en satisfacer las necesidades de las personas, y en organizar una distribución justa de los bienes. En todo el mundo, millones de personas mueren a causa de enfermedades curables porque no pueden pagar las medicinas que los salven y la gente muere de hambre mientras sus países exportan cultivos producidos para comerciar con ellos y no para su consumo por la población autóctona. Bajo el capitalismo, todo está en venta.
La cultura es una mercancía que puede ser manipulada para vender ropa interior o crema para la piel, la naturaleza es un recurso para ser exprimido y destruido con fines de lucro. La gente tiene que vender su tiempo y energía a la clase dominante con el fin de poder comprar a su vez solo una parte de lo que produce. Este es un sistema profundamente enraizado que da forma a nuestros valores y relaciones y que resiste a la mayoría de los intentos por abolirlo. Las revoluciones socialistas no fueron lo suficientemente profundas, ya que nunca abolieron totalmente el capitalismo y este reapareció más fuerte que antes.
No es suficiente para los trabajadores ser dueños de sus tierras, fábricas de forma colectiva si están controlados por administradores y el trabajo los sigue reduciendo a simples máquinas... Los trabajadores deben organizar y controlar ellos mismos, sus tierras, sus producciones, sus fábricas, cooperativas etc.,.. ¿Puede una persona ser verdaderamente libre trabajando en una línea de montaje, donde se le niega la creatividad y es tratada como una máquina? La forma de trabajo debe ser cambiada, de manera que las personas puedan desarrollar las habilidades y actividades que les den satisfacción…
La producción en sí misma se convierte en una especie de obsesión que justifica la explotación de las personas o la destrucción del medio ambiente por el bien de la eficiencia. Si vemos la felicidad como una necesidad humana no menos importante que los alimentos y la ropa, entonces la división entre trabajo productivo e improductivo, entre trabajo y juego, se desvanece. En efecto, la posesión de dinero viene a simbolizar el acceso al placer o el cumplimiento de un deseo, pero el dinero, mediante la fijación de un valor cuantitativo, roba a los objetos la sensación de plenitud que deben traer, porque los seres humanos no pueden experimentar el valor cuantitativo abstracto.
Al comer un cono de helado, el placer está en el acto, pero, en la compra de una mercancía, el placer está en comprarlo, en el momento mágico en que un valor abstracto se transforma en un bien tangible. El dinero ejerce tal poderosa influencia sobre las nociones de valor que el consumo en sí es siempre decepcionante, ya que una vez que la mercancía se compra, pierde su valor, especialmente cuando la gente da prioridad al valor abstracto sobre el valor subjetivo.
El mundo es suficientemente abundante como para satisfacer las necesidades de todos. La escasez es una ilusión peligrosa que funciona como una profecía auto-cumplida. Una vez que la gente deja de dar y empieza a acumular, disminuye la riqueza colectiva. Si superamos el miedo a la escasez, la escasez misma desaparece. Los recursos comunes serán abundantes si todo el mundo comparte y contribuye o, incluso, si la mayoría de la gente lo hace.
A la gente le gusta estar activa, crear y mejorar las cosas. Si la gente tiene garantizado el acceso a los recursos comunes y está a salvo de la pobreza de la esclavitud asalariada, creará todo el montón de cosas que necesitan y que les dan placer, así como la infraestructura necesaria para realizar y distribuir esas cosas.
Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerías
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