Estos días he atravesado Castilla por carretera y he visto como va progresando, aunque lentamente el autovía del Duero. He circulado por otras regiones que tiene muchos más kilómetros de autovía que no necesitan pues parece como si hubieran perdido el raciocinio a la hora de hacer y hacer carreteras cuyo mantenimiento deja que desear. Tampoco están muy acertadas a la hora de adornar el paisaje que va entre carretera y carretera donde los escombros, la chatarra y el aislamiento de casas y fincas que no tuvieron suerte en las expropiaciones da una sensación de pobreza y miseria horrible. Nadie se preocupa. Visto lo que se ve en muchas capitales de provincia parece que el separatismo es esa enfermedad que hace creer a algunos que es una buena noticia que el setenta y cinco por ciento de los nacimientos sean de padres de color pero un niño con una camiseta con algo que haga referencia a España sea inaceptable o que llamen a los padres para que los hijos vean televisión en un idioma diferente al español. No prosperamos. Un padre de familia legal con tres hijos, trabajador no subvencionado, no puede cobrar mil cien euros. Sus sueños no tienen futuro, si siquiera su día a día.
España va camino de la miseria más absoluta como consecuencia de unos sueldos que hace décadas que no se actualizan frente a un aumento tremendo de los precios de las cosas de primera necesidad. El español calla y no se entiende el porqué. Cada día se dan más manifestaciones inventadas o a la carta del que manda que no conducen a nada pero no se dan las que verdaderamente importan. Vamos viendo que lo de Valencia costará tiempo y sacrificio y que no se sabe a donde llegará ni se conseguirá arreglar.
Los precios nos aíslan cada vez más a la hora de viajar y de salir de casa aunque sea al bar de la esquina. Los sueldos ya no dan para más cualquier imprevisto es una puñalada que cuesta mucho curar. Vivimos en un encefalograma constante en Jaén se van a arrasar cien mil hectáreas de olivos para poner placas solares que cuando estás se vuelvan obsoletas porque la tecnología avanza, nadie las podrá recuperar para la naturaleza ni para la producción, mientras nos dicen que no es ecológico limpiar los cauces de los ríos, y si hay que apoyar a los agricultores marroquíes se los apoyan. Nos quieren amedrentados y lo están consiguiendo. Hemos visto cosas que sólo pasaban en Rusia en estos días y también como se celebraba un congreso en el que se cantaban cantos pasados. Se habla de investigaciones y operaciones antiterroristas como si fueron anécdotas, si es que se habla de ello. Luego ocurren cosas que no entendemos. Somos los servicios sociales de Marruecos y del tercer mundo. Guardería de su delincuencia que han convertido en muchas ciudades en una selva de apuñalamientos, robos, extorsiones, abusos y drogas. Algunas ciudades de mayoría étnica lucen oscuras, ni villancicos ni nada con viejos que sólo salen a comprar el pan.
Vamos camino demolición de la cultura y el modelo de vida occidental, abrazando un autoritarismo producto de un modelo científico y tecnológico en un mundo en guerra constante que parece llevarnos a un neofeudalismo en el que seremos de nuevo súbditos. La era de la desvergüenza en la que vivimos parece que pretende acabar con España argumentando que es para proteger a España. Estamos cayendo en un falso paternalismo que es más bien un autoritarismo descarado. Es por tu bien nos dicen. Quieren que nos creamos a los que más nos mienten aunque saber lo que es verdad o mentira cada día es más difícil. Triste destino que le espera a la libertad de expresión y de opinión. Algunos buscan la salida en la exploración de la galaxia. A los que peinamos canas y no queremos que nos engañen nos quedan la tortilla de patatas, los torreznos, el jamón peor o mejor, y el rioja que no son negociables aunque sí más caros.
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