Los seis quintos, tres chicas y tres chicos, vivían una intensa noche que se prolongaría hasta bien entrada la madrugada de la Inmaculada, amenizada por una disco-móvil
Intenso puente festivo del que vienen disfrutando los vecinos y allegados de Sobradillo, un calendario que comenzaba el pasado viernes con una animada Fiesta Charra, evento que reunió a un nutrido grupo de tamborileros, charras y charros de la provincia.
Así, y después de una intensa mañana del sábado con la Fiesta de la Matanza Tradicional como protagonista, llegada la noche, la Plaza de Sobradillo volvía a ser punto de encuentro para decenas de sobradilleses dispuestos a celebrar la V Fiesta de la Capachera, evento recuperado 65 años después en 2019 y que se suma a la fiesta de quintos con la quema de la hoguera en la plaza del torreón.
La Capachera era una fiesta tradicional de los quintos en la noche de la Inmaculada y que venía a celebrar el final de la recogida de aceituna con la quema de los capachos empleados para el prensado de las pasta de aceituna, y la llamada a filas.
Los capachos son esteras circulares de esparto en los que se introducía la pasta de aceituna tras su molturado para ser prensada mediante prensas de palanca o sinfín en las antiguas almazaras tradicionales. En la zona de prensado se colocaban capachos unos sobre otros llenos de pasta formando una torre que posteriormente era prensada para extraer el aceite, jugo que discurría por las distintas canalizaciones para su almacenamiento en depósitos y posterior traslado a recipientes de mayor a menor tamaño, hasta llegar a las casas.
Al estar impregnados de aceite, la combustión de los capachos era rápida. Estos capachos eran prendidos en la torre de iglesia y se movían en círculos verticales formando con sus llamas un gran haz de luz que iluminaba la Plaza de Sobradillo, únicamente iluminada por la hoguera, una imagen que impresiona a los asistentes.
Con la desaparición de las almazaras en la zona desaparecieron los capachos, lo que cada año obliga al Ayuntamiento a la búsqueda de capachos en otros lugares de España. Debido a que se trata de capachos nuevos, que no han sido impregnados en aceite, su combustión es facilitada mediante su impregnación en gasóleo, consiguiendo el mismo efecto.
Pero antes de la Capachera y del encendido de la hoguera, los vecinos daban cuenta de varias decenas de chorizo frito pata ‘desengrasar’ después del menú matancero. A continuación, los quintos se volvían en los protagonistas de la fiesta, noche que vivirían con intensidad y que se prolongaría hasta bien entrada la madrugada del día de la Inmaculada, pues no en vano estuvo animada por una disco móvil.
Así, tras el 'aperitivo', el campanario de la iglesia se iluminaría con la quema de capachos dibujando una estela circular sobre su fachada norte e iluminando una Plaza que vitoreaba el momento. Finalizada la quema de capachos le llegaría el turno a la hoguera prendida junto a la torre del homenaje, hoy Casa del Parque Arribes del Duero 'Torreón de Sobradillo', fuego que se mantendría vivo a lo largo de toda la noche.