Javier Vicente lleva una vida entera en su puesto. Marina Hernández es la cuarta generación al frente de 'Hijos de Nicolás Hernández'
Son dos de los puestos más antiguos del Mercado Central de Salamanca, uno de los tres mercados de abastos que actualmente siguen funcionando en la ciudad. Ellos explican a SALAMANCArtv AL DÍA cómo ha sido la evolución en la venta y en las formas de consumo de los salmantinos, que no dudan en apostar por la calidad y la frescura de productos que pueden adquirirse en estos puestos.
Javier Vicente lleva más de sesenta años en el Mercado Central, en el mismo puesto que pusieron en marcha sus abuelos tras proceder de una tienda en la Rúa Mayor. Ese puesto pasó a manos de sus padres, a los que ha sucedido en el cargo: “Yo me acuerdo de venir aquí en carro desde mi casa porque me traía un criado que tenía mi padre”, recuerda Javier Vicente mientras señala a su alrededor, “todo esto estaba lleno de maderas y se ponían las verduleras. Era muy bonito porque cada puesto tenía su especialidad. Había gente que tenía pollo, otros cerdo, otros ternera… Y la gente compraba en todos los sitios. Ahora los puestos abarcan más género y se ha perdido esa tradición de la especialización”.
Nuestro protagonista recuerda sus primeros días de trabajo en el Mercado Central: “Yo estudiaba mi carrera y venía aquí los fines de semana a ayudar a mis padres en vez de irme a jugar al fútbol como hacían todos. He mamado esto y me encanta, disfruto del negocio”. Su especialidad es el cerdo ibérico y todos sus derivados: “Llevo con los mismos proveedores de toda la vida, con producto 100% salmantino”. La clientela sabe apreciar la calidad del producto, según explica: “Es un lujo tener aquí el género recién matado. La gente que no lo ha probado no sabe lo que es tener aquí un producto prácticamente del mismo día. De hecho tengo casos de gente que hizo aquí la carrera y se han marchado a vivir fuera y me siguen llamando para que les envíe mis productos hasta su lugar de residencia. Son clientes de muchos años que valoran la calidad que se ofrece, muy diferente a lo que puede encontrarse en las grandes superficies”.
Aunque a diario el goteo es constante, el mayor volumen de ventas se produce el fin de semana: “Entre semana es un lujo poder venir a comprar al Mercado Central porque no todo el mundo puede hacerlo por los horarios del trabajo. La gente viene sobre todo el fin de semana, aunque se ha notado un descenso importante desde que los autobuses y los coches no pueden entrar hasta aquí. Nos ha perjudicado bastante”.
Este comerciante salmantino aborda la evolución en el proceso de venta: “La gente joven compra todo por internet y hay que adaptarse a ello, aunque a mi me ha pillado un poco mayor y ha sido un cambio terrible. Tampoco soy muy partidario, por ejemplo, de vender jamones online porque es una lotería y no sabes como le va a llegar al cliente”.
De cara a las inminentes fechas navideñas, Javier Vicente detalla que en su caso el producto estrella es el jamón ibérico y el lomo: “El lomo ibérico de Salamanca es un producto que no lo valoramos pero la gente que no vive aquí alucina. Es una cosa impresionante. Es lo que más se vende. Antes se vendían muchos jamones enteros pero ahora la gente lo prefiere loncheado y envasado. Da mucho más trabajo pero reconozco que es más práctico para el consumidor y hay que tratar de ponérselo lo más fácil posible”.
En el puesto de ‘Hijos de Nicolás Hernández’ comparten faena padre e hija. José María y Marina trabajan desde primera hora para ofrecer el mejor servicio al cliente. Es el padre el que toma la palabra en primer lugar para explicar que el puesto empezó en manos de sus abuelos, pasó a sus padres, después a él junto a sus hermanos y ahora a su hija, cuarta generación del negocio. “El Mercado Central ha cambiado mucho”, afirma José María, argumentando lo siguiente: “Creo que ahora hay menos gente que antes porque no se puede llegar en coche, aunque también hay más competencia en la calle. Antiguamente no había tantas tiendas”.
Respecto a la clientela señala: “Normalmente es gente mayor aunque también hay jóvenes que piden por teléfono para que se lo enviemos. Ahora la mayor parte de la venta es a distancia. Antes la gente venía por aquí más”. En ‘Hijos de Nicolás Hernández’ se vende embutido y jamón de primerísima calidad, todo salmantino: “La calidad no es parecida siquiera a lo que se vende en los supermercados. Es cierto que en esos establecimientos se vende más barato, pero la calidad es bastante peor”.
Su hija Marina, que ya lleva ochos años trabajando en el puesto, continuará el legado familiar en el puesto del Mercado Central: “Tanto mi hermana como yo lo hemos vivido desde pequeñas y nos encanta. Además tenemos la suerte de mantener clientes de toda la vida, con un trato muy cercano y es un negocio bonito, la verdad”.
“La tecnología ha avanzado muy rápido y hay que ponerse al día con la forma de vender ahora”, manifiesta esta salmantina, que también incide en la dificultad de la clientela de llegar en coche o autobús al mercado de abastos, además de un horario un tanto limitado, aunque recalca: “Si buscas calidad, lo mejor es venir al Mercado Central a comprar”. De cara al futuro, Marina opina: “La gente joven tiene que animarse a venir a comprar al mercado, pero a lo mejor variar el horario para que la gente que está trabajando o estudiando, pueda acercarse a comprar aquí”.
La fiel clientela, a la que facilitan todo el proceso de compra llevando incluso el pedido a la puerta de su casa, ya ha comenzado con las compras de Navidad: “Es nuestra época más fuerte del año junto al verano”. Por último, esta joven salmantina aborda cómo es la relación entre su padre y ella en el puesto de trabajo en el Mercado Central: “Nos llevamos muy bien, pero es complicado desconectar. Te vas a casa y sigues pensando en el negocio, pero también es muy bonito. A mí la verdad que me tiene que enseñar todavía muchísimo más y pretendo que haga conmigo igual que hizo su padre con él”.