Bomberos de la Diputación de Salamanca en el entorno de Valencia.
Ha pasado un mes desde el gravísimo episodio de inundaciones en el entorno de Valencia. Si no fuera porque, desgraciadamente, nos vamos acostumbrando a una práctica de la política frentista tan lamentable, nos sorprendería lo ocurrido durante estas semanas. Lo primero, y mas asombroso, es que algo demasiado habitual por esas tierras pueda tener en este momento las consecuencias vistas. Lo cual nos lleva a preguntarnos, demasiadas veces, para qué se presentan algunos a cargos públicos y qué valora la ciudadanía al emitir su voto.
La AEMET ha publicado un informe sobre la DANA de Valencia.
Las catástrofes naturales siguen siendo ineludibles a pesar de nuestro progreso intelectual y técnico, pero no es inevitable la permanente incapacidad de algunos para afrontar con mínimas garantías estas situaciones. Máxime cuando existe experiencia, no hace tanto se pudo ver. Claro que, si se respeta la realidad, y la legalidad, caso de no edificar en suelo identificado como inundable, quizás esos desastres lo serían menos hacia los seres humanos. También si se escucha la insistencia de la ciencia sobre nuestra perniciosa influencia en esos fenómenos, y se actúa en consonancia.
En X de la Massa Critica de Valencia se ha publicado esta curiosa foto de colaboración ciudadana.
Entre las muchas cosas vistas en un lugar donde eso ocurre con relativa frecuencia, me ha llamado la atención la sensación de desconocimiento de la ciudadanía afectada respecto a su papel en ello. Más claramente, si realmente se sabe cómo se ha de actuar. Aunque con alguien al frente revelando con desparpajo no tener ni idea de poco sirve lo demás. Enseguida me hice la pregunta de si en Salamanca ocurre una catástrofe de carácter natural (incluyo incendios, si bien en estos lo de natural suele ser francamente difícil) ¿qué he de hacer?.
Imagen publicada en Salamancartvaldia de una riada en 1909.
En la web de la Junta existe un “Plan de Protección Civil ante el Riesgo de Inundaciones en la Comunidad Autónoma de Castilla y León (INUNcyl)” de marzo de 2010, incluyendo consejos, donde se mencionan Planes de Actuación de ámbito local. Además de haber “Guías locales de respuesta ante episodios de inundaciones”. Pero la formación de la ciudadanía frente a esas situaciones ¿dónde está?. Valencia deja claro lo vital que es un sistema de alarma eficaz, con dirigentes capacitados y conectados a los avisos de otros organismos. A partir de ahí ¿cómo debe actuar el pueblo?
Montaje de imágenes de la evolución de olas de calor y de frio desde 1975, informes de la AEMET.
¿No es importante emplear recursos públicos en preparar a la ciudadanía sobre cómo actuar y colaborar eficazmente en caso de catástrofes?. Por supuesto también se precisa educación vial, una mínima formación sanitaria o bancaria, primeros auxilios, y un largo etcétera del que se habla sin hacer nada. Imagino no cabe en la educación obligatoria amortiguar estas carencias. Quizás se debería crear algún sistema de “servicio civil” ordenado en el cual toda la gente sepa cuál es su lugar, donde podrá haber recursos y servicios de emergencia en un primer momento y cómo colaborar después.
Imagen del interesante artículo publicado por el CREAF de la Universidad Autónoma de Barcelona sobre los problemas de canalizar ríos y limpiezas de cauces.
Confiemos se aprenda algo. Como conocer un cargo público su responsabilidad y cumplir leyes y protocolos, se supone elaborados para algo, además de hacer caso a los avisos de la técnica y la ciencia. También dar efectivo valor a técnicos y expertos en las materias, obviando parapetos políticos, y evitar reconstrucciones una vez más al margen de la realidad. Por supuesto usar correctamente los instrumentos aportados por el progreso. Claro que, descendiendo a lo local, si ni siquiera se es capaz de avisar una incidencia en el transporte público en las pantallas existentes en las paradas, qué podemos esperar.
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