El diluvio que anegó la Comunidad Valenciana y lugares limítrofes en nada se parece el “diluvio” que vivió el patriarca Noé, su esposa, sus hijos y sus animales. Aquí no hubo el arca de madera que construyó a sus 500 años el viejo patriarca. Aquel acontecimiento cruzó los umbrales de los siglos por ser una leyenda y como todo cuento con final feliz, no, aquí no había forma humana de evitarlo ni los ángeles con sus veloces alas salvaran a esas… No sabemos el número de personas que perecieron bajo las enloquecidas aguas. El hombre no puede dominar el clima a voluntad, por muy verdes que deseen ser los gobernantes, pero sí aliviar la calamitosa tumba en que se convirtió la gota fría de haberse construido desvíos de cauces y torrenteras en una región donde las tormentas traen consecuencias devastadoras. No son una novedad del mal inventado cambio climático y la agenda 2030. En la cuenca del Segura, vecina a la del Júcar, hay consignadas 239 desde el siglo XIII.
La prueba inapelable de cómo pudo haberse minimizado el grado de destrucción es que la ciudad de Valencia se libró de la hecatombe por el desvío del cauce del río Turia, inaugurado en 1969.
Pero en esta España de mentes alucinadas como la responsable del ramo conocida como – la savonarola del clima – son fanáticas “del verde” consideran que la Naturaleza es un ente bondadoso, una especie de tigre vegetariano, a la que hay que dejar que discurra de manera natural sin interferencias humanas para apaciguar sus cóleras y caprichos. Hace menos de un año asistí a una conferencia sobre el tema, tuve que salir ante la multitud de estupideces lanzadas por mentes calenturientas por encontrar alivio a sus ardores en el verdor del campo. Pensé lo poco que conocían las ponentes: el código de supervivencia de las plantas. No, amigas, ellas no comparten abono y agua, ni cantan melodías para que su hermana triste crezca más rápido y mejor. Las plantas son fieras para sus congéneres. Ahí tienen el saldo de sus infantiles soluciones naturales: de momento, cerca de 300 muertos yacen bajo lodo, escombros y tierra. Ayuda que una incompetente destine un ridículo presupuesto a limpiar montes, barrancos, acequias, laderas de ríos. Para ellos es mejor levantar muros.
Las savonarolas osea la destrucción en el Gobierno de Sánchez pululen. ¿Se preguntarán qué significa esta palabra tan rimbombante? Girolamo Savonarola, fraile dominico, enfrentó la decadencia de la jerarquía católica del Renacimiento. Su enfrentamiento terminó cuando el pueblo se hartó de él y lo ajustició. La vida de Girolamo Savonarola en un país, repleto de ciudadanos vacíos, que viven a expensas de la paguita del estado y de la subvención, no van a dejar de votar al SOE, y los colaboradores. Nada han aprendido de su nefasta gestión del Covid y los cientos de muertos y...
Cuando haya elecciones, lo que tendrían que hacer no votar a inútiles psoistas, al compromís, podemos, comunistas, animalistas, y feministas de salón y caviar. Aviso al PP que, por cobardía y falta de valor político, se está convirtiendo en el imprescindible colaborador de esta fauna boñiga.
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