, 05 de enero de 2025
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Una chica (no tan) de campo
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TANTOS LIBROS POR LEER

Una chica (no tan) de campo

Actualizado 12/11/2024 08:52

Esta semana quiero hablarles de una magnífica escritora fallecida hace ahora poco más de tres meses, el pasado 27 de julio. Se trata de Edna O’Brien, nacida en Tuamgraney, Irlanda, en 1932, y que pasa por ser una de las escritoras irlandesas más destacadas. Autora de numerosas novelas, ensayos y biografías, guionista de cine y creadora de obras de teatro, galardonada a lo largo de su extensa carrera con premios literarios muy relevantes, con una intensa vida personal y profesional que aflora en su libro autobiográfico, Chica de campo. Memorias, O’Brien alcanzó su mayor repercusión con la trilogía cuya lectura quiero recomendarles ahora, escrita entre 1960 y 1964; una serie, englobada bajo el título genérico de Las chicas de campo, que incluye las novelas Las chicas de campo, que da nombre al conjunto entero, La chica de ojos verdes y Chicas felizmente casadas, cuyas tramas presentan numerosos vínculos con la vida de su autora como se puede comprobar en sus apasionantes memorias.

Aunque no procede, como es obvio, “destripar” la trama, sí quiero hacerles una breve descripción del hilo argumental de la serie, que abarca la vida de dos jóvenes irlandesas, Caithleen (Kate) Brady y Bridget (Baba) Brennan, desde su más temprana infancia hasta su primera madurez. En el primer libro de la serie vemos a las dos muchachas, con apenas cinco años (estamos en torno a 1940, las chicas son casi “contemporáneas” de la autora), en un pequeño y perdido pueblo en el profundo entorno rural irlandés. El libro presenta a las niñas en el colegio y en su primitiva vida infantil (en un marco atrasado y sin embargo idílico); más adelante, ya adolescentes, las seguimos cuando son internadas en un rígido colegio de monjas; para, en un tercer gran eje del libro, acompañarlas después en su huida a la capital, a un Dublín gris, brumoso, húmedo, oscuro y deprimente en donde se independizan, logran un trabajo, flirtean con diversos jóvenes, en episodios que pese a representar momentos de libertad y exaltación, de alegría e iniciación a la vida, están impregnados, como la trilogía entera, por la tristeza, la nostalgia, la aflicción y la soledad, en un relato, intenso, poético y conmovedor, en el que están presentes los ritos de paso a la edad adulta, los sueños y las promesas de futuro, la necesidad de volar en pos de un espacio propio, la ilusión del amor y, a la vez, la añoranza de la casa familiar, la fuerza y también la vulnerabilidad de la juventud.

En La chica de ojos verdes continúa la descripción de la vida de las jóvenes en un período que abarca, aproximadamente, desde los diecisiete hasta los veintiún años de Baba y Kate. Las acompañamos así en su vida en Dublín en donde, ya asentadas, desarrollan su sencilla existencia, viviendo en una modesta casa de huéspedes, con sus ropillas baratas, sus hábitos mediocres, su diversiones tristísimas, siempre sin dinero, en una sucesión de idilios irrelevantes, muy prosaicas aventuras y peripecias vitales algo patéticas.

Por fin, en Chicas felizmente casadas, irónico título de la tercera y última novela de la serie, se nos muestra a las dos mujeres -jóvenes aún- habiendo accedido a una condición matrimonial que no hace honor al adverbio bajo cuya rúbrica se presenta la obra. Sus vidas como esposas continúan la pauta de desengaño y frustración, de miseria y desolación, de desconcierto y anhelos frustrados, de expectativas incumplidas e inseguridades y dudas y tristeza y desvalimiento y aterradora soledad que ya habíamos conocido en las primeras entregas de una serie en la que, más allá de la peripecia argumental, sobresalen la construcción de ambos personajes, la de los numerosos pero muy bien descritos secundarios, la profundidad en la descripción y el análisis psicológico de las dos mujeres, y, con una relevancia que supera el mero telón de fondo, la fidedigna recreación del ambiente social de la Irlanda de los años 50.

Los hechos narrados, el entorno irlandés y la indagación en la personalidad de las chicas, en particular de Kate, tienen un evidente correlato en la propia biografía de su autora, a la que conviene acercarse a través de mi última recomendación por hoy, el libro, escrito cuando Edna estaba a punto de cumplir ochenta años, que con el título de Chica de campo. Memorias, ofrece al lector una narración íntima y reveladora -con un alto valor literario, como corresponde al talento de la escritora- de su intensa vida, desde sus humildes orígenes en el campo irlandés hasta su ascenso como una destacada exponente de la literatura contemporánea. El retrato que la obra muestra es el de una mujer muy compleja e interesante, muy bella, valiente, seductora, lúcida, sensible, íntima, crítica, poética, profunda, inteligente, sutil, melancólica, pasional, glamurosa, inestable, contradictoria (fuerte y a la vez algo frágil, resuelta e indecisa, sociable y solitaria, romántica y desapegada, enamoradiza e independiente, combativa e indefensa). Su atrevimiento literario y vital, su vivencia desinhibida del sexo, su falta de prejuicios a la hora de mostrar -en sus libros y en su vida- la hipocresía de la Iglesia, la mediocridad de la Irlanda rural, el castrante puritanismo social, el insoportable sometimiento de la mujer, asociaron su figura, en aquel ambiente restrictivo, a la provocación y el escándalo.

La obra se estructura en cuatro grandes partes pautadas por otros tantos puntos de inflexión en su existencia: la infancia en un pequeño pueblo irlandés; la apertura al mundo en Dublín y los primeros intentos de escritura; la residencia en Londres, el reconocimiento, el éxito y la vorágine de una vida social agitada y cosmopolita que la llevará a Hollywood y Nueva York; y la postrera “llamada del hogar”, con una no del todo lograda vuelta a Irlanda, de nuevo Londres, algunos viajes “promocionales”, la vejez…

El libro está atravesado por la presencia de personajes conocidos, cuya compañía frecuentó la Edna O’Brien mundana y exitosa internacionalmente, entregada al frenesí de una vida libre y desordenada: Robert Mitchum, Paul McCartney, Sean Connery, Shirley MacLaine, Richard Burton, Marlon Brando, Elizabeth Taylor, Samuel Beckett, Hillary Clinton, Jack Nicholson, Gregory Peck, Al Pacino y Jackie Onassis, entre otros muchos.

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Edna O'Brien. Las chicas de campo, La chica de ojos verdes, Chicas felizmente casadas. Traducción de Regina López Muñoz. Errata Naturae. Madrid, 2013, 2014 y 2015. 304, 336 y 272 páginas. 18.90, 18.50 y 18 euros.

Chica de campo. Memorias. Traducción de Regina López Muñoz. Errata Naturae. Madrid, 2018. 432 páginas. 22 euros.

Alberto San Segundo - YouTube

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