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Julia Navarro presenta en Salamanca su última novela, un ejercicio de libertad frente a los totalitarismos
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Julia Navarro presenta en Salamanca su última novela, un ejercicio de libertad frente a los totalitarismos

Actualizado 12/11/2024 13:04

'El niño que perdió la guerra' es un recorrido doloroso por las dictaduras franquista y estalinista y un alegato a favor de la cultura

Al otro lado de la línea, la dulzura de la voz de Julia Navarro contrasta con la fuerza de su prosa y el profundo dolor que se desprende de las páginas de la última novela de una autora querida por el público, cuyos ocho títulos recorren la historia nuestra a través de espléndidas tramas e inolvidables personajes. Esta vez, el desarraigo, el dolor, el papel sanador de la cultura y de la esperanza se muestran en la España que pierde la guerra y la Rusia enfrentada al terror de Stalin a través de la historia de dos mujeres y un niño.

Su nueva novela, 'El niño que perdió la guerra', se presenta este martes, a las 19:00 horas, en la librería Santos Ochoa, Gran Vía 12.

Charo Alonso: Creo que este es el más desgarrador de sus libros, el más doliente.

Julia Navarro: Es que se trata de una época realmente dramática, la descripción de lo que fue España tras la guerra civil y lo que era Rusia bajo Stalin es tremendo, no hizo falta imaginar mucho.

Ch.A.: A través de la historia de las dos mujeres, Clotilde y Anya se muestra un paralelismo entre España y Rusia aunque podíamos pensar que el régimen español fue un poco menos terrible…

J.N.: Ambas son dictaduras y las dictaduras actúan siempre con los mismos parámetros aunque difieren por las características físicas del lugar, la historia, las circunstancias, las costumbres. Pero actúan igual contra la gente, cercenando los libros y las manifestaciones de los autores que no están a su servicio. Son dictaduras que quieren suprimir cualquier pensamiento propio que al dictador le parezca que no sirve a sus intereses.

Ch.A.: Soy profesora y enseño la poesía de Anna Ajmátova, una poeta con la que se inicia el libro y cuyos poemas se recitan en el libro.

J.N.: Es verdad que el libro comienza con ella, cuando yo era joven y leía a la Ajmátova sentía una auténtica sacudida. Quise saber quién era esta mujer que estaba detrás de los versos, leer su biografía, la de alguien que había apoyado a la Revolución y había sido su víctima. Todo en ella era sufrimiento, pero no se resignó a dejar de escribir. Su poesía y su biografía me acompañaron y anidaron dentro de mí hasta que ahora han salido en este libro.

Ch.A.: Un libro que hace que duela el corazón de los lectores.

J.N.: Yo cuando escribo no quiero dejar indiferentes a los lectores, quiero empujarles a pensar, a cuestionarse sus propias certezas. El objetivo de mis libros no es entretener, sino mover al pensamiento.

Ch.A.: Y con este libro también mostrar que la cultura nos salva, que la cultura es sanadora y necesaria.

J.N.: La gente sigue leyendo a pesar de todas las prohibiciones, ahí en el Gulag, las mujeres recuerdan las obras de Tolstoi, recitan fragmentos de poesía, evocan a Ana Karennina. La cultura se convierte en enemiga del dictador porque este no puede controlar el pensamiento. Los autores son enemigos porque no se ponen al servicio de los autócratas y entonces los persiguen con saña a ellos, y a los que les siguen. La cultura nos ayuda no solo en estos momentos complicados, sino también en la vida cotidiana. Cogemos un libro y somos capaces de dejar a un lado nuestra realidad y compartir otra, sentir otras miradas sobre el mundo. La literatura tiene ese valor, como el arte, el dibujo que busca una sonrisa, como en las caricaturas que pinta Clotilde.

Ch.A.: Clotilde tiene que cambiar su trabajo de dibujante por la costura, Anya deja su carrera de concertista y compositora… pero al lado de estas protagonistas paralelas están los secundarios del cuidado, esos personajes, como la tía Olga que apoyan, alimentan, dan calor, esperanza… es verdad que también lo hacen los hombres, pero son las mujeres las protagonistas del cuidado.

J.N.: Somos las mujeres las que fundamentalmente hemos desempeñado este papel porque viene dado por la maternidad. Los primeros cuidados de un niño vienen de una mujer, la calidez del cuerpo de nuestra madre en el abrazo es inolvidable. Es un papel hermosísimo y lo siento como un privilegio, no como algo a denostar. Y el cuidado es algo que debemos poner en valor. En este libro hay un tejido de amor, de personas sensibles porque el mundo está lleno de personas buenas.

Ch.A.: ¡Entonces hay esperanza en medio del hielo!

J.N.: Sí, la hay, en medio de la desolación había gente que era capaz de leer, de escuchar música, de escribir, de sentir, de querer y cuidar a la gente de su alrededor. En el caso de Clotilde sus padres, su marido, hasta sus tíos que son unos franquistas irredentos y tienen destellos de humanidad para ayudar a los suyos. En este libro aflora este cuidado que es tan importante para los tiempos difíciles y para nuestros tiempos actuales.

Ch.A.: Este libro hace pensar al lector, pero también le deja un poso de impotencia…

J.N.: Espero que sí, a veces los ciudadanos estamos impotentes ante la brutalidad que significan las dictaduras en las que mueren tantas personas de forma injusta. Tú que eres profesora haz una prueba, cuelga un mapamundi y señala los países en los que hay una democracia. Damos por supuestas la democracia, las libertades, creemos que son algo cotidiano y no, es algo que debemos cuidar todos los días.

Ch.A.: Este libro está dedicado a los que dijeron NO y ahora dicen NO. En tiempos de “yo no sabía o yo me decido nada más a escribir”, es una posición muy valiente.

J.N.: Sí, está dedicado a los que dicen NO porque hay muchas personas que, ante lo que estamos viendo, se posicionan a favor de una ideología política y solo ven los defectos en los contrarios a esta ideología. Es más difícil decir NO a los tuyos que a los contrarios. Vivimos un tiempo de dejación de responsabilidades. No reflexionamos en voz alta con sentido crítico. En las tribunas públicas no se escucha a los otros, llenamos a los contrarios de todos los defectos y nos identificamos defendiendo a los nuestros pensando que, si los criticamos, estamos favoreciendo a los demás. Es un poco lo que sucedía con la crítica a la Unión Soviética que hizo Camus frente a Sartre. Camus fue a la Unión Soviética e hizo una crítica “No, no es esto, no está bien”. Sartre le dijo que si criticaba a la Unión Soviética estaba dándole facilidades a los reaccionarios y que había que callarse. Yo estoy con Camus, hay que demostrar una postura ética y dejar de pensar que criticar lo que hacen mal los nuestros es favorecer a los de enfrente, porque entonces estamos haciendo una dejación del ejercicio de la libertad.

La portada

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Charo Alonso.