Aún quedan algunas cosas en la Naturaleza que los seres humanos no podemos controlar y una de ellas es, afortunadamente, los fenómenos atmosféricos.
Y digo ‘afortunadamente’ porque si fuera posible hacerse con su control seguro que alguno de los 2.781 mil millonarios que hay hoy en el mundo (hace sólo 10 años eran 1.645) como Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg o Bill Gate; ya hubieran comprado los derechos para controlarlos y podrían comercializar o utilizar como armas de guerra los tsunamis, terremotos, inundaciones, huracanes, sequías, etc.
El último y el más dramático de nuestra historia, según los cronistas, sucedió en la región valenciana hace apenas una semana. Pueblos enteros fueron literalmente arrasados por el agua y enterrados en el barro. Edificios e infraestructuras fueron destruidos y cientos de seres humanos perdieron la vida. Para estos últimos todo a terminado, pero los supervivientes, tras llorar su ausencia, tendrán que empezar de nuevo sus proyectos de vida, cercenados brutalmente en unas pocas horas.
A toro pasado resulta fácil la crítica. Críticas a la falta de coordinación, a la mala gestión de las alertas, a la tardía reacción de respuesta, etc. Criticas que, como en otros muchos casos similares se terminara polarizando y politizando en favor de intereses partidistas. Pero no es esto lo que más debería indignarnos. Lo que debiera exaspéranos es que no aprendemos. Nunca aprendemos. William Faulkner escritor estadounidense galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1949 lo dejó claro Nunca pierdas el tiempo lamentando errores. Basta con que no los olvides.
Siempre es tras la catástrofe, rara vez antes, cuando se empieza a hablar de mejorar y reformulas las medidas de prevención, de incrementar los recursos destinados para enfrentar este tipo de situaciones, de identificar zonas de riesgo, de mejorar los sistemas de coordinación, alerta y ayuda a los damnificados y otras muchas cosas que debieran hacerse con antelación utilizando lo aprendido. Nunca se podrán evitar al 100% los daños causados, pero al menos eliminado vulnerabilidades se pueden reducir las víctimas y las consecuencias ya que, repito que afortunadamente, los fenómenos naturales no pueden ser controlado y son en buena medida imprevisibles.
Italo Calvino, el periodista y escritor italiano nacido en Cuba y fallecido en 1985 escribió Toda historia no es otra cosa que una infinita catástrofe de la cual intentamos salir lo mejor posible.
Después de sólo una semana, la DANA que azotó Valencia ya no abre los informativos y poco a poco ira perdiendo presencia mediática porque sus terribles consecuencias serán silenciadas como lo han sido las aun perdurables consecuencias de la pandemia, del volcán de La Palma, de las guerras en Ucrania o Palestina, de la inmigración o el problema de la vivienda… La velocidad de vértigo con la que suceden los hechos trágicos en esta sociedad termina por relegarlos al olvido porque lo importarte se va disolviendo en beneficio de lo urgente.
Estos días todos hemos escuchado muchas veces eso de que ‘lo importante es recuperar los cuerpos de las víctimas y ayudar a los damnificados’, pues lamento decirles que en mi opinión están ustedes equivocados. Eso es lo urgente y hay por supuesto hay que hacerlo, pero lo importarte es ponerse manos a la obra para intentar evitar que vuelva a repetirse algo así.
Una nueva catástrofe o una guerra, un exministro corrupto o un futbolista agresor sexual, incluso una medida económica o política del recientemente elegido futuro Presidente de los Estados Unidos, ocuparán pasaran a ser lo urgente y acapararan la atención de medios y redes sociales. Lo importante volverá a quedar en segundo plano y como consecuencia los familiares de los ancianos fallecido en residencias durante la pandemias continuaran esperando una explicación; los que perdieron sus casas en La Palma continuaran habitando en viviendas provisionales algún año más; los miles de inmigrantes que llegan a las Islas Canarias seguirán saturando las infraestructuras disponibles y serán hacinados en instalaciones claramente insuficiente y miles de personas continuarán siendo obligados a pagar usureros alquileres si quieren tener una vivienda… Lo importante ira quedando oculto detrás de lo urgente en esta cultura que adora la inmediatez. ¿Lo importante o lo urgente? Esa es la cuestión.
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