La entrega absoluta y la actitud humanista que ha dado la juventud valenciana al resto de España y también al mundo, nos ha sorprendido a todos y nos ha tocado la fibra más íntima. Nos hemos emocionado al ver las imágenes en televisión, al igual que como indica nuestra foto que encabeza esta tribuna, ocupaban las portadas de los periódicos más importantes del orbe.
Una juventud de la que afloraba ese “lado desconocido de la luna” que demostraba que a pesar que suele decirse que forman parte de una generación Z que “son muy suyos” o “que son muy especiales”, la madurez demostrada por la juventud valenciana rompe con los tópicos y debemos sacarnos el sombrero ante los hechos.
Los jóvenes dieron un puñetazo en la mesa e hicieron despertar a ciudadanos y políticos. Más a los primeros que a los segundos. Pero sin duda, han estado con las víctimas y se han consubstanciado con ellas, dando todo lo que más vale: su tiempo y su cariño, aún a riesgo de infecciones o aún cosas peores. ¡Pero ahí estaban! ¡Vaya ejemplo que nos han dado!
Esto me hace recordar que en ocasión de un viaje a Sudáfrica de la entonces primera dama Michelle Obama, dio un discurso en el que lo centraba en el liderazgo de los jóvenes. Esto sucedía en 2011 en Johannesburgo, en el que la alocución de Michelle adquirió una categoría de ese tipo de pensamientos que trascienden por la manera simple de cómo son expresados y tiene aún plena vigencia.
Michelle hizo una descripción de qué es lo que entendía por liderazgo, partiendo de una explicación muy simple de qué sucede cuando escuchamos esta palabra. Decía que “cuando pensamos acerca de lo que esta palabra significa, cuando nos preguntamos qué es ser un líder, lo primero en lo que pensamos es en presidentes y primeros ministros. Pensamos en gente que promueve leyes o que conduce ejércitos, que gestionan grandes organizaciones y que ganan mucho dinero.”
Y a continuación introdujo su dedicatoria a los jóvenes, afirmando que la mayoría, no encaja en esa imagen de grandes líderes. Que cuando quieren ser escuchados, muchas veces la gente no les presta atención. “Sé que están aquellos que no valoran sus opiniones, que les dicen que no están preparados aún, que les piden que esperen a que les llegue su momento.”
“Pero hoy estoy aquí porque cuando tenemos tantos desafíos a los que enfrentarnos, simplemente no tenemos tiempo para sentarnos y esperar. Y estoy aquí, porque sé que el verdadero liderazgo, el que sustenta a comunidades enteras y familias y transforma naciones, ese tipo de liderazgo raramente se inicia desde los gobiernos o parlamentos. Ese tipo de liderazgo no está solamente limitado a aquellos de cierta edad o estatus. Y tampoco se refiere a hechos dramáticos que han cambiado el curso de la historia en un instante. Porque el verdadero liderazgo siempre surge en las pequeñas cosas, en los lugares más inesperados y por la gente que uno menos espera.”
Suscribo con Michelle Obama el toque de atención que da al hablar del alcance del término liderazgo: no debemos vincularlo únicamente a personalidades relevantes de la política o exitosas en los negocios.
La transformación de la sociedad siempre se produce desde abajo, desde las cosas pequeñas y sencillas. Michelle Obama instaba a los jóvenes (la gente sencilla) a formarse y acumular experiencias para ir poco a poco asumiendo mayores responsabilidades. Que no se puede liderar por generación espontánea. Que requiere un sacrificio. El esfuerzo de aprender y dejarse enseñar, lo que no implica quedarse sentado esperando para más adelante, porque como bien recalcó la Sra. Obama, los retos a los cuales se enfrentaban eran demasiado importantes. Y aquí en España, visto lo de Valencia, por supuesto que la actitud de la juventud nos da una esperanza.
Aquello de que “obra son amores y no buenas razones” ha quedado patente en la actitud de estos chicos y chicas. Hechos y no palabras, que fecundan en todas las capas de la sociedad. Porque incluso a los miles de damnificados que lo perdieron todo, el ejemplo de ellos y ellas, todos y todas muy jóvenes, permite vislumbrar un futuro mejor una vez salidos de las consecuencias de la catástrofe.
Por ello de la misma forma que la Sra. Obama les instaba a los jóvenes sudafricanos a enfrentarse por aquel entonces a los tremendos retos que ya surgían como consecuencia de la Crisis Financiera Internacional de 2008-2009, que no había tiempo que perder, que había demasiado en juego, la sociedad española en su conjunto deber rendirse al ejemplo de la juventud valenciana.
Esta sociedad española que está padeciendo una fatiga más que justificada en el ámbito social, económico y político, y cuando un día sí y otro también nos levantamos con el sinsabor de boca que nos dejó la crispación de ayer por algún enfrentamiento (por lo demás habitual) entre un miembro del gobierno y otro de la oposición, nos llega esta bocanada de aire fresco de una juventud que está más allá de las rencillas entre políticos, porque han demostrado que para liderar por más joven que se sea, además de estar capacitado para ello, hay que tener sensibilidad “por el otro”.
Que, en definitiva, formamos parte de una gran familia con las mismas necesidades y también expectativas de futuro. Y cuando todo estaba arrasado, los miles de personas, especialmente jóvenes, que cruzaban el puente con escobas, llevando agua, etc., estaban ejerciendo sin ellos saberlo aún, una primera clase práctica de lo que significa liderar: mostrar siempre que lo más importante en las relaciones interpersonales es el humanismo, la preocupación por las necesidades de las personas que conforman una comunidad, da igual que sean los empleados de una empresa que los ciudadanos de una ciudad dormitorio.
El líder efectivo debe ser ante todo un aladid del humanismo, la solidaridad, el colaboracionismo y la entrega. Todas estas virtudes puedan resumirse en una palabra: compromiso. Y la juventud valenciana ha puesto el listón bien alto en el sentido de comprometerse con su tierra y su gente. Aunque sean muy jóvenes aún y requieran un tiempo de experiencias y capacitación para llegar a ocupar puestos de liderazgo en el futuro, la primera lección la tienen bien aprendida. Y son de esas lecciones que jamás se olvidan. Se abrazaron con sus conciudadanos y lloraron las pérdidas de sus familiares y también que lo habían pedido todo.
La esperanza para construir futuro parte de las acciones que hagamos en el presente. ¡Pues los jóvenes valencianos han dado un gran paso!
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