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20 años sin Susan Sontag
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20 años sin Susan Sontag

Actualizado 24/10/2024 08:09

El próximo 28 de diciembre se cumplirán 20 años sin Susan Sontag (1933-2004). Es de esas ausencias que se notan de verdad, no solo en su arte como escritora, novelista, filósofa y ensayista, así como profesora, directora de cine y guionista estadounidense, sino como persona.

Una intelectual que no presumía de ello y que por dónde pasaba o en el medio que aparecía, se notaba el “peso” de su presencia. Pertenece (y lo digo en presente) a esa categoría de personas que siempre nos deslumbra cuando hablan, porque de su pensamiento solo parten ideas razonables, aunque con una carga por más leve que sea de auténtica revolución. Las posiciones de su manera de ver el mundo siempre nos hacen reflexionar.

Cuando afirma que “Hacer cosas. Estar en tensión. Ser curioso. No esperando el empujón de la inspiración o el beso de la sociedad en tu frente. Presta atención. Se trata de prestar atención. La atención es vitalidad. Te conecta con otros. Te hace ansioso. Mantente ansioso”, es como si te atravesara corriente positiva por el cuerpo.

En la última de las oraciones que conforma el párrafo anterior, la expresión en inglés de Sontag es “It makes you eager. Stay eager”, que no sólo significa ansioso, sino también vehemente, ilusionado y ambicioso.

La riqueza de nuestro idioma nos permite quizás (me permito) introducir la mejor traducción que se adapta a ese pensamiento que nos deja. Creo que encajaría mejor la vehemencia, porque la creencia en un objetivo, en el ideal por el que se lucha, es en definitiva la fuerza que nos permite estar atentos, como Sontag sostiene y que suscribo al cien por ciento.

Considerada una de las intelectuales más influyentes de su época, ha destacado por investigar el abismo que existe entre las realidades humanas, culturales, sociales, etc. y la forma en que percibimos e interpretamos la realidad.

Directos y penetrantes son sus pensamientos, que dicen cosas como que “no he estado en todas partes…pero está en mi lista”, que deja clara su posición como intelectual necesariamente universalista, porque lo que dice es una metáfora de lo que realmente significa: que como están los tiempos actuales, cuánto más conocimiento adquiramos (el viaje al que refiere) mejor podremos interpretar y describir esa realidad que siempre le ha preocupado.

La atención plena y tener consciencia en todo momento de las acciones que hacemos y sus consecuencias.

Cuando afirma que “las únicas respuestas interesantes son aquellas que destruyen las preguntas", se enrola en la línea de crítica como buena directora de teatro y cine que era, porque si algo replanteó Sontag en su obra, es la capacidad del ensayo para ser un constante fiscalizador de la realidad y las acciones de los hombres y mujeres que con su trabajo han contribuido a configurarla.

Porque no nos engañemos: la realidad la construimos todos, con aciertos y errores. Pero es la conclusión de todas las acciones que a su vez se van moldeando cada día y adaptándose a los cambios que la propia evolución social va introduciendo. Siempre de la mano de hombres y mujeres que somos los que hacen cosas, están atentos, se ilusionan y son vehementes (haciendo gala del pensamiento de Sontag).

En cuanto a su categorización de la obsesión, palabra cuyo significado generalmente tiene un componente psicológico negativo, como si se tratase de un desequilibrio, ella sin pretender alterarlo le da nueva vida, afirmando que “nunca te preocupes por ser obsesivo. Me gustan las personas obsesivas La gente obsesiva produce un gran arte".

Porque cuando, por ejemplo, un escritor que está narrando la biografía de un personaje histórico, naturalmente que tendrá que obsesionarse para poder hacerse cargo de cuáles eran las circunstancias en las que le tocó vivir. También cuál era el pensamiento predominante en aquel tiempo, así como las costumbres, cultura, hechos relevantes que concurrían en esos años, etc.

Si tuviésemos que analizar, por ejemplo, la política europea de este primer cuarto de siglo XXI, pero el análisis e investigación lo hiciere un historiador de 2050, seguramente tendría que obsesionarse por una cantidad de hechos, tratando de que la realidad que describa sea una síntesis lo más próxima a cómo sucedieron. La obsesión por el relato de la realidad nos mantiene alertas y atentos. Influye en la objetividad de los hechos transmitidos y de la percepción de cómo era una sociedad treinta años atrás…o dos siglos antes.

Sontag no defrauda -como a la casi totalidad de los intelectuales- cuando les brota un manantial de pesimismo por el género humano, que ella describe tan bien al decir: "Descubrí que estoy cansada de ser una persona. No solo estoy cansada de ser la persona que era, sino cualquier persona". Sin duda, sus palabras tuvieron que estar condicionadas por un entorno personal de Sontag en aquel momento y del contexto social en el que se movía, era leída y escuchada.

El pesimismo es inherente a los intelectuales, porque cuanto más se estudia y analiza la evolución y estadio actual de nuestra civilización, más se comprende por qué estamos como estamos, por ejemplo, que no hay ningún momento en los últimos cien años en el que no haya habido una guerra o conflicto armado de algún tipo en algún lugar remoto del planeta. El pesimismo está más próximo a describir la realidad que el optimismo estúpido que se infla de valores que ya no existen o que están escasos.

De ahí que Sontag sostenía que “Un escritor, creo, es alguien que presta atención al mundo", que una vez más en su pensamiento está implícito todo aquello que no conocemos y que debemos conocer y comprender, manteniéndonos atentos y vehementes. Una persona de gran vehemencia está muy cerca de ser ese personaje obsesivo que según Sontag, puede producir un muy buen arte, pero que además ella quería significar que ese buen hacer podría corresponder a cualquier ámbito de la vida, por ejemplo, un político, un empresario, etc.

Necesitaríamos unos cuántos líderes europeos más vehementes y obsesivos por la Europa que se nos viene encima en el horizonte 2030, que mantenernos en las políticas que tienen que ser lamentablemente “políticamente correctas” y que lo único que logran es confusionismo y dejar los problemas para que los resuelva otra generación.

Y éste justamente no es el espíritu de una intelectual de la talla de Sontag, que, como otras tantas mujeres del siglo XX, marcaron el gran cambio que nuestra época actual está operando. Mi homenaje a todas ellas.

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