El presidente de Memoria y Justicia, Julio Fernández, con otros miembros de la Asociación, y la alcaldesa de la localidad, Dory Ginés, intervinieron en un emotivo acto con la presencia de vecinos y el diputado provincial Luis Rodríguez
Promovido por la Asociación Memoria y Justicia, y con la colaboración del Ayuntamiento de Villavieja y de la Diputación de Salamanca, este sábado se procedía a la colocación de un stolpersteine (piedra de la memoria), en la calle Cruce de Villavieja de Yeltes, en memoria de Francisco Cuadrado Sierra, asesinado en 1944 por los nazis.
Como explicaron los miembros de la Asociación Memoria y Justicia, entidad presidida por Julio Fernández, Francisco Cuadrado Sierra nació en Villavieja de Yeltes, en la calle Caño, en 1923 y se exilió a Francia en 1939 tras la Guerra Civil española. Posteriormente fue deportado al campo de concentración de Buchenwald (Weimar) donde fue asesinado ese mismo año.
El historiador y experto en Biblioteconomía, Hilario Hernández, miembro de Memoria y Justicia, realizó un resumen de los pasos documentados que condujeron a Francisco Cuadrado a los campos de concentración nazis. Según Hilario Hernández todos los deportados salmantinos habían emigrado de su pueblo a alguna otra localidad española, a Madrid y Barcelona la mayoría, e incluso algunos a Francia, país este en el que coincidieron en 1939 en campos de internamiento (refugiados), viéndose involucrados en la II Guerra Civil al pasar a campos de concentración tras la invasión alemana de Francia.
En los años 1940-41 “todos van a Mauthausen y en una segunda parte, en un primer momento, en torno a 1943-44, los deportados, como es el caso de Francisco Cuadrado, van a distintos campos de Alemania o de Austria, y como es el caso de Francisco Cuadrado Sierra, a Buchenwald, que fue el segundo campo, después de Mauthausen, que más salmantinos acogió, aunque también es verdad que casi todos ellos fueron transferidos desde Buchenwald a otros campos”.
Lo que sí está documentado es que Francisco Cuadrado nació en Villavieja de Yeltes, en la calle del Caño, el 1 de septiembre de 1923, por lo que “por estas calles corretearía de niño”, añadía Hilario Hernández. Su madre, natural de Peralejos de Abajo, se llamaba Celestina Cuadrado Sierra, “igual que él, era una joven de 19 años, soltera, y vivían en casa de los abuelos o en casa de los padres de Celestina. Pero no sabemos exactamente con seguridad cuándo salió del pueblo, ni siquiera si salió él solo o salió también con su madre”. Lo que sí está documentado es que “en 1938 es movilizado a filas y no se presenta”, por lo que se le considera ‘rebelde’ y en el pertinente juicio militar queda archivada la causa por desconocerse su paradero, por lo que “con seguridad, vivía ya fuera de Villavieja y de la provincia de Salamanca”, pues cabe señalar que el 18 de julio de 1936, momento del golpe de Estado de Franco, Francisco Cuadrado no había cumplido aún los 13 años.
Los siguientes datos documentados aparecen en diciembre de 1943, cuando es detenido en Francia por los nazis “en el norte de París”, por lo que “es lógico suponer que en el 39 se exilió en Francia, pero no sabemos exactamente qué ocurrieron durante esos cuatro o cinco años que vivió en Francia y que cuando le detiene la Gestapo, él declara que vive en Champigny, al norte de París, en una pequeña localidad, y que era panadero”.
Al mes de su detención por parte de la policía nazi, Francisco Cuadrado es etiquetado como “preso político español y por tanto enemigo del III Reig, y lo envían a Buchenwald. Sale el 22 de enero de una estación cercana a París, de Compié, en un tren en el que van prácticamente todos franceses. Los traslados a los campos de concentración eran terribles, eran vagones de ganado donde metían 80 y hasta 100 personas, donde cabían como un máximo de 20 caballos, sin agua. En concreto, 2.006 personas son trasladadas en ese tren a Buchenwald, de los que tan solo hay 29 españoles, y uno de ellos era Francisco Cuadrado. El 24 de enero de 1944 ingresan en el campo de concentración de Buchenwald, le asignan un número, en vez de un nombre, pasa a llamarse con un número, el 43.368. En una fecha, relativamente indeterminada, figura que le trasladan a un subcampo de Buchenberg, un campo de concentración anejo. En aquel momento, en el 44, Alemania ya casi tiene fijo o todo el mundo sabe que va a perder la guerra, pero los alemanes y los nazis siguen persistiendo y lo que hacen es intentar enterrar toda la industria armamentística en túneles. Langenstein, el lugar al que le mandan a Francisco Cuadrado, se empieza a construir en el 44, poco después de llegar él a Buchenwald, y se construyen hasta 60.000 m² de galerías subterráneas para albergar la industria armamentística. El coste en vidas humanas y el sufrimiento para los deportados fue enorme. No sabemos con seguridad el lugar ni la fecha en que murió, cuando el campo es liberado por las tropas aliadas en abril de 1945, entre los supervivientes ya no estaba Francisco Cuadrado Sierra”.
“Sí está oficialmente declarado como fallecido en Francia, y el diario oficial de la República Francesa publicó en 2011 un listado de defunciones de personas fallecidas en campos de concentración en las que figura Francisco Cuadrado Sierra, pero figura con un lugar y fecha que no es verosímil, porque figura con la misma fecha en que ingresó teóricamente en el campo de concentración, mientras que sabemos por documentación del propio campo, que probablemente en septiembre del 44 todavía él estaba vivo”.
Sobre cómo murió, “asesinado, probablemente”, añade Hilario Hernández, aunque “lo más simple es pensar que, como muchos de ellos, muriera por la confluencia del hambre, un hambre absolutamente enquistada en la salud, y por, supuesto, la falta de asistencia sanitaria y el trabajo agotador. En Langstein tenían turnos de 12 h y solamente descansaban los domingos, en teoría, y prácticamente sin alimentación”.
“El panorama que se encontraron las tropas aliadas cuando liberaron estos campos era, por lo general, dantesco, totalmente difícil de describir en relación a los montones de cadáveres o de personas absolutamente ya en el último momento de su vida, porque los alemanes trataron de ocultar primero la existencia de los campos de concentración y de que en lo posible, ninguno de los presos deportados en estos campos llegara a estar vivo cuando llegara a la liberación.
En definitiva, su historia quedó absolutamente enterrada y olvidada”, concluía el historiador.
Y para dar luz a este drama surgió la idea de los stolpersteine, como señalaría el presidente de Memoria y Justicia, Julio Fernández, durante su intervención. Ideado de una asociación alemana, la finalidad de este proyecto es que las personas que pasaron por los campos de concentración nazi fueran recordadas y homenajeadas, pues “todos los que murieron pasaron a hornos crematorios, es decir, de ellos no hay nada, absolutamente nada”, de donde nació la idea de colocar una “pequeña piedra que se llama en alemán stolperstein, que es piedra de tropiezo, es decir, para que no tropecemos dos veces en la misma piedra”. Por lo que el stolperstein consiste en la instalación de una piedra con el nombre de la persona homenajeada, datos breves de su origen, como donde nació, y normalmente se sitúan en la acera de la casa donde vivió la última vez”.
En estos momentos se han colocado en más de 30 países, más de 100.000 stolpersteine, en España más de 500 y “en Salamanca hemos colocado ya en colaboración con la Diputación, ayuntamientos y asociación Salamanca por la Memoria y la Justicia, hemos colocado ya 17. En Salamanca hay constancia de 36 salmantinos de distintos pueblos y de la capital que fueron deportados a los campos de concentración nazi. Se calcula que unos 10.000 españoles pasaron por los campos de concentración nazis tras ser detenidos en Francia donde se encontraban en campos de refugiados y que tras la invasión nazi se consideraron presos políticos españoles.
En cuanto a los 36 salmantinos registrados hasta el momento, de ellos se han colocado 17 stolpersteine, cinco de ellos en Salamanca capital, tres en Rollán, uno en Montemayor del Río, Aldea del Obispo, Galinduste, San Moral, Peñalanda de Bracamonte, Tamames, Ciudad Rodrigo y la última, hace 15 días, en el Bodón. Además, como señaló a este diario Hilario Hernández, en los próximos meses se colocarán dos stolperstein en Alba de Tormes, uno en Hinojosa de Duero, Robliza de Cojos y Sanchón de la Sagrada. Sobre el resto, la Asociación Memoria y Justicia espera lograr datos más fehacientes sobre los homenajeados y sus familiares.
También intervino en la presentación del acto Pilar Álvarez Valiente, miembro de la Asociación Memoria y Justicia de Salamanca, y sobrina de otro de los salmantinos deportados, y asesinado en un campo de concentración, en concreto de Juan Álvarez Pineda, nacido en Aldea del Obispo y donde el año pasado recibió un homenaje en su pueblo con la colocación de un stolpersteine.
Por último, la alcaldesa de Villavieja, Dory Ginés, en representación de los vecinos del municipio, señaló la cesión de “un trocito de suelo para que perdure la memoria de don Francisco Cuadrado. Y como bien significa la palabra alemana, es una piedra de tropiezo para que recordemos todos la historia y que no se vuelvan a repetir esas injusticias y luchemos todos por ella”, para finalizar agradeciendo a la Asociación Memoria y Justicia, a la Diputación y a todos los asistentes su presencia este acto.
A continuación, Manuel Sánchez Calderero, primer villaviejense que habló y escribió la historia de Francisco Cuadrado Sierra, tuvo el honor de colocar el stolperstein en la acera de la calle Cruce y que desde este momento acompañará al Dolmen VII A la Libertad, del escultor villaviejense Ángel Mateos. Junto a la ‘piedra de la memoria’ el Ayuntamiento colocó un ramo de flores.
Además de vecinos de la localidad, entre los asistentes al acto se encontraba el diputado provincial del PSOE por la comarca de Vitigudino, y alcalde de Pereña de la Ribera, Luis Rodríguez.