Estuvo en el país colombiano durante 33 años, donde asegura que “era feliz y pensaba que iba a morir allí”
Feliciana Pérez es misionera idente recién llegada a Salamanca. Nacida en Almería porque en ese momento sus padres trabajan allí, desciende de Palencia y ha estado en diversos lugares del mundo para ayudar y acompañar a quienes más lo necesitaban.
Su historia se remonta muchos años atrás y la recuerda en SALAMANCArtv AL DÍA, con motivo del nuevo curso del Domund 2024 que arranca en Salamanca y cuyas actividades se han presentado en la Casa de la Iglesia.
“Para mí todo comenzó porque Cristo te sale al encuentro”, comienza recordando. “Creo que todo tiene sus raíces principalmente en las familias. Mi familia era cristiana y tenía cinco hijos, ahí es donde nos inculcaron estos valores cristianos. Yo tenía esa inquietud religiosa pero siempre la dejaba un poco apartada porque mis padres necesitan ayuda económicamente, entonces me puse a trabajar”, explicar.
Sin embargo, “un día tuve esa claridad y si no me decidía, no lo iba a hacer”. Entonces se consagró plenamente y muy joven y rápido la trasladaron a su primer destino: Colombia. “Yo era muy joven y allí no conocía a nadie. Fui conociendo a personas extraordinarias, la experiencia maravillosa y estuve allí un total de 33 años”, recuerda. “Prácticamente me convertí en colombiana”, afirma feliz .
Allí su principal misión estaba relacionada con la educación en los más pequeños y también en grupos juveniles, con quiénes realizaba misión de campo saliendo 10 días durante tres veces al año. “Colombia en se momento estaba pasando una crisis muy difícil de violencia, pero descubrí que son gente muy acogedora, muy creativa, muy agradable".
Allí "pasé unos años muy felices" y asegura que lo mejor de esta experiencia no era solo enseñar, sino aprender. “Aprendí muchísimo de esas personas, sobre todo de su generosidad. No tenían nada pero aún así te daban todo y te dejaban el mejor lugar para dormir”, explica.
Tras unos años la situación se complicó en el país, donde la guerrilla reclutaba a los jóvenes. “Quedaban muy tocados y tuvimos que dejar esa misión por una urbana. En la misma ciudad, en apenas unas calles de diferencia, había familias sin agua, sin luz y si nada que vivían y dormían todos en una misma habitación. Situaciones muy complicadas” recuerda Feli.
Después de más de 30 años en suelo colombiano donde “estaba muy feliz, pensando en que la moriría allí”, la destinaron a Chile. Allí estuvo varios años hasta que de nuevo la trasladaron, en esta ocasión volvía a casa, a España.
Tras unos años en Javier (Navarra), donde se encontraba en misiones con los miles de peregrinos que llegaban, hace un año volvió a cambiar de destino. Un cambio que la ha traído a Salamanca donde “estoy comenzando esta nueva etapa”, con muchas ganas e ilusión.
Para el futuro espera “hacer la voluntad de Dios allí donde esté”, ayudando a los demás y siendo feliz con lo que hace.