También hubo una sesión de arco participativo con ArcoMiróbriga y más danza del vientre con el Centro de Pilates y Danzas Tere
Dejando a un lado el Carnaval del Toro, es difícil encontrar otro día en el calendario anual de Ciudad Rodrigo con tanto ajetreo (y tan continuo) por sus calles como el que hubo a lo largo de todo el sábado de la Feria Medieval, especialmente durante la franja de tarde, en la que el centro histórico registró un espectacular ambiente, favorecido por una climatología idónea (el año pasado por ejemplo hizo excesivo calor).
Aunque hay otros momentos como los días centrales de la Semana Santa en que también hay mucho público por el centro, ese movimiento suele pivotar en torno a establecimientos de hostelería, mientras que en la tarde sabatina el ajetreo fue mucho más callejero, salvo precisamente por una actividad de la Feria: los espectáculos de la Asociación Miróbriga Mágica en el interior del Café-Bar La Tertulia, que llamaron la atención especialmente de l@s niñ@s.
Esos números mágicos fueron uno de los toques locales que tuvo la tarde sabatina, junto al matrimonio de leprosos que se estuvo moviendo por las calles narrando su historia. Al hombre de este matrimonio, Leproso Pérez, interpretado por Sergio Olvidado, ya le conocía el público mirobrigense de ediciones anteriores de la Feria Medieval, siendo debutante su mujer, Federica, interpretada por María. Como otro toque local, durante la tarde volvió a haber una exhibición de danza del vientre a cargo del Centro de Pilates y Danzas Tere.
Junto a ellos, en varios puntos se pudo disfrutar de los grupos foráneos con los que cuenta este año la Feria Medieval mirobrigense. Por ejemplo, el grupo de bailes D’Way actuó en plena Plaza Mayor (arremolinándose gran cantidad de espectadores a su alrededor, algunos de los cuales incluso se sacaron fotos con sus integrantes al acabar); mientras que los grupos musicales Manuk y Goliardos lo hicieron, respectivamente, en la Plaza del Castillo (sobre el escenario montado) y por el entorno de la Plaza Mayor.
En la Plaza del Castillo hubo asimismo una nueva exhibición de cetrería, además de poderse contemplar durante toda la tarde las aves, que este año están colocadas en una posición elevada, dentro de los jardines anexos al Parador. Asimismo, aquellos que quisieron pudieron probar el tiro con arco al estilo medieval, gracias al Club ArcoMiróbriga, en el corredor existente entre el Palacio de Los Águila y la Plazuela Dámaso Ledesma.
Por cierto, que todo ese ajetreo a pie que tuvo el centro histórico tuvo su prolongación a nivel de vehículos en múltiples lugares del entorno amurallado. Por ejemplo, una viandante apuntaba en la tarde sabatina que la zona de los toriles de San Pelayo tenía un volumen de coches aparcados que “sólo hay en Carnaval”.