La Jornada de Estudio de la obra de de la ganadora del XXXII Premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana se cierra con un recital de la propia poeta nicaragüense
Se llena el Aula Magna de la Facultad de Filología, ahí junto a uno de los claustros más hermosos de Salamanca donde anidan los estudiantes y las cigüeñas que admirara Ernesto Cardenal, para escuchar a otra poeta nicaragüense, a la novelista, ensayista, activista y siempre luchadora, Gioconda Belli. Una poesía que, a lo largo de toda una jornada ha sido analizada por los académicos, por aquellos que han leído en sus versos aquello que la convierte en consagrada. El Premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana, otorgado por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional tiene el probado prestigio y el peso de ambas instituciones, y da lugar a un hermoso libro del Servicio de Publicaciones de la Universidad seleccionado y prologado por María José Bruña, organizadora de la Jornada que finaliza con una mesa redonda y el recital de la autora.
Y es José Antonio González Iglesias, laureado poeta, profesor y ensayista quien nos recuerda “la delicada obstinación” de la poesía de Belli, y su hermosa identificación entre su persona y la obra de “estética volcánica ajena a toda solemnidad”. Una obra protagonizada por la belleza y la esperanza que, para la profesora de la Universidad de Texas, María Augusta Montealegre, nos ha enseñado a ser valientes y se ha convertido en himno compartido, dado el carácter activista de Gioconda Belli. La autora, partícipe de la primera Revolución Sandinista, cuyas memorias El país bajo mi piel, y versos anudan su lenguaje, sensual, optimista, feminista, lleno de música, con la historia, se convirtió en un símbolo de lucha, en una esperanza de futuro abierto a la idea de mujer libre e implicada en el futuro de su pueblo. Un pueblo sometido ahora a un gobierno que la ha condenado al exilio y ha confiscado su casa, como recordará dolorosamente la autora al leer el terrible poema en el que reconoce que no tiene dónde vivir más allá de las palabras.
Una autora que, en palabras de la profesora Francisca Noguerol, quien incluyó a Belli en su programa de literatura y fue quien hizo que María José Bruña descubriera a la autora para la que ha escrito un magnífico estudio introductorio de su poesía, publicado bajo el título “Parir el alba”, siempre va hacia adelante, con optimismo, sobreponiéndose. Y lo hace, en numerosos poemas, desmontando los mitos del imaginario femenino, nombrando el mundo de otra manera, recurriendo a los mitos prehispánicos, a su cuerpo abierto al gozo de ser mujer, al placer de escribir poesía. Puro fuego, la define la profesora de la Universidad de Salamanca para cerrar su intervención y dejar que sea la autora, puro fuego, quien tome la palabra.
Gioconda Belli, la poeta que quería “encender luciérnagas” y que la también profesora y poeta María Ángeles Pérez López definió como autora de una obra caracterizada por “la emoción, la sensualidad, el compromiso y la ironía”, da las gracias por esta celebración que “no puede describir” y que es para ella “como una caricia”. Y toma la palabra ante un auditorio lleno para leer sus poemas escritos a lo largo del tiempo… poemas en los que aparece el amor, el amor sensual, ese apretado brazo de la enredadera siempre unido a la tierra, a la mujer habitada que ama, que deja que la cintura de América, el país de Rubén Darío, de Claribel Alegría, le salga por la piel. Una piel viva y en poesía convertida.
Oír a Gioconda Belli después de tantos años de leerla, de sorber sus versos enamorados e incendiarios, sus proclamas de mujer libre, sus novelas, es un placer inenarrable. Su cabello en llamas, su sonrisa agradecida, su mirada intensa, su emoción y esa belleza que es inacabable diálogo con el mundo, alza la voz a lo largo de estas hermosas páginas tan bellamente editadas –y ya son una pléyade de autores consagrados a través de su reconocimiento- por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Salamanca. Un libro que ella acaricia mientras recita junto a María José Bruña, fascinada por la hermosa interpretación de sus poemas de la actriz Rakel Rodriguez, de la compañía Arymux, que emociona al público. Y qué hermoso que haya una cola para recibir una mirada amable, una firma tras el recital que interrumpe, por no hacer mudanza en su costumbre, la campana de la catedral. La tarde cae sobre uno de los más hermosos claustros salmantinos, y esta mujer hermosa sigue firmando los libros de su poesía arrebatada, su poesía mimada a lo largo de todo el día. Su poesía obstinada, su poesía en llamas, su poesía militante, su poesía de tierra nunca abandonada. Y la celebración entonces es volcán y palabra enamorada. Salamanca hoy ha tenido un eco de fuego, volcán de Nicaragua, Nicaragüita... Gioconda Belli, toda una reina.
Charo Alonso.