Ya quedan lejos las imágenes de mujeres afganas en los años 60 andando por las calles de Kabul con el pelo corto y faldas… Los derechos de las mujeres en Afganistán han sido el vivo reflejo de los avances y retrocesos del desarrollo del país. Todo empezó en 1959 cuando el rey, Mohammad Zaher Shah, decidió darle un aspecto moderno a su Estado, otorgándole el acceso a la educación a las mujeres. Todos estos avances decayeron con el avance de los fundamentalistas musulmanes en el país. Tras diversos y graves conflictos, tras la llegada americana al suelo afgano se recuperaron y ampliaron los derechos de las mujeres. Pero desde el retiro de las últimas tropas americanas en agosto de 2021, los Talibanes intentan establecer un Emirato islámico aplicando estrictamente las normas dictadas por la Sharía y la «cultura afgana», tal y como ellos la entienden.
Lucía Almendros Zaragozá
Defensora de los derechos humanos
Ya quedan lejos las imágenes de mujeres afganas en los años 60 andando por las calles de Kabul con el pelo corto y faldas… Los derechos de las mujeres en Afganistán han sido el vivo reflejo de los avances y retrocesos del desarrollo del país. Todo empezó en 1959 cuando el rey, Mohammad Zaher Shah, decidió darle un aspecto moderno a su Estado, otorgándole el acceso a la educación a las mujeres. Todos estos avances decayeron con el avance de los fundamentalistas musulmanes en el país. Tras diversos y graves conflictos, tras la llegada americana al suelo afgano se recuperaron y ampliaron los derechos de las mujeres. Pero desde el retiro de las últimas tropas americanas en agosto de 2021, los Talibanes intentan establecer un Emirato islámico aplicando estrictamente las normas dictadas por la Sharía y la “cultura afgana”, tal y como ellos la entienden.
Desde 2021, los derechos de las mujeres han pasado de ser escasos a nulos. Las mujeres han sido privadas de casi todas sus libertades; muchas defensoras de derechos humanos en Afganistán confiesan que el último derecho que les queda ahora es el «derecho de respirar». Se les intenta despojar de su esencia como personas.
Durante este verano, el Ministerio de la Virtud y Vicio dispuso una nueva ley, llamada Ley para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio. Dicha ley es la primera que trata sobre estos temas, ya que previamente todas estas normas eran establecidas por decretos «temporales» para «proteger a las mujeres». Por lo tanto, al tener rango de ley, dicha norma preocupa mucho a las mujeres afganas, ya que no saben hasta qué punto los talibanes dispondrán de instrumentos para castigarlas en caso de infringirla.
En cuanto a la libertad de expresión, esencial y propia de cualquier ser humano, las mujeres afganas no pueden ni hablar ni cantar en la calle; están condenadas al silencio, que directamente las sentencia al ostracismo público. Los sonidos causados por las mujeres también están prohibidos, como andar con tacones.
El derecho de tutela judicial efectiva ha desaparecido. En algunos barrios de Kabul, donde conviven poblaciones de distintas etnias, los agentes del Estado arrestan a chicas adolescentes, encarcelándolas durante días sin motivo aparente, sin derecho a defensa, con el objetivo de atemorizar a sus compañeras y familiares. Además, esta nueva ley ha hecho desaparecer cualquier recurso ante las instituciones judiciales, puesto que ya no son «necesarias». Son reemplazadas por las interpretaciones de la Sharía de estudiantes de las Madrasas, y las condenas han sido lapidaciones en público, flagelaciones o ejecuciones públicas, violando el Derecho Internacional. Todo esto no puede ser arreglado por el Estado, ya que el antiguo Ministerio de la Mujer ha sido reemplazado por el ministerio de la Virtud y Vicio.
En cuanto al derecho a la educación, los talibanes decretaron en 2021 que solo podrían acceder a una educación «decretada por el Estado talibán» las niñas menores de 12 años. Menos de dos años después, en diciembre de 2022, los talibanes prohibieron el acceso a la educación a las mujeres mediante un decreto. Actualmente, la ONU estima que 2,5 millones de mujeres en edad de estudiar no están gozando de ese derecho.
Enlazando con la educación, las mujeres no tienen derecho a trabajar, salvo dentro de su propio domicilio para satisfacer a sus maridos e hijos. Las propias profesoras han sido expulsadas de sus trabajos, y como las artistas, médicos y periodistas, temen por sus vidas. Las médicos son reemplazadas poco a poco por compañeros masculinos, sin embargo, no están autorizados a auscultar a las mujeres. Por lo tanto, negando el derecho de las mujeres a acceder a una educación y negándoles el acceso a trabajos públicos como ser médico, se está vulnerando el derecho a la asistencia sanitaria de las mujeres. Aún así, muchas mujeres afganas deciden desafiar las normas y trabajar con organismos internacionales, el sector de la ayuda humanitaria estima que el 72 % de las organizaciones siguen empleando clandestinamente a mujeres.
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