“invertir en transporte público es invertir en desarrollo económico, es invertir en un planeta más sano, en ciudades más cohesionadas, pero sobre todo es invertir en el bienestar de la gente, es atender a esa demanda social.” explica el Presidente del Gobierno presentando la “campaña publicitaria para impulsar el uso del transporte público como columna vertebral de la nueva movilidad diaria para contribuir a reducir las emisiones contaminantes, ganar espacio para el peatón y la bicicleta y, crear ciudades más amables y cohesionadas.” Según la correspondiente nota de prensa.
Especifica como promoción de la bici 40 millones de euros, no sé si parte de los 600 millones de Fondos Next Generation de la Estrategia Estatal por la Bicicleta. Lejos de los 2.000 en cuatro años del, no ciertamente progre, Gobierno francés. Desde luego nada sobra, otra cosa es la predisposición real ciudadana para aprovecharlo. Aunque las encuestas muestran interés y uso creciente de medios sostenibles, también existen reticencias. Por supuesto nadie plantea imposiciones, y menos obviando circunstancias particulares de cada persona.
Arriba gráfico de "Las Cuentas de la Bicicleta 2024" de ConBici, abajo cuadro del documento previo del Plan de Movilidad de Salamanca de 2013.
Cuando la aportación charra, por ejemplo, a los efectos negativos de la Contaminación y el Cambio Climático proviene de menos del 25% de viajes, no precisamente la mayoría. Pero se deben poner los medios necesarios en conseguir que la vuelta a la bicicleta, o un mayor uso del transporte público, se convierta en una realidad decisiva. Claro que para los salmantinos no es precisamente ejemplarizante la actitud del actual Ministerio del ramo, y su aversión a facilitar el uso del ferrocarril o del autobús interurbano. Sin esto cualquier campaña no deja de ser derroche de dinero público.
Arriba datos del "Barómetro de la Bicicleta" en España de la Red de Ciudades por la Bicicleta, abajo del estudio "Movilidad ciclista y género. Un análisis feminista interseccional" de ConBici.
Pero señalaba la propensión ciudadana, capital para conseguir un cambio de paradigma en la movilidad, en este caso urbana. Desde luego la bici no es el medio más cómodo según las circunstancias atmosféricas, incluso seguro. Aparte de sí ser mucho más sano, poner los medios para corregir lo anterior precisa simplemente de voluntad. Aunque solo sea por evitar las 21.000 muerte prematuras en 2021 en nuestro país vinculadas a la Calidad del Aire, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). El mal uso de los medios de transporte también mata, y quizás merece la pena algún sacrificio.
En nuestra ciudad no es nada raro poner disculpas tan socorridas como su orografía, solo puntualmente determinante, la edad o un sinfín de motivos que al final realmente solo determina problemas casuales en el uso de medios como la bicicleta. Cuando se quiere promocionar medios de transporte sostenibles, se busca sobre todo cambiar la forma de entender la movilidad, especialmente en los espacios urbanos. Como dice nuestro Presidente, en el futuro “va a haber coches particulares, por supuesto que sí, pero probablemente habrá menos”, siempre existirán circunstancias muy particulares.
Abajo, presentación en la reciente Semana de la Movilidad de nuevos vehículos del sistema de préstamo de bicicletas BIKI del Ayuntamiento de Valladolid.
Sin embargo “Aumentar los viajes en transporte público implica reducir emisiones, menos accidentes de tráfico, mayor eficiencia energética y menor uso de espacio público para los vehículos privados en favor de la ciudadanía y una movilidad activa.” Cuando los problemas ambientales se vuelven acuciantes, y no desistimos en agravarlos, resulta innegable, incluso imperativo, la necesidad de cambiar. El transporte es uno de los sectores que más contribuye a ello, transformarlo no reduce nuestra calidad de vida, la termina mejorando. Las cuestas las soluciona la bici eléctrica, y la lluvia el impermeable.
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