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Más libros y menos pantallas
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TANTOS LIBROS POR LEER

Más libros y menos pantallas

Actualizado 17/09/2024 08:01

Coincidiendo con el comienzo del curso académico suelo recomendar, tanto en mi ámbito privado como en el público, libros relacionados, directa o indirectamente, con la enseñanza y el universo educativo. Así ocurrirá también en esta ocasión, en que quiero sugerirles la lectura de un título magnífico, Más libros y menos pantallas, la última publicación de su autor, el francés Michel Desmurget, doctor en neurociencia y director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia.

Colaborador también de reconocidos centros de investigación como el MIT o la Universidad de California, es responsable de una amplia obra científica y de divulgación, entre la que se cuenta otro libro imprescindible, el exitoso La fábrica de cretinos digitales. Mi propuesta de hoy apareció en el pasado mes de marzo en el seno de la editorial Península, un sello propiedad de Planeta, y lleva un subtítulo muy significativo y que evoca la publicación precedente del investigador francés: Cómo acabar con los cretinos digitales.

El libro parte de una constatación inicial, que desencadena la reflexión y el estudio de Desmurget y que permite abrir su análisis a una enorme variedad de interesantes derivaciones. Tras una reunión con editores de literatura infantil y juvenil en la que los asistentes ponderaban, con pasión y entusiasmo, las muchas virtudes y potencialidades de la lectura, fue a su término cuando, tras la ilusionada, optimista, esperanzada y maravillosa magia del encuentro, afloraron las preocupaciones, las dificultades y el derrotismo de una realidad descrita, en general, como el retroceso “de” y “en” la lectura. La aprensión, la angustia incluso, de los editores, los libreros, los escritores, los ilustradores ante esa marcha atrás, ante la evidencia de un mundo -el de los libros- en peligro, se veían acrecentadas por dos fenómenos complementarios: por un lado, la desmesurada ofensiva que los responsables de la industria electrónica del ocio llevan a cabo por cualquier medio para publicitar y defender los supuestos beneficios -de toda índole- para el cerebro juvenil de sus artilugios, dispositivos, juegos y opciones de entretenimiento; por otro, la ausencia de unas correlativas promoción racional, divulgación documentada y reivindicación científica de las constatables ventajas que la lectura proporciona, más allá de las bienintencionadas proclamas, de corte humanista, según las cuales los libros nos hacen mejores gracias a su capacidad para cultivar el espíritu, enriquecer el imaginario, reparar la mente, deshacer la soledad, desmoronar el oscurantismo, fecundar el lenguaje, preservar las memorias colectivas… Tesis éstas basadas en experiencias personales, subjetivas, pues, y en especulaciones intelectuales y elucubraciones filosóficas difícilmente extrapolables más allá de su consideración de creencias individuales de quienes las defienden.

En definitiva, Demurget llama la atención sobre la ausencia de demostraciones fácticas que acrediten fehacientemente la utilidad “objetiva” de la lectura y que permitan ahuyentar el tópico según el cual se trataría de una práctica reservada de manera exclusiva a esa restringida casta de supuestos espíritus cultivados o, peor aún, de tristes intelectuales que con énfasis a menudo antipático sostienen sus virtudes. Y es esa carencia la que, en último término, provoca la escritura de su ensayo.

En este sentido, Más libros y menos pantallas constituye una declaración de utilidad pública de los beneficios de la lectura por placer. Sin desmerecer, por tanto, la lectura placentera, gratuita, no utilitaria -antes al contrario, en el libro se menciona con entusiasmo a Nuccio Ordine y su utilidad de lo inútil-, Desmurget explicará qué provoca el libro en el cerebro de los niños y justificará por qué es fundamental que los menores lean desde su más tierna infancia.

Para llevar a cabo su vigorosa defensa de la lectura, el autor organiza su libro en cinco grandes apartados, sostenidos en una extraordinaria abundancia de aparato teórico -la obra tiene casi un centenar de páginas de notas-: La lenta agonía de la lectura, en la que se describe el actual declive del libro entre las nuevas generaciones y sus nocivos efectos sobre su rendimiento académico; El arte de leer, que examina la complejidad de la lectura, una competencia que hay que adquirir y construir de manera lenta y progresiva, incompatible con la celeridad que imponen nuestros vertiginosos días; Las raíces de la lectura, en la que se demuestra la importancia fundamental de la exposición temprana a la lectura para lograr el dominio de esta competencia, y sus dos consecuencias inevitables: el papel insustituible del entorno familiar en el proceso, y la dificultad de la escuela, por su ambiente poco estimulante, para compensar las carencias de origen en relación al asunto; Un mundo sin libros, que muestra la enorme potencialidad de los libros para estructurar el pensamiento, desarrollar la memoria y favorecer la asimilación de conocimientos complejos; y Unos beneficios múltiples y duraderos, en la que se recogen las ventajas -científicamente demostradas- de la lectura para el desarrollo intelectual, emocional y social, así como para el éxito académico de adolescentes y jóvenes. Hay también un epílogo, Convertir al niño en un lector, de índole más práctica, en el que se proporcionan técnicas, herramientas y consejos para desarrollar el hábito lector en los chicos.

Les dejo con el categórico y estimulante consejo del autor de este libro apasionante: A menudo nos desesperamos por buscar el modo de cambiar las “competencias” de los niños. Pues bien, resulta que existe al menos un hábito, parcialmente maleable, que permite por sí solo desarrollar estas “competencias”: ¡leer!

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Michel Desmurget. Más libros y menos pantallas. Editorial Península. Barcelona, 2024. Traducción de Laura Cortés Fernández. 496 páginas. 21.90 euros

Alberto San Segundo - YouTube

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