Cinco conciertos, cinco llenos, y el último, contraprogramando los fuegos artificiales y el de Omar Montes
Se anuncian 'The Bernardas' como un grupo de culto y vaya que si lo son. Ni Omar Montes en toda su desmesura de barrio es capaz de hacerles sombra a las reverendas madres que ya toman el Liverpool Pub como su convento de referencia. Cinco conciertos, cinco llenos, y el último, contraprogramando los fuegos artificiales y el de Omar Montes. No hay quien pueda con estas humildes hermanas que no tienen seguidores, sino feligreses que se saben sus canciones y que no dejan que se escapen, dos horas y pico de intenso directo, para que no se diga. Ora et labora.
Desde el 2011, reparten bendiciones estas hermanas devotas de la música que han instaurado un nuevo concepto musical para que lo estudien los expertos en la materia. Si el “bernardismo” es una forma de lo más sana de pasárselo bien con la música en directo, “bernardear” según la RAE es agarrar de las orejas un tema musical, a ser posible bien conocido del público, y darle un meneo. El resultado, coros que ni los de la Escolanía del Escorial, porque el público de The Bernardas canta como los ángeles, y les quita la tarea a José Antonio, la madre superiora, niña de coro y showman donde los haya y a Chefo Martin, bajista y voz no blanca, sino más negra que el hábito que lucen las reverendas hermanas.
Y que nadie se engañe, ni Mariluz, ni Purificación, ni Tere ni leches… mucho cachondeíto pero lo que toda la parroquia bernardil sabe es que son unos músicos bragados en diferentes grupos, amantes del directo, capaces de enlazar una con otra aparentemente sin cansancio y animar a la peña incluso para enviarles a la Gran Vía en plan conga. Es una orden muy dominante, y lo mismo que salen muy píos repartiendo bendiciones y hostias consagradas, también tocan con el oficio no de vísperas, sino del bueno. No en vano la hermana de la batería es Jorge Orejudo, al quien el Altísimo dio el don de la ubicuidad, como a Chefo Martín, que parece que están en todos los grupos de Salamanca. Y si a ellos se les une la pericia a la guitarra de Carlos Sánchez y el teclado de Fernando Cyborg, un divulgador musical que le da a la tecla y al cachondeo general, ya tenemos una experiencia religiosa… y que venga Enrique Iglesias y salive de gusto. Ningún público más entregado a la causa, ni más fervoroso que el de The Bernardas. Eso sí, demuestran tanta energía en directo que uno se pregunta si no conocerán el secreto de los dulces de las monjas o de las hierbas medicinales de alguna mística levitatoria.
No es un concierto el de The Bernardas, es un ejercicio de amor a la música, a la diversión, a ser más heterodoxos que nadie. Las letras se cambian, el coro resuena, si hay algún error es casi como si Siniestro Total se subiera al escenario a pifiarla con gracia. Puro cachondeo, eso sí, respetando el lema de la orden: música, diversión y directo… aunque ya se han atrevido, que hay que arreglar el tejado, como las del Zarzoso, a vender no dulces ni jaculatorias, sino una cassette, que son muy suyas las hermanas bernardas.
Música en directo para una ciudad que tiene que diversificar sus talentos, dejar que los grupos actúen para un público que demanda conciertos, jam sessions, música en directo, coño, que parece que no nos enteramos. Y nuestra, que parecemos el programa “A nuestro ritmo” de la hermana Teclas. Porque se hace música muy diversa en esta nuestra Salamanca, y el público lo demanda. De ahí que haya mucho que agradecer a estos locales que se atreven a dejar sus escenarios y, en este caso, exponerse hasta a la excomunión, aunque conociendo al Papa Francisco, seguro que acaba coreando eso de Puri/Puri, Puri/Puri/Purificación… para que no se diga y a los de Emaús pidiéndoles un bolo para su retiros espirituales. Por eso, ya lo saben, en el próximo concierto, la indulgencia plenaria.
Fotografía: Carmen Borrego