Ocupar con sentido.

Un año más se llenan las calles y plazas salmantinas durante su principal fiesta patronal. Por supuesto las diversas y múltiples actividades programadas por nuestro querido Ayuntamiento son quienes colman esos espacios públicos. Dentro de la rápida caducidad, en días, algunas ocupaciones son muy ocasionales, y otras duran todas las fiestas. La reunión de personas puede llegar a ser multitudinaria en los diversos lugares, aunque en este caso nos interesan más las cosas. Y quizás también sea sugestiva la multiplicación de autoridades municipales en la vía publica debido a las actividades.

Yendo a las cosas, está la enésima instalación de un escenario en la Plaza Mayor. En este caso doble pues, al parecer, el utilizado en el Festival Internacional de Folclore no servía y lo desmontaron a toda prisa, poniendo de seguido el de la Fiestas. Y eso que ocupar la Plaza Mayor fue una de las más insistentes críticas Populares a los ya muy lejanos gobiernos municipales socialistas. Desde luego difícilmente ellos se acercaron, ni de lejos, a las marcas de nuestros Populares gobernantes actuales, unos 300 días invadida por algo, especialmente montajes diversos.

Ciertamente la Plaza Mayor se concibió como gran salón urbano para el encuentro, y contener espectáculos. El lógico cambio de percepción durante sus más de 250 años de historia ha desterrado algunos, y ha traído otros como los grandes y ruidosos conciertos musicales. Indudablemente la Casa Consistorial es la “fachada” de mayor atracción artística, en especial para nuestros visitantes. Y se tapa asiduamente con escenarios cada vez mayores. Es viejo el debate sobre si es apropiado, si bien parece muy deseable buscar otro emplazamiento mejor. En Valladolid, al menos, lo montan en un lateral.

Luego tenemos la Feria de Día. Desconozco si su mengua es por agotamiento del modelo, falta de rentabilidad o verdadero interés por salvaguardar el Patrimonio antes agredido. Si obviamos al Mercado Central. Este invento, cuya verdadera necesidad sigo sin comprender con casetas delante del establecimiento patrocinador o a 10 metros, no me parece genere una estampa muy edificante donde se instala. Claro que todo es cuestión de gusto y este es voluble. Quizás asemejarse más a un Ferial andaluz, en La Aldehuela por ejemplo, se entendería más lógico.

Otro lugar visitado con frecuencia por artefactos diversos es la Plaza de Los Bandos, como atestiguan los profusos restos en forma de agujeros en el pavimento. También visibles en la propia Plaza Mayor debajo del Ayuntamiento o en la de Anaya. Un notable espacio público décadas abandonado a pesar de su gran centralidad, y con población vegetal menguante por desidia evidente. También hay diversidad de opiniones sobre su uso por ferias diversas, pero en algún sitio hay que ponerlas y este me parece conveniente. Pero para ello se debe exigir su adecuación material, empezando por el suelo a diferentes niveles.

Si alguna vez se remodela por fin, debe permitir su diseño la compatibilidad entre lugar de estancia con sombra y la instalación de tenderetes “provisionales”. Crear un modelo habitual con anclajes incorporados en la plaza evitaría el deterioro del pavimento que, seguro, no será barato. Indudablemente no siempre los eventos son iguales, pero dudo mucho sea difícil acomodarlos si se aprovecha la experiencia inevitablemente adquirida. Y convendría evitar elementos inútiles, como en la Feria del Libro el salón para presentaciones, ¿no sirve la cercana Sala de la Palabra en el Teatro Liceo, por ejemplo?.