Es algo trascendente. Las familias que no llegan a fin de mes y no tienen para el material escolar frente a los síndromes postvacacionales.
Los que criticamos la escuela porque deja fuera muchos talentos y porque no ha sabido generar soluciones para la desigualdad, tenemos que reconocer que es la base de la trasformación social.
Hace muchos años en el colegio Calasanz tuve el privilegio de ser responsable de un grupo de pioneros en el grupo scout. Este viernes celebraban sus bodas de plata una pareja de fisioterapeutas cuyo amor surgió en aquellas épocas de adolescentes. Dos personas increíbles que mientras estaba inconsciente hace siete años por una disección de aorta, ellos me seguían masajeando el cuerpo altruistamente. Eso que podía ser inútil porque lo más probable era la muerte sirvió para una rápida y total rehabilitación. Esto lleva a un agradecimiento eterno y al compromiso de seguir su ejemplo, en mi caso con la educación a los más vulnerables.
En esta boda estaba un grupo de aquellos pioneros que teníamos un himno muy ambicioso, “ Scout salvadores del mundo “. Como decía un actual catedrático de esos pioneros, no nos conformábamos con el barrio.
En la escuela han sido exitosos, tienen profesiones de médicos, arquitectos, empresarios. Sus hijos son maravillosos, son buenas personas y muy solidarios. Parece mentira que recuerden con cariño e incluso como guía aquella época. No les enseñamos grandes cosas y como mis hijas todos me han superado con creces. Soñamos en grande un mundo más justo. Sin guerras y con igualdad de oportunidades para jugar a ser héroes.
Tengo el honor que me llaman para muchas celebraciones, les quiero y me siento querido. Pero mi lugar en el mundo al final fue con niñas y niños de protección a la infancia. Mis hijas ya autónomas, que la escuela las ha hecho médica, psicólogas y deportistas. Y que siempre tengo excusa para contar con orgullo lo que han conseguido en la escuela, saben que mi legado es la no rendición a revelarme al fracaso escolar. Mis alumnos de ahora sueñan todavía más con salvar el mundo. Pero sus familias no los arroparon igual. No están en ningún grupo scout y su escuela es alternativa. Pero son exploradores y pioneros de muchos milagros.
Mantengo la ilusión y los miedos después de treinta años de profesor y educador. No tengo ganas de jubilarme, al revés espero impaciente a entrar el jueves por la puerta de la clase. La esencia de sacar lo mejor de los alumnos es saber ver lo positivo que todos tienen, no limitarse a hacer de chat GPT y juez de suspensos. Parece que tengo la osadía de verme con diecinueve años diciéndoles que pueden cambiar el mundo.
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