Sábado, 05 de octubre de 2024
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Más ética y menos chanchullos
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Más ética y menos chanchullos

Actualizado 08/09/2024 19:26
Francisco López Celador

En uno de sus últimos “advenimientos en olor de sanchidad”, nuestro Presidente sacó la fusta de castigar a quienes no comulgan con sus ruedas de molino, amenazándolos con una serie de medidas que nada tienen que ver con ese falso progresismo que pregona. La cohorte que acude al coliseo espera las mágicas soluciones de su nuevo emperador, dispuesta a aplaudir lo que venga. Nada importa lo que diga porque ¡hay que ver lo bien que se expresa! Desde luego, hay que reconocer que es un verdadero maestro a la hora de saber lo que los suyos quieren oír. Si, además, arremete contra la oposición y contra los “ricos”, mejor que mejor. En aquel coso romano, la multitud quería sangre e inmediatamente bajaba el pulgar pidiendo sacrificar al pobre esclavo de turno, y en las arengas de Sánchez se pretende sacrificar a los que molestan y sus fieles seguidores lo aprueban por medio del aplauso artificial.

Como si todo el que se opone a la política de Sánchez tuviera una nómina similar a la de sus “colocados”, suelta la boutade: “Más transporte público y menos Lamborghinis”. De nuevo la falacia para encubrir sus verdaderas intenciones. Sus compañeros de viaje, enganchados a la ubre de España, han visto lo que está dispuesto a conceder para continuar ocupando La Moncloa y su “Lamborghini con alas”, y no cesarán de chantajearle hasta que la dejen seca –cosa que, cada vez, está más cercana. Tenemos una deuda que ya hipoteca el porvenir de nuestros nietos, pero no es suficiente para que levante el pie que eleva los impuestos. No le afectan las críticas porque sabe que, con su actual entramado, “tenemos gobierno para rato”.

La triste realidad es que, entre todos -también los autónomos y la clase media- deberemos pagar a los separatistas cada uno de los chupetones que dan a la vaca. Este amago de socialismo progre que quiere aplicarnos es lo contrario del modelo que se está adjudicando. Al final, no pocos de los que ahora jalean y votan a Sánchez, serán las víctimas de ese odio social que alimenta todo su programa de gobierno. Tan particular manera de gobernar no encaja en ninguno de los esquemas políticos tradicionales. Bueno, está encajando cada vez más en el que padecen algunas repúblicas bolivarianas y dictaduras marxistas.

A pesar del escaso ímpetu que demuestra la oposición para que, aprovechando el ramillete de resbalones que ensucian el panorama familiar de Sánchez, se dedique a denunciar la continua desvergüenza que emplea a la hora de imponer sus deseos, la avalancha de desmanes es de tal categoría que ya se ha hecho pública dentro y fuera de España –incluido algún medio de comunicación que nunca quiso aparecer como crítico. Sánchez lo sabe y obra en consecuencia. Ya no le detienen ni las líneas rojas que marca la Constitución. Una por una han ido cayendo con el empleo de chanchullos disfrazados de conveniencia y refrendados por quienes resultan beneficiados con ese despropósito.

Para aferrarse al poder, Sánchez ha debido salvar todas las barreras que podían alejarle de La Moncloa. Cuando se disponía a ocupar el cargo, tuvo que pasar por encima de todas las promesas hechas en campaña. Ni la actual oposición ni muchos de sus votantes podían entonces imaginar la facilidad con que cambiaba de opinión –eufemismo de mentir como un bellaco. A pesar de todas las rectificaciones, los menguados resultados obtenidos en todas las elecciones a que se ha presentado le están obligando a sobrepasar más líneas rojas cada vez que necesita más apoyos.

De esos chantajes han salido despropósitos en forma de indultos, amnistías, improcedentes repartos de fondos, sorprendentes nombramientos, ofensas a las víctimas del terrorismo, inexplicables bandazos en política exterior y un sinfín de injusticias –algunas recurridas- que aún resultan insuficientes porque los que le sostienen en el cargo cada día piden más.

Cuando partidos políticos e instituciones privadas presentan acusaciones contra el gobierno –muchas de ellas aceptadas, a pesar de los intentos para frenarlas-, se replica con el propósito de reformar la Ley de Enjuiciamiento Criminal por entender que esas acusaciones responden a “fines espurios” “que no tiene razón de ser y sólo buscan información y darse publicidad.” Curiosamente, el PSOE critica ahora lo que reclamaba cuando estaba en la oposición. Trata, sencillamente, de privar a los jueces de la posibilidad de investigación para trasladar esa opción a los fiscales. Desde las cocinas de La Moncloa se trabaja a marchas forzadas en la búsqueda de trapos sucios en los círculos más próximo a las figuras punteras de la oposición Esa maniobra no le valdrá cuando la justicia sea realmente independiente. Pero si él lo hace, su razón tendrá.

Otra de las palancas empleadas por el gobierno como autodefensa es el oportuno manejo de los medios de comunicación. A los adictos, concediéndolos fondos a través de subvenciones o publicidad; a los contrarios, tildándoles de poco fiables y cerrando el grifo de la publicidad.

No es ningún secreto la estrecha relación entre Sánchez y el Fiscal General del Estado. La lamentable realidad es que los dos están envueltos en sendos casos de posibles actuaciones judiciales. Llegado ese momento, el aparato monclovita se ha puesto en marcha nombrando a la segunda del Fiscal General como encargada de los informes relativos a la posible acusación de su jefe por revelación de secreto oficial. Este miembro del Ministerio Fiscal, también por casualidad, acababa de sustituir a la fiscal que informaba el expediente de denuncia al Fiscal General, y que era partidaria de admitirla a trámite. Tampoco hay que olvidar que Sánchez se ha querellado contra el juez que investiga los posibles delitos de su esposa, por haberle obligado a prestar declaración.

Los medios de comunicación poco amigos de este gobierno han tenido la osadía de publicar una foto en la que aparece el número tres del PSOE, Santos Cerdán –el mismo que acudió a Waterloo para negociar la vuelta del prófugo- y dos payasos más, parodiando y riéndose de la segunda fuga de Puigdemont. A Sánchez ya le crecen los enanos.

Como se ve, se le presenta un futuro bastante movido, que querrá solventar agarrándose a todo lo que pueda, sea o no lícito. Volverá a echar mano de algún chascarrillo que apacigüe a sus palmeros. Alguien debe decirle que, en esta situación ya no cuelan más chanchullos. Los españoles de a pie están esperando que vuelva al camino de la ética y la dignidad, si no se le ha olvidado.

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