Como indica la tradición, cada 8 de septiembre los bejaranos detienen sus actividades para llevar a cabo la fiesta grande en honor a la patrona de su comarca: La Virgen del Castañar
Honores a la Virgen del Castañar el próximo 8 de septiembre en Béjar. Es el día grande, el día que rinden culto a su patrona con una solemne misa y una romería posterior que congrega a centenares de fieles.
Según dicta la historia en un documento oficial, el día 12 de septiembre de 1711 se instituyen formalmente por el Obispo de Plasencia las celebraciones en honor a la Virgen del Castañar. Esto, porque no hay que olvidar que Béjar, aunque política y administrativamente pertenece a la provincia de Salamanca y a la comunidad de Castilla y León, en lo que respecta a su dependencia eclesiástica y religiosa, sigue perteneciendo al obispado de Plasencia en la vecina Extremadura.
Béjar, inserta en un entorno montañoso, se fundó sobre un alcor fácilmente defendible a los pies del monte del Castañar, un boscoso paraje dominado por el santuario de Nuestra Señora del Castañar, patrona de la villa y advocación favorecida por la casa ducal.
Como indica en uno de sus estudios Carmen Cascón, historiadora y miembro del Centro de Estudios Bejaranos, la villa se hallaba azotada por una epidemia de peste en 1446. Ninguna rogativa, novena, o remedio curativo era capaz de detener la mortandad que asolaba a la villa ducal y a su alfoz. Es entonces cuando se produce el milagro. Joaquín López, pastor del cercano pueblo de La Garganta (hoy provincia de Cáceres), descansaba con su rebaño en el monte llamado Castañar cuando una voz serena llegó a sus oídos: “Buscadme”. El pastor, asustado por no saber de dónde provenía esa llamada, escuchó varias veces estas palabras mientras su rebaño se refugiaba al amparo de un castaño espléndido, frondoso y de gran copa. Unos días después soñó que la Virgen se le aparecía sobre un castaño florecido y le apremiaba a que buscara su imagen, momento en el cual pararía la peste que asolaba la comarca. A pesar de que él y su consorte, Isabel Sánchez, refirieron lo que sabían a sus convecinos y al párroco del pueblo, éstos les rechazaron por embusteros. Sin embargo, no cesaron en su empeño y poco después se dirigían a Béjar a narrar lo acontecido al párroco de una de las iglesias más importantes de la villa: San Juan Bautista. El cura, escéptico, les apremió a que rezasen una novena a la Virgen. Al salir y encaminarse hacia el campo, Joaquín vio una intensa luz que provenía del Castañar, del mismo lugar donde se refugiaban sus ovejas. Al llegar allí contempló admirado el castaño verde y con fruto, al igual que en su sueño. En ese momento se le apareció la Virgen y le instó a que excavasen bajo aquel castaño, donde dentro de una cueva se hallaba su imagen. Bajó de nuevo Joaquín con una rama poblada de erizos para que le creyesen los vecinos y, reunidos todos, subieron al monte. Cavaron donde el pastor les había dicho y allí, bajo el árbol, descubrieron la talla de una Virgen con el Niño en brazos dentro de una caja de madera. Según la tradición, la imagen había sido depositada en un hueco subterráneo para evitar su profanación ante la invasión musulmana del s. VIII. Pronto se alzó una pequeña capilla en el mismo lugar del hallazgo y el 8 de septiembre de ese mismo año se celebró por vez primera su festividad.
Al poco cesó la peste. El obispo de Plasencia, se alzó desde los inicios como gran protector del culto a la Virgen del Castañar, y de su mecenazgo y patronato se pudieron sufragar los gastos, primero de la ampliación de la capilla transformada en ermita, y después de la construcción del santuario que ahora conocemos. Sin embargo, no sólo el prelado placentino intentó apropiarse del culto a la santa imagen. El ducado de Béjar manifestó gran devoción hacia la Virgen, al igual que el concejo de la Villa y el Cabildo Eclesiástico, institución que estableció la celebración anual de dos procesiones: una el día de la Anunciación y otra el 8 de septiembre, conmemorando la aparición de la imagen. De ellas sólo subsiste la segunda en la actualidad. Una institución religiosa que surgió entonces fue la cofradía que lleva su nombre. Formada por devotos de la Patrona (clérigos, nobles, campesinos, mercaderes y artesanos de Béjar y comarca), poseía amplios poderes decisorios en materias asociadas a su culto, la administración de sus bienes y la custodia de sus alhajas. Béjar y su alfoz mostraron hacia la Virgen del Castañar un gran aprecio, de tal manera que se la instituyó como su Patrona (junto con San Miguel) y Divina Protectora
El 12 de septiembre de 1711 se estableció el recorrido oficial de la romería el día grande de su fiesta, trayecto que ha permanecido prácticamente invariable hasta nuestros días. Tras la santa misa celebrada en su santuario con la asistencia de la clerecía bejarana y de la comarca (ahora se oficia al aire libre en la llamada plaza de los Tilos, junto al santuario), la procesión se inicia desde ese punto hasta dar vuelta a la plaza de toros (en la actualidad se obvia este tramo) y vuelve a su santa casa (en el presente el trayecto se extiende hasta el Mirador de la Virgen, lugar privilegiado desde el que se contempla toda la ciudad, donde los feligreses se detienen y rezan una salve, regresando posteriormente al santuario). A mediodía los bejaranos comen al aire libre, sentados en los merenderos del Castañar, en una jornada de convivencia y de festividad, tras lo cual acuden a la plaza de toros a disfrutar con la corrida festiva. Este esquema general se ha mantenido incólume desde el siglo XVIII.
TEXTO: Pablo González S.