Si la semana pasada hablamos del miedo, hoy nos detendremos en los malvados. En esos que provocan las maldades y los miedos ¿por qué? Pues porque son la sal y la pimienta de cualquier narración, sea real o imaginada, histórica o fantástica. Ellos son los que fastidian, explotan, manipulan, se aprovechan, amenazan y quiere aplastar a los protagonistas buenos y así hacen posible que los identifiquemos como como tales y los elevemos a la categoría de héroes.
Desde temprana edad aprendemos que los héroes sólo pueden serlo si existen los malvados. Es Lord Voldemort el que hace protagonista salvador del colegio a Harry Potter. Es Cruella de Vil la que posibilita la trama de los 101 dálmatas y sin Maléfica el cuento de 'La Bella Durmiente' sería aburridísimo, tanto como el de Peter Pan sin el Capitán Garfio.
Y crecemos con ellos. El mundo de Bonn, de James Bonn, sería soporífero sin Espectra y el de los Vengadores de Marvel sin Hydra o Tanatos. Sin el Joker ¿a qué se dedicaría Batman en Gotham? Las películas de Star Wars sería pesadísimas sin Darth Vader y no habría ninguna pesadilla en Elm Street sin Freddy Krueger. ¿Qué nos podría contar Alfred Hitchcock en Psicosis sin Norman Bates?
Los malos, sus maldades y el miedo que nos causan son el aderezo indispensable de todas las historias. El miedo a la muerte y enfermedad es el que impulsa la medicina y la ciencia. Son los malvados por los que nos sentimos amenazados los que nos obligan a tener ejércitos, leyes y normas morales.
Los malos escriben la Historia. Los que quieren conquistar Mundo, los que aspiran a levantan Imperios Oscuros, los que ansían el poder a toda costa, en definitiva, son ellos los que permiten a los héroes serlo y protagonizar las películas, las novelas o los cuentos. Imagine que sería de todo esto sin malos. Ellos, nos guste o no, son indispensables para que puedan existir héroes, caudillos, lideres, mártires y santos.
¿Qué sería de las religiones sin el miedo a los infiernos y los demonios que hacen posible que los dioses buenos prometan recompensas a sus seguidores? ¿Qué sería de los medios de comunicación social y de los políticos sin los malvados de todos los tipos pululando por el mundo? Esto lo podemos comprobar cada día en la televisión, en la prensa, en la radio, en los bares y en las tertulias. Si les quitamos los malvados ¿qué nos quedaría?
Son ellos los que hacen posibles los grandes titulares y las emisiones de máxima audiencia. Porque los malvados son los que asesinan, abusan, maltratan, discriminan, excluyen, angustian, etc. Claro que en muchas ocasiones los que son malos para unos no lo son para otro, es cuestión de preceptiva. Pero de lo que no cabe duda es de que, como dijimos la semana pasada, los malos provocan miedo y el miedo es útil y rentable económicamente, pero sobre todo socialmente hablando.
Malvados ha habido siempre, pero en esta sociedad de la información y sobradamente interconectada, se han globalizado las maldades que provocan y que se hace presentes en el salón de nuestra casa día tras día: terrorismo, crimen organizado, epidemias, polarización política, cambio climático, crisis económica… hoy parece que hubiera muchos más malvados que antes y será por eso por lo que algunos sociólogos dicen que hoy somos más miedosos que antes y estamos más predispuestos a la obediencia.
Y tal vez sea esa predisposición el motivo de que ciertos personajes malvados estén alimentado nuestros miedos en el discurso político mundial apelando a esta emoción primaria, más que a la razón y los argumentos, valiendose para ello de miedos de todo tipo, unos reales y otros ficticios.
El periódico El País del lunes pasado día 2, también otros muchos medios, se hacía eco de los resultados de una encuesta de 40dB titulado “Desorden democrático” en España, y podíamos leer que: El apoyo a la democracia se reduce entre los más jóvenes. Uno de cada cuatro varones (25,9%) de entre 18 y 26 años, los bautizados como generación Z, considera que “en algunas circunstancias”, el autoritarismo puede ser preferible al sistema democrático, mientras que el 18,3% de ellas, casi ocho puntos menos, elegiría una dictadura[1]. Pero entre las 13 causas de mayor preocupación de los ciudadanos no aparece, por ejemplo, la inmigración o la vivienda, curioso. Y sólo un par de cosas con relación a esta encuesta, que les recomiendo que lean porque de algún modo dibujan el futuro que nos espera.
Primero, la pregunta 10 decía textualmente: En lo que respecta a la democracia, ¿con qué opción te identificas más? Y las posibles respuestas eran 1. La democracia siempre es preferible al autoritarismo. 2. En algunas circunstancias, el autoritarismo puede ser preferible a la democracia. 3. Me es indiferente una cosa que la otra. 4. No lo sé.
Es decir, casi el 27% (la suma de las respuestas a las 3 últimas opciones) o no saben o no importa o no consideran la democracia como el sistema preferible; y esto es preocupante. Aunque, en mi opinión, resultaría muy interesante poder saber en qué circunstancias consideran estas personas (entre los 18 y los 45 años) que es preferible un régimen autoritario cuyas consecuencias en su mayoría de los casos creo que desconocen. ¿Están en crisis las democracias liberales? Y lo que es más preocupante ¿Existe alguna otra opción?
Y, por último, a la pregunta 20 que dice: ¿Cómo de crispado diría que es hoy el debate político en España? El 86,6% contesto que entre Mucho y Bastante. Y parece que la cosa no va a mejorar ¿será porque los partidos políticos, todos ellos, no se pelean por solucionar los problemas de los ciudadanos y se limitan a pelearse entre ellos para mantener su status?
Los miedos provocados por los malvados con siniestras intenciones, así ha sido siempre a lo largo de la Historia ¿por qué? Pues porque es el mejor medio de manipulación social. El escritor francés Alejandro Dumas afirmaba que: No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.
[1] https://elpais.com/espana/2024-09-02/un-26-de-los-jovenes-varones-prefiere-en-algunas-circunstancias-el-autoritarismo-a-la-democracia.html#
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