Hoy es un día triste en Valderrodrigo, nos ha dejado Manolo el cura.
Siempre que muere una persona en el pueblo es un día triste. Pero es que Manolo el cura (que así era como le llamábamos en el pueblo), era una persona popular y cercana, una persona que siempre tenía en boca a su pueblo, que siempre lo alababa allá por donde iba, bien fuera a dar conferencias o charlas, de excursión, o en su labor de profesor universitario que ejerció durante tantos años.
Recuerdo una charla que fue a dar a las escuelas de Vitigudino, donde entonces estudiábamos, y cómo se emocionó al vernos en la sala, “los chavales de mi pueblo” como él dijo.
Pero lo que más quiero destacar de Manolo, cuando venía al pueblo, era su vitalidad y alegría que contagiaba a toda la gente, y sobre todo su labor siempre altruista para colaborar en tareas de todo tipo, ya fueran de entretenimiento, socioculturales…, esas pequeñas grandes cosas que a unos niños de principios de los 70 nos hicieron mucho más agradable nuestra niñez. Y son detalles que te quedan grabados para siempre. Me estoy refiriendo a cosas como la cabalgata de Reyes, que comenzó en esos años en Valderrodrigo y perdura hasta hoy. Manolo fue uno de sus grandes artífices. Todavía lo estoy viendo dirigiendo la comitiva de los Reyes Magos y con enorme jolgorio y alegría repartir los regalos ante los ensimismados niños, eso era inolvidable, te corroía la impaciencia, era la noche que mas esperábamos del año. Hay que tener en cuenta que en esa época los regalos escaseaban mucho, no tenía nada que ver con ahora.
Otra labor lúdica y bonita que llevó a cabo Manolo fueron los juegos y diversión del lunes de las Madrinas, incansable con su famoso megáfono, organizando, arbitrando y animando todo tipo de juegos. Este es otro de los días que teníamos marcados los niños en el año, es otra actividad que sigue existiendo actualmente.
Manolo también se implicó en tareas culturales, recuerdo cuando íbamos a la escuela del pueblo y nos eligió a unos cuantos niños para hacer una pequeña comedia de teatro, lo pasamos muy bien y nos despertó el pequeño gusanillo de la interpretación, que de adultos alguna que otra vez seguimos haciendo.
Recuerdo que Manolo solía dirigir una obra de teatro con un sainete por las navidades, y se hacía una colecta durante la representación para recaudar dinero para la cabalgata de Reyes.
Todas estas actividades las hacía con una alegría desbordante y contagiosa, la misma que llevaba cuando llegaba al pueblo a decir la misa de las Candelas, la misa de las Madrinas o la misa diaria y luego se dedicaba a visitar a ancianos y enfermos, llevarle la comunión y pasar un rato agradable con ellos contando anécdotas y noticias. Al menos mi madre esos ratos los agradecía mucho.
Igual que iba a visitar a los enfermos del pueblo, cuando alguno estaba en el hospital, llegaba con esa jovialidad que parecía que durante un rato, por lo menos, a los enfermos, se les olvidaran sus dolencias.
O cómo no acordarse del domingo de la fiesta, cuando durante la procesión de la Virgen del Rosario se encargaba de rezar el rosario con su megáfono, en una mezcla de fervor y entusiasmo y posteriormente hacia de maestro de ceremonias de la rifa de las roscas y de los bailes charros.
Era esa persona que siempre estaba apoyando cualquier tipo de evento que se organizara, una capea taurina, un partido de pelota a mano, cualquier acontecimiento de tipo cultural o deportivo. No se me olvidará en uno de los años que participamos en el torneo de ‘futbito’ de Vitigudino y llegamos a la final. Allí apareció él con un silbato para animarnos, y cuando lo hacía sonar creaba un gran desconcierto en la grada y en los jugadores, fue divertido, bueno, menos para el árbitro, pero él estaba siempre ahí, apoyando allá donde hubiera alguien de su pueblo.
Manolo, sin duda, fue una persona muy culta, pero en cambio nunca se le dieron muy bien los discursos, pero eso no fue obstáculo para que a lo largo de su vida le pudiéramos comprender bien gracias a sus actos, que es lo que importa.
Por todas estas cosas y otras muchas más que no caben en una simple carta, por su solidaridad, amabilidad, colaboración, esfuerzo y buena persona, pienso que siempre será recordado en Valderrodrigo, un pueblo que siempre se caracterizó por su unión y ayuda entre todos, y más en estos tiempos que parece que somos más individualistas, y que nos cuesta dedicar tiempo a compartir con los demás. Yo por lo menos siempre lo recordaré por todas sus obras, Manolo nos hizo más alegre la vida en Valderrodrigo, por esto y sabiendo que este viaje que has emprendido no te causa dolor ninguno, te echaremos de menos. De lo que estoy seguro es que cuando llegues al cielo seguirás ensalzando allí orgulloso a tu pueblo, Valderrodrigo.
GRACIAS POR TODO MANOLO. D.E.P.
FRANCISCO JAVIER VICENTE BARTOLOMÉ