La reapertura del sepulcro de Santa Teresa ha sido un momento catalizador para el prior Miguel Ángel González, cuyo impacto trasciende las paredes de su Iglesia
Por Agustín Palacio
No quedan muchas personas así. Hombres y mujeres con plena dedicación por el bien de la comunidad. Es por ello que, cuando aparecen, el mundo parece menos feo. El padre Miguel Ángel González, prior de Alba de Tormes y Salamanca, llegó a la villa en la primavera del 2017 y, desde entonces, algo cambió. “Desde estas líneas quiero también ponerme a disposición de todos los habitantes de esta villa”, comentaba en una de sus primeras entrevistas en Alba Al Día.
Estos días, el carmelita ha representado al pueblo albense en los grandes escenarios mediáticos, con motivo de la reapertura del sepulcro de Santa Teresa. Siete años después de su llegada a Alba, este gran evento histórico y espiritual supone un momento catalizador de la obra de un hombre polifacético, de un prior de tono calmado y frases con miga.
No sé si porque comparte nombre con el maestro Buonarroti -y eso siempre suma-, pero solo hace falta hablar un poco con Miguel Ángel para captar su esencia renacentista, tan palpable en sus pensamientos y forma de ser. Es humanista, siempre con la persona en el centro; racional y lógico como pocos; enamorado de los clásicos y de la belleza expresada en las grandes obras maestras; y, si me permiten, con una vocación que trasciende las fronteras de la Iglesia.
Esto no es nuevo: Miguel Ángel González siempre fue, más que un religioso, un auténtico pilar de la comunidad. Desde su llegada a Alba de Tormes, ha revitalizado la vida religiosa y cultural de la villa. Su liderazgo durante el Año Jubilar Teresiano (2017-2018) es un claro ejemplo de su capacidad para fusionar espiritualidad y cultura en beneficio de todos. La exposición 'Vítor Teresa', organizada bajo su supervisión, no solo fue un acto de gran relevancia religiosa, sino también un evento cultural que dejó una huella imborrable. Este tipo de iniciativas no solo enriquecen el patrimonio cultural de Alba de Tormes, sino que también refuerzan la identidad colectiva del pueblo, algo esencial en tiempos donde la tradición y la modernidad buscan puntos de encuentro.
Miguel Ángel siempre tiene ultreia por horizonte. Como director del Museo Carmus y comisario de la exposición ‘De Claris Mulieribus’, ha trabajado incansablemente para poner en valor el papel de las mujeres ilustres y “de todas las mujeres”, como él mismo destaca, a lo largo de la historia, destacando la importancia de figuras femeninas que, aunque a menudo olvidadas, han dejado una marca indeleble en la sociedad. Esta exposición no solo es un tributo a la grandeza de la mujer, sino también un reflejo del profundo respeto de Miguel Ángel hacia la necesaria igualdad de oportunidades que este mundo necesita.
Su capacidad para asumir múltiples responsabilidades con una dedicación inquebrantable es inspiradora y habla de una persona que no se conforma con hacer lo mínimo, sino que busca siempre dar lo mejor de sí mismo por el bien de los demás. Este último ‘renacentista’, hombre de los que quedan pocos, cuenta con el cariño y el apoyo de las gentes de la villa ducal, que son conscientes de toda la riqueza que genera en esta tierra. No en vano, ningún otro hombre vivo ha sido capaz de aglutinar a toda la hostelería de Alba en un evento benéfico. Ya se sabe: algo tendrá el agua cuando la bendicen.