Empiezo diciendo que la realidad no existe. Construimos la interpretación de los hechos según las emociones que nos provocan. Las mismas desgracias no producen las mismas consecuencias en quienes las sufren.
Todo problema tiende a ser sistémico. No hay un único culpable, hay un reparto de responsabilidades en el sistema familiar, de pareja, de clase. Aquí me sirve de explicación el efecto dominó. El padre habla mal a la madre, la madre da una colleja al niño, el niño una patada al perro y el perro muerde al gato. En una pareja ella dice que está todo el día sola en casa con los niños y haciendo la casa y el marido viene de trabajar y se va al bar y viene bebido. Él dice que después de todo el día agobiado por el trabajo llega a casa y todo son reproches y dejadez. Para evitar problemas dice bajarse al bar.
Para provocar los cambios más sencillos nos centramos en las soluciones. Los protagonistas de los problemas son los expertos en las soluciones. Nosotros los terapeutas proporcionamos algunas herramientas.
No nos centramos en el problema y no repetimos narraciones interminables que pueden magnificar la desesperación. Por ejemplo, que docentes lean informes psicológicos de alumnos puede llevar a profecías autocumplidoras. Hay estudios de grupos homogéneos que diciendo a los profesores quiénes son los buenos o los malos repercute en las notas aparentemente objetivas. Es decir, los prejuicios influyen en las expectativas y las expectativas en los resultados.
Nos centramos en las soluciones utilizando el lenguaje presuposicional. ¿ En qué momentos has logrado vencer la dificultad?. ¿ Qué estabas haciendo, con quién estabas?. ¿ Qué momentos han sido los menos desagradables y cómo lo has conseguido?. Visualizamos lo positivo y lo reforzamos.
Si sufre no frivolizamos y quitamos valor a su sufrimiento, acompañamos y buscamos excepciones respetando tiempos de duelo.
Utilizamos externalizaciones para sacar el problema fuera de la persona y poder atacarlo sin atacar a la persona. Describe el monstruo de la droga, del alcohol, de la ira, del juego, etc. Analizamos qué porcentaje de la vida le está robando y buscamos estrategias y momentos donde les han ganado terreno.
Redefinimos y deconstruimos con ellos traumas que bloquean, paralizan o provocan reacciones adversas. Un niño me decía lo que quería oír en la primera entrevista, diciendo que se había sentido conmigo como con nadie. Eso era un lenguaje aprendido de tantos psicólogos por los que había pasado. Más tarde con historia en la Casa Escuela después de jugar a baloncesto, me dijo que tenía rabia porque su madre era una puta que murió de una sobredosis de heroína en la cama a su lado cuando tenía diez años. Él ya tenía dieciséis y buscamos historiales y conocimos mujeres con esa enfermedad y situación, ninguna tenía la tutela de sus hijos. Él empezó a creer que su madre era una heroína porque a pesar de estar tan enferma murió a su lado. Esto provocó un cambio, curó un gran rencor y le permitió dar un empujón a su vida.
Este modelo nos lleva a no juzgar. Cuenta la idiosincrasia de nuestro cliente, no la nuestra, no lo llamamos paciente porque requiere de su implicación. Valoramos lo que es útil para él o para ella. Se buscan soluciones en su cultura o religión sin tabús. No predeterminamos causas en base a nuestra ideología de la que debemos liberarnos para ser eficaces. Las palabras absolutas nos hacen perder margen de maniobra. Debemos suprimir palabras como siempre, nunca, por algunas veces, etc.
En los resúmenes que hacemos de lo que ellos nos cuentan debemos introducir estos pequeños cambios. Me dices que algunas veces te cuesta levantarte para ir a clase.
Hacemos una pregunta escala entre el uno y el nueve. Una escalera en la que el nueve es la situación ideal y cuando está más orgullosa de sí misma. El uno sería el momento en el que los problemas le están haciendo más difícil la vida. Preguntamos en qué número está y qué ha hecho para conseguir estar en ese punto y no más abajo. También preguntamos qué va a hacer para subir un escalón independientemente de lo que hagan los demás.
Vamos buscando lo positivo, pretendemos empoderar a quiénes son soberanos de su propia vida. Normalmente hay una llave para cada cerradura. Con este modelo pretendemos una forma de intervención ganzúa. Que sea útil para incitar al cambio positivo en todo tipo de situaciones. Nos hacemos ladrones de soluciones en las mayores tempestades o en las nimiedades. No determina el terapeuta la gravedad de la situación. Se ha suicidado una mujer joven por salirle un grano en la cara que le recordaba el bullying de su adolescencia, o agobio por exámenes. Otras mujeres han superado violaciones para tener una buena vida o chicos maltratados.
La importancia del dolor la determina quien recurre a nosotros.
También contamos con el lenguaje paradógico para poder redefinir sueños. Es importante trabajar esta dimensión. Hay una pregunta milagro donde procuramos utilizar la imaginación para tener la valentía de soñar.
Imagínate que un mago, un hada, un genio o tu Dios te concede sin esfuerzo tus sueños. Imagínate que eres un superhéroe. ¿ Dónde vivirías, con quién, a qué te dedicarías?. ¿ Cómo sería tu relación?. ¿ Cómo sería tu familia?. ¿ Qué parte de este sueño ya se está cumpliendo?.
Cuando conseguimos cambios hay que acompañarlos en el tiempo. Normalmente simulamos prevenciones de reaída. Es habitual tener recaídas en conductas negativas por lo que conviene prevenir para no rendirse. Fallar forma parte del proceso y del aprendizaje.
Se puede provocar un cambio en una pequeña intervención en un pasillo, o en una despensa o requerir diez sesiones. Es muy distinto al psicoanálisis. Se trabaja a nivel cognitivo, conductual y emocional.
Se puede considerar a Steve de Shazer el creador de la terapia breve centrada en soluciones. Agradezco todas las pistas que nos ha legado para nuestras intervenciones en mi caso fundamentalmente con menores de protección durante treinta años.
Este pequeño resumen es una adaptación breve de esta experiencia, como educador y profesor.
Cada día ante cualquier menor o alumno hay que innovar, hay que empaparse con empatía de lo que viven. La facilidad para ver lo positivo es la mejor herramienta.
Tenemos diagnósticos de transtorno por estrés postraumático (TEPT), del apego, TDAH, síndrome del espectro alcohólico fetal (SAF). Todos ellos y otros muchos descritos en el DSM 5 requieren soluciones, no sólo diagnóstico.
No podemos buscar soluciones mágicas. Esto no es un trasplante de cadera. Hay muchas vidas posibles y todas tienen talentos válidos. Hay sillas de ruedas invisibles a las que la sociedad pone más obstáculos de los que ya tienen que sortear.
Los prototipos de éxito están provocando empeoramientos de la salud mental sobretodo de los jóvenes. La escuela sigue con su embudo y con su criba por no percibir la riqueza de la diversidad. La sanidad evoluciona despacio para incorporar el mundo de las emociones a la salud. La salud no sólo tiene soluciones mecánicas o químicas. Se pueden provocar con la palabra movimientos de neurotransmisores que mejoren el ánimo. Ya sabemos de las correlaciones psicosomáticas.
La Casa Escuela Santiago Uno y la Fundación Mil Caminos estamos comprometidos con un proyecto ecosocial que también responde al ámbito sociosanitario.
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