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“Renuncié al ejército y a la brigada paracaidista por dar clases de gaita y tamboril”
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Entrevista a Ángel Rufino de Haro, 'El Mariquelo'

“Renuncié al ejército y a la brigada paracaidista por dar clases de gaita y tamboril”

Actualizado 16/08/2024 13:04
Miguel Ángel González

El conocido folclorista, después de 38 años subiendo a la Catedral de Salamanca, sigue hablando de “ilusión” por la música tradicional

Ángel Rufino de Haro 'El Mariquelo', habla para SALAMANCArtv AL DÍA en el 38 aniversario de la subida a la catedral sobre cómo es su verano recorriendo pueblos vestido de charro con su gaita y tamboril.

¿Cómo es tu verano de pueblo en pueblo?

Pues como siempre, muy activo y con mucha ilusión. Este año incorporamos más el caballo, en el pasacalles a caballo, que es algo que la gente demanda mucho. Y como siempre, las fiestas patronales que se suceden año tras año desde la primera, que es San Pablo el Ermitaño, hasta la última, que es San Silvestre, pasando por San Vicente Mártir, San Valerio en Valero, luego las Candelas, San Blas... Ahora en agosto, imagínate, desde la primera, que es Santo Tomás, pasando por San Bartolo, por San Agustín, por San Lorenzo…

¿Cómo es vestirse de charro con este calor?

Mi lema es: “con poder y salero y siempre con nivel, y de límite el cielo”. Para mí, por encima de todo está la tradición, y el calor, el frio, el hambre, el sueño y el cansancio para un buen charro son estimulantes y el vestirme de charro es un estimulante. Entonces aunque haga calor, no me importa porque lo que hago, animar a la gente, es lo que me gusta.

¿Cuánto ganas por cada actuación?

Pues no sé, depende de la situación; como se dice, "según el burro, así es la albarda".

¿Se puede vivir de tocar la gaita y el tamboril?

Yo soy funcionario de la Diputación, entonces esto es un extra para mí actividad. Pero sí, se puede vivir tranquilamente de esto. Todo lo que tengo, todo mi capital, ha salido de una gaita y un tamboril. De hecho, cuando estaba en el ejército, me ofrecieron un puesto en la Diputación para dar gaita y tamboril, y renuncié al ejército y a la brigada paracaidista. Ahora podría estar jubilado porque todos mis compañeros de la brigada lo están, pero preferí quedarme con esto para inculcarme los valores tradicionales.

¿Tu actividad cambia respecto al resto del año?

Del verano al invierno cambia, claro. Las fiestas de invierno son más sobrias, mientras que ahora, en verano, todo es más seguido, especialmente con el caballo de un sitio a otro. Por ejemplo, esta semana he ido a Linares de Riofrío, que es mi pueblo, después a Carbajosa, luego a Garcibuey... En Linares de Riofrío, con el caballo, hice un pasacalles, y al día siguiente, San Roque en Carbajosa de la Sagrada, también con el caballo.

¿Llevar el caballo supone un gasto extra?

Justamente, supone el doble de gasto.

Aparte de esos recitales a caballo, ¿realizas algún otro espectáculo?

Sí, además de los pasacalles a caballo, hago recitales de música tradicional, donde incluyo un baile llamado "la calavera y la rana". Es un enfrentamiento en un ritual entre un cabezudo que representa la cultura universitaria y otro que es un toro bravo, lo que simboliza la cultura popular. Al final, reina la armonía entre ambos. También hago coplas de ciego, donde me caracterizo como tal, y haciendo alusión a la actualidad, tocando temas como la violencia de los lobos hacia las ovejas o el peligro del alcohol y la velocidad. Algunas coplas son históricas, como la de Mariana Pineda o la de los gabarreros de El Espinar.

¿Piensas en jubilarte?

Mientras tenga salud e ilusión, seguiré adelante. Este año es el 38 aniversario de la subida a la Catedral, “ascensión gloriosa” como diría Miguel Palazón. Ya son 38 años, pero mientras tenga salud e ilusión, mi límite es el cielo. Si me tengo que jubilar, será porque me obliguen, pero por mí mismo, no lo haré.

Por último, ¿hay que estar en buena forma física para aguantar este ritmo de vida?

Por supuesto, alcohol cero, mucho entrenamiento y mucho deporte, sea a caballo o no. Si no, imagínate, no se podría aguantar.